22 de noviembre de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

La República Separada|Con actos paralelos la dirigencia celebró el día de la independencia.

Como si fuera una metáfora de lo que sucede a nivel país, o más precisamente dentro del gobierno nacional, los festejos del día de la Independencia que se realizaron en San Miguel de Tucumán -centro neurálgico del nacimiento de la Patria-, se destacaron por las divergencias y separatismos.

Durante tres días se llevaron a cabo diferentes actividades conmemorativas para recordar el 9 de julio de 1816, fecha esencial en la historia argentina por ser la piedra fundamental del camino como República soberana. En medio de una ciudad preparada para convertirse en una especie de salón de fiestas a cielo abierto -especialmente alrededor del casco histórico que incluye la plaza Independencia y la Casa Histórica-, el 8 de julio al mediodía, la casa de Gobierno de Tucumán recibió a un grupo de diputados nacionales oficialistas. En un almuerzo frugal con empanadas y colaciones dulces tradicionales del lugar, el Jefe de Gabinete de Ministros, Juan Manzur, se mostró rebosante de alegría y orgullo por la gestión que está llevando a cabo en su provincia el gobernador Osvaldo Jaldo. Cómo hemos mencionado en NCN desde el salón central de la gobernación con testimonios de algunos de los legisladores presentes todos coincidieron en destacar que el panorama de la provincia es un reflejo potente del crecimiento del país y la unión federal.

En este sentido, cabe destacar que la realidad encuentra un importante contraste con los discursos ofrecidos con fervor. La capital de la provincia conocida como «El jardín de la República» es la sombra de la magnificencia que supo destacarla; gran parte de la arquitectura local se encuentra en evidente deterioro, al punto de encontrar casas en ruinas por doquier y una gran falta de higiene urbana que atenta contra el color y aroma cítrico de los naranjos típicos de  sus veredas. A eso se le suma una gran cantidad de personas viviendo en la calle que observan con pupilas perdidas y desesperadas a los transeúntes que los esquivan.

En el mejor de los casos, este escenario de triste envergadura puede ser el prólogo de las mejoras en marcha que manifiesta tanto el gobernador norteño, así como lo anunciado y programado por el intendente de la ciudad capitalina. Un breve recorrido por San Miguel de Tucumán exhibe a los ojos de cualquiera viejos edificios casi derrumbados tras grandes planchas de obra que son utilizadas para cartelería publicitaria; varias de ellas anuncian la puesta en valor de algunos inmuebles, como es el caso del emblemático y abandonado Mercado del Norte que se proyecta como un moderno centro comercial y gastronómico: una iniciativa del Municipio local.

La antigua disputa unitaria-federal o lo que hoy conocemos como «grieta», atraviesa esta ciudad tan representativa a nivel nacional. Tal fractura que se da en la cotidiana convivencia entre la Municipalidad de SMT y la Gobernación provincial, fue el tema central de los festejos que, al momento de redactar esta crónica, seguían vigentes.

La feria montada alrededor de la plaza Independencia estaba dividida en un sector que respondía a la gobernación y otro que lo hacía a la municipalidad. Asímismo, con pocos metros de distancia, se montaron dos escenarios para recitales. Sobre la sede de Hacienda estaba el municipal y delante de la Casa de gobierno provincial, el propio.

Pero eso no fue todo; en la vigilia del 8, los legisladores oficialistas participaron de eventos separados a las actividades programadas por la intendencia. Un dato no menor en este esquema de quiebres políticos es que, el jefe municipal, Germán Alfaro, es un cuadro militante importante del partido Justicialista, aunque parte de la coalición de Juntos por el Cambio. En este terreno es donde antes de la medianoche que diera inicio al 9 de julio, aparece el gobernador de Jujuy y jefe de la UCR, Gerardo Morales, en el hotel Garden Plaza, al que había llegado por la tarde el jefe del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta y desde donde oficializó en la región su candidatura a presidente de la Nación.

