21 de noviembre de 2024

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Alejandro Peláez, el pintor de «Perdón», el cuadro regalado al Presidente: «Yo pinto para Dios»

Un día después de Navidad, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, recibió a los representantes de ACIERA en la Casa Rosada. En ocasión de esa visita, el presidente de la entidad, Christian Hooft, le obsequió al mandatario un cuadro del artista plástico argentino Alejandro Peláez titulado Perdón.

La pintura es una de las creaciones bíblicas por las que se destaca el artista de Cipolleti, Río Negro. Es una obra de arte que lleva consigo una historia muy especial. Al respecto, Peláez habló con Cultos.com sobre el origen de sus creaciones, hoy aplaudidas y requeridas en todo el mundo.

“En septiembre del 2003 estaba a punto de gerenciar un Carrefour y tuve simplemente un sueño donde me veía frente a varios cuadros que eran sucesos bíblicos y en ese sueño una voz me decía que me diera vuelta, que había mucha gente y que tenía que hablarles de Dios”. Así comenzó a contar su historia un hombre felizmente casado con cuatro hijos que un día decidió tirar por la borda no solo un ascenso que además le otorgaba aumento de sueldo, casa y auto, sino que se expuso a la mirada de muchos que lo creyeron un loco.

Aferrado a ese sueño que turbó su despertar destacó: “marcó mi vida en un antes y un después, porque a partir de ese sueño yo tomé una decisión que fue literalmente renunciar al trabajo en el que estaba. Eso me llevó a reconocer que ya de chico tenía un talento para dibujar que había abandonado por seguir los pasos de mi padre que era panadero”“Me gasté el último sueldo que cobré en pinturas y pinceles para dedicarme y seguir lo que veía en ese sueño. Se suponía que veía sucesos bíblicos” enfatizó con un tono de orgullo y alegría en su voz.

 El Perdón

Sobre la imagen Perdón donde se ve a una mujer maltratada (María Magdalena) siendo socorrida por Jesús cuando fue condenada a la lapidación – cuadro que recibió el presidente como regalo de la entidad evangélica-, el pintor rionegrino confesó: “Fue una cuestión muy personal; el hecho de enfrentarme a Dios desde mi convicción personal con fe de que existe Dios” y dejó claro: “Yo no sé por qué razón la eligieron para el presidente; soy pintor de sucesos bíblicos y trabajo para mostrar lo que ese sueño me inspiró. Con esa obra sentí que como pecador tenía un problema real con Dios. Y me encontré con la cita donde hay una mujer que está en las mismas condiciones: pecadora que todos quieren matarla y de pronto ve a Jesús que pausa el ataque de sus captores con la famosa frase: ‘el que esté libre de pecado que arroje la primer piedra’”. Y agregó: “Justo cuando leía los comentarios (en ACIERA) por el regalo de este pastor al ir a ver al presidente en un momento donde todo el mundo está susceptible y piensa lo contrario: tirar piedras y juzgar, pensