Propuestas chinas
Por Mariano Yakimavicius
El presidente chino, Xi Jinping, visitó Rusia y presentó un plan de 12 puntos para terminar el conflicto con Ucrania. ¿Qué hay detrás de las promesas de paz?
Xi Jinping y su par ruso, Vladimir Putin, tienen mucho en común: ambos son líderes autoritarios y ambos preferirían un mundo desprovisto de la hegemonía estadounidense.
El encuentro que se produjo días pasados entre ambos en Moscú es susceptible de ser interpretado de diversas maneras.
La primera es la de la motivación oficial, según la cual el objetivo es promover los lazos bilaterales entre dos países vecinos, que además comparten espacios de poder en el ámbito del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y en el BRICS, junto a Brasil, India y Sudáfrica. Para “profundizar” la asociación integral entre los dos países, ambos líderes firmaron convenios, compartieron actos oficiales, cenas de gala y se sacaron fotos. Lo de rigor.
La segunda interpretación es la clara señal del apoyo chino a Rusia -y a su presidente- ante la intensa presión internacional. Putin busca aliados y se presta a formar un frente común con China, así como con India y algunos países latinoamericanos y africanos. El mandatario ruso propicia la constitución de un “polo antioccidental”, algo que acaba por ser funcional a los intereses de su adversario, los Estados Unidos. Sucede que ese “polo antioccidental” no va a ser conducido desde Moscú, sino que el centro de poder estará en Pekín. Y esa situación se refuerza con cada día que Rusia desgrana su poder en la prolongada guerra con Ucrania.
En un enfrentamiento mucho más encarnizado de lo que se esperaba, en el cual Ucrania cuenta con el apoyo militar, logístico y económico de la Organización del Tratado del Atlánticos Norte (OTAN), la Unión Europea (UE) y los Estados Unidos, bajo la presión de las sanciones económicas internacionales, el régimen ruso necesita cada vez más armamento y más recursos económicos. China no le ha provisto armas a Rusia de manera directa, pero sí componentes para su fabricación y tecnología civil que puede usarse con fines militares. Sin dudas le proporciona también recursos económicos. Como es de suponer, buena parte del apuntalamiento chino a Rusia consiste en el impulso al comercio en el sector energético.
Los límites de la sociedad
Hace un año, los líderes chino y ruso proclamaron que su asociación no tenía límites. ¿Significaría eso que, en última instancia, China proveería a Rusia del apoyo armamentístico necesario para alcanzar una victoria militar? En el gobierno de los Estados Unidos hay quienes sostienen que Xi está considerando hacer eso. Desde Pekín lo niegan.
Hasta ahora no ha sucedido, e incluso más, la propuesta efectuada por el gobierno chino para concluir el conflicto parece demostrar que la “asociación sin límites”, en realidad sí los tiene. Y esos límites estarían dados por los intereses chinos, entre los cuales -al parecer- se encontraría el de crear un ámbito de paz propicio para el comercio internacional. Es precisamente en ese ámbito en el cual China venía ganando con cierta comodidad la “guerra” que más le interesa librar con los Estados Unidos: la comercial. Si China le brindara ayuda militar directa a Rusia, favorecería la división global en dos polos, y desencadenaría sanciones occidentales contra empresas chinas.
Desde el punto de vista estadounidense, la división del mundo en dos polos antagónicos le permitiría al Tío Sam prolongar su hegemonía sobre uno de esos polos, y conducirse en un medio que ya conoce por haber transitado el Bipolarismo y la Guerra Fría contra la Unión Soviética. Fue principalmente a partir del desarrollo demencial de armamento que los Estados Unidos lograron que la compulsa concluyera con el sobrecalentamiento de la economía soviética y la consecuente implosión del bloque comunista. La fórmula del éxito tiende a repetirse.
Más interpretaciones
¿Qué cabe esperar entonces por parte del gobierno chino? ¿Favorecerá la victoria rusa en el campo de batalla? ¿Abandonará a su socio a su suerte? ¿Se mantendrá indiferente?