Mientras el pueblo tucumano se aunaba en el festejo popular alrededor de la plaza o en el frente de la Casa Histórica, el grupo oficialista participaba en actividades que comprendían una gala en el Teatro San Martín y una cena en el hotel Sheraton. Al mismo tiempo, los opositores Larreta, Morales, Alfaro y el mendocino De Marchi, se reunían en el hotel Plaza Garden.

Sin embargo, a la hora del acto en la fachada de la Casa sede de la independencia, finalmente, tanto oficialistas locales como nacionales y opositores de ambos lares, estuvieron juntos participando de las actividades tradicionales como el cambio de guardia, desfile militar, el discurso interreligioso y, por supuesto, el canto del himno nacional junto a la imagen de la Virgen de la Merced, a quién Manuel Belgrano le entregara su bastón de mando de guerrero independentista.

Todo venía bien hasta que finalizó el evento y los legisladores oficialistas se retiraron sin saludar a los representantes de la oposición generando así otro episodio de rumores y grietas que solo aportan asombro y desagrado en una sociedad que observa cierto infantilismo en el proceder beligerante de sus representantes.

En este contexto hay que destacar que el jefe del gobierno porteño se llevó la mayor parte de las miradas y atención. Cuál estrella de cine o de rock, Rodríguez Larreta tuvo que lidiar con el acoso popular y acceder a fotografiarse con cientos de personas que al verlo se avalanzaban hacia él para abrazarlo. La mayoría de las veces, fue vivado con un «aquí está el próximo presidente».

Al día siguiente, en la previa a la llegada del presidente Alberto Fernández para el acto central del día de la Independencia, las actividades tradicionales como el chocolate caliente frente a la Gobernación y el consiguiente Tedeum en la Catedral San Miguel Arcangel, todo se realizó con normalidad. Sin embargo sobrevolaban algunas dudas: si vendría o no el primer mandatario, si llegaría acompañado de la primera dama, si llegaría con el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, o si llegarían por separado, o si el ex intendente de Tigre se haría cargo de reemplazar a Fernández en caso de que fuera probable su ausencia.

Finalmente el presidente llegó junto a Sergio Massa.

El discurso expresado con tono cansino e interrumpido por varias equivocaciones en su lectura, apuntó a la «unión para comenzar a construir puentes” Sin embargo, y a tono con lo vivido en el marco de los festejos en la provincia independentista, no sólo apeló a un enfoque pasivo agresivo desde la acusación: «los poderosos que buscan generar desánimo”, sino que esgrimió el tipo de discurso que marida lo ideal (eso que debería ser) y la señalización de la existencia de un enemigo que impide tal deseo pero, sobretodo, justifica cualquier error propio en la gestión gubernamental: “La historia nos enseña que hay que mantener la unidad en los momentos más difíciles. Con un pueblo dividido unos pocos sinvergüenzas ganan” enfatizó.

En la provincia donde uno de los platos más típicos es el sándwich de milanesa, es válido decir que «la verdad de la milanesa» nos mostró que los discursos no están en sintonía con la realidad. Mientras el presidente de la Nación convocaba en palabras a la unidad y el propio gobernador festejó en uno de sus discursos la postura federalista de Fernández, el hombre que gobierna el municipio donde se encuentra la Casa Histórica, Germán Alfaro, no fue invitado a ese evento central.

En este sentido, la prensa independiente o no manifiestamente oficialista, fue desterrada a una especie de jaula a espaldas de la comitiva oficial y a gran distancia, como si alguien temiera que una pregunta o dos, o tal vez una fotografía o filmación fuera del guión establecido para publicitar que todo está bien, dejara en evidencia que las palabras del discurso presidencial fueron el broche de oro de una serie de declaraciones y declamaciones sin más peso que el de mostrar un escenario ficticio de un progreso, una independencia y una unión de cotillón.

Lo que quedó demostrado en la «fiesta de la Patria» es que en la capital de la provincia de Tucumán, los festejos fragmentados fueron la imagen representativa perfecta de un país dividido con una dirigencia que, mientras habla de armar puentes, los dinamita.

Por Silvina Batallanez, para NCN