Qué servicios prestó Licio Gelli a Juan Domingo Perón
En pocos días se cumplirá un nuevo aniversario del momento en que Juan Domingo Perón – a siete días exactos de haber asumido su tercera presidencia – condecora al Venerable Maestro Licio Gelli, cabeza de la Logia P – 2 con la máxima orden que otorga la Nación Argentina: la del Libertador General San Martín «por su personalidad y los servicios prestados al país.» ¿Cuáles fueron esos servicios? ¿Quién era el designado para recibir tal mérito? De eso, de la presencia masónica en la política de esos años y de algunos temas esotéricos trata este nuevo artículo de Antonio Las Heras.
Por Antonio Las Heras*
El 12 de octubre de 1973, Juan Domingo Perón asume por tercera vez como presidente en la República Argentina. Transcurrida exactamente una semana, en la Casa de Gobierno tuvo lugar una singular ceremonia que – por entonces – pasó desapercibida pero que fue objeto de especial atención para algunos bien informados sobre aspectos ocultos de la política.
En su libro, Nelson Castro lo describe de este modo:
“El 19 de octubre, Perón condecoró con la Gran Cruz de la Orden del Libertador General San Martín a Licio Gelli. En la ceremonia, que se desarrolló nada menos que en el despacho del presidente, el jefe de Estado estuvo acompañado por el canciller Vignes y por López Rega. Al agradecer la distinción, que le fue otorgada por su personalidad y servicios prestados al país (sic), Gelli subrayó los lazos de amistad existentes entre Argentina e Italia.” (1)
El abogado Vignes nombrado en el texto de Castro es Alberto Juan Vignes (1896/1978), político que entre 1973 y 1975 ocupó el cargo de ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina. Maestro Masón que en vida no ocultó su condición. Fue enterrado en la necrópolis de la Recoleta. Es quien firma – junto con Perón – el Decreto Nro. 34 de fecha 18 de octubre de 1973 otorgando a Gelli la más alta distinción que ofrece la Nación Argentina.
La noticia no fue difundida por los medios de prensa siendo publicada el 24 de octubre de 1973 en el Boletín Oficial.
La persona distinguida – Licio Gelli – contaba ya con una historia masónica muy amplia. Había pertenecido a la Gran Logia de Italia (GLI) alcanzando el grado de Venerable Maestro (presidente de logia) cargo que ejerció por cierto lapso. Convencidas las autoridades de la GLI que Gelli estaba alimentado por desmedidas ambiciones lo expulsaron de la Orden. Es cuando organiza el grupo que lo hará mundialmente conocido: la Logia Propaganda 2 (P 2) de la que se pone a la cabeza. De allí que se lo conociera como “il Venerabile” (el Venerable).
Si bien la P 2 – debido a la importancia de los miembros que la integraban a nivel internacional – alcanzó una notable capacidad de decisión, nunca fue una “Gran Logia” como equivocadamente la describen algunos. Una “Gran Logia” se constituye cuando varias logias deciden organizarse de un modo determinado. La Logia P 2 siempre actuó por sí misma. De allí que Gelli fuera un Venerable pero nunca un Gran Maestro.
En su libro Marcelo Larraguy comenta de éste modo lo acontecido:
“Perón también le concedió un lugar en el dispositivo de su retorno a Propaganda 2 (P 2), una organización secreta, con epicentro en Italia, liderada por Licio Gelli, relacionada con el tráfico de negocios, la mafia y la masonería. Gelli había hecho contacto en Puerta de Hierro por medio de Giancarlo Elia Valori, de la P – 2 y había incorporado a López Rega en sus planes. … el Gran Maestre italiano confiaba en que Perón sería el único capaz de contener `el peligro del comunismo`. Esta idea fue transmitida por Gelli al Vaticano y al secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger. … El acuerdo por el regreso de Perón, diseñado por Gelli, unía a la masonería de la P – 2…” (2)
El empresario Valori (quién aún vive y reside en Italia) aquí mencionado es la persona a través de la cual Gelli conoció a Perón en su residencia de Puerta de Hierro. Diferentes fuentes que cuentan con minuciosos conocimientos en el campo de las sociedades secretas coinciden en que fue el mismo Gelli quien aseguró al General que se le haría la entrega del cadáver de Evita “en tres días.” Ese número y esa cantidad de tiempo habría sido una clave para entenderse entre ambos evitando que las demás personas presentes comprendieran lo que se estaba diciendo. Tres es una cifra clave en el trabajo masónico. Pero, además, tres días son 72 horas y éste es un número fundamental en el esoterismo avanzado.
En el Antigüo Testamento se lee: Yahvé respondió a Moisés: «Reúneme setenta ancianos de Israel, de los que te consta que son ancianos y escribas del pueblo.” (3) La cifra de 72 se alcanza con éstos 70 más el mismo Moisés y Aaron.
Y en los Evangelios: “Después de esto, designó el Señor a otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todas las ciudades y sitios adonde él había de ir.” (4)
Agrega Larraquy que: “Gelli quería infiltrar la logia masónica en el Estado argentino con la designación de funcionarios que fuesen adeptos a ella.” … (5) De hecho así ocurre pues ya en la presidencia de Héctor Cámpora son designados hermanos masones. Entre ellos, nada menos que un Gran Maestre.
Larraquy explica que el Venerable Maestro Licio Gelli escribió una carta al “Gran Maestre local” (en realidad se refiere al Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones), Dr. César de la Vega – quien sería funcionario en el Ministerio de Bienestar Social y luego designado embajador – en la que se refiere a los acuerdos con Perón. Allí se lee: “No solo confirmaban lo que habían prometido, sino que también pedían una colaboración para el futuro. Saben que estuvieron fuera del país dieciocho años por diferencias con la Familia, y admitieron que regresan a la patria porque existe un consentimiento de nuestra institución.” (6)
César de la Vega fue Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones entre 1972 y 1975. Ocupó un cargo en el Ministerio de Bienestar Social por disposición de José López Rega durante la presidencia de Cámpora. Ya siendo presidente Perón, lo designó embajador en la UNESCO y luego en Dinamarca ya en tiempos de Isabel Perón, cargo en el que todavía estaba cuando se produce su derrocamiento.
(1.-) CASTRO, Nelson. Los secretos de los últimos días de Perón. Ed. Vergara. Buenos Aires, 2013. (Pág. 335)
(2.-) LARRAQUY, Marcelo. Argentina. Un siglo de violencia política. Ed. Sudamericana. Buenos Aires, 2017. (Págs. 457 y 458)
(3) Antigüo Testamento. Números, 11, 16
(4.-) Evangelios. Lucas 10,1-9
(5.-) (6.-) LARRAQUY, Marcelo. Op. Cit. Pág. 459)
*Antonio Las Heras es autor del libro “Sociedades Secretas: Masonería, Templarios, Rosacruces y Otras Ordenes Iniciáticas” que obtuvo la Faja Nacional de Honor en el Género Ensayo de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). Ahora trabaja en un libro sobre Perón y la Masonería.
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