China acaba de negociar el 10 de marzo un acuerdo para que Irán y Arabia Saudita, dos países tenazmente enfrentados, restablezcan relaciones diplomáticas. Es decir que la diplomacia china actúa cada vez a un nivel más alto y más lejano a sus fronteras. Eso hace pensar que la indiferencia no sería demasiado viable.
Si, como en el caso del acuerdo entre Irán y Arabia Saudita, el gobierno de Xi se propusiera como “apóstol de la paz mundial”, lograría ganar un prestigio y liderazgo de un profundo magnetismo. El inconveniente con esta posibilidad es que no queda suficientemente claro hasta qué punto ese escenario sería el más beneficioso para China.
Pero hay otra interpretación -muy al estilo estadounidense por cierto- según la cual, la guerra entre Rusia y Ucrania favorece geopolíticamente a China. ¿Por qué? Porque al enfrentar a Occidente, Rusia fuerza el consumo de recursos de la OTAN y, cuanto más dure la guerra, más se agotaría la paciencia de la opinión pública occidental respecto de los conflictos armados en general y sus consecuencias. Detrás de este cálculo se escondería la pretensión china de tomar Taiwán por la fuerza y, en ese caso, mientras más dure esta guerra, serán menos quienes quieran involucrarse en otra.
Mientras tanto, la diplomacia china no menciona las palabras “guerra” ni “invasión” y asegura que se debe respetar la soberanía de todas las naciones -en referencia a Ucrania-, pero también deben atenderse las “preocupaciones legítimas de seguridad” de otros países -en referencia a Rusia-. No obstante ello, Xi visitó Moscú y no Kiev. Toda una señal que le permite a Putin sentir cierto optimismo.
El plan chino
Los 12 puntos propuestos por Xi antes de su visita a Putin pide conversaciones de paz y respeto por la soberanía nacional. Pero no exige que Rusia abandone Ucrania. Condena además las sanciones “unilaterales”, es decir que recaen solamente contra Rusia, en lo que se considera una crítica velada a los aliados occidentales de Ucrania. La propuesta de paz de China no incluye ningún tipo de garantía de seguridad para Ucrania ni incide en la retirada de las tropas rusas, motivo por el cual resulta -a priori- inaceptable para el gobierno de Volodimir Zelenski.
En una conferencia de prensa conjunta después de que terminaran las conversaciones con Xi en Moscú, Putin dijo que muchas de las disposiciones del plan de paz chino “pueden tomarse como base para resolver el conflicto en Ucrania, siempre que Occidente y Kiev estén preparados para ello”. Luego agregó que no ha visto tal “preparación” del otro lado.
El gobierno de Ucrania insiste en que Rusia debe retirarse de su territorio como condición para cualquier negociación. Y el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, expresó que pedir un alto el fuego antes de la retirada rusa significaría ratificar de hecho la conquista. En la UE la propuesta china es mirada con escepticismo.
Sucede que, en los términos establecidos, los 12 puntos propuestos supondrían una rendición de facto para el gobierno ucraniano. No obstante ello, la diplomacia china anunció que Xi Jinping establecerá en breve una comunicación telefónica con Volodimir Zelenski para hablar sobre la propuesta de acuerdo. Más aún, Xi visitará pronto otros países europeos para sumar apoyo en torno a su propuesta.
En suma
El gobierno de Xi ofrece señales de querer situarse en el lugar de “gran pacificador global”. Al mismo tiempo, de acuerdo a la visión milenaria de la historia que se encuentra en la base misma de la cultura china, parece dispuesto a permitir que la guerra se prolongue lo suficiente como para que la paz alcanzada sea tan deseada que cualquier forma de apaciguamiento ante un conflicto posterior sea aceptado.
En última instancia y, más allá del resultado de la guerra en Ucrania, el saldo para Rusia sería parecido aunque variara su tenor: la dependencia de China está asegurada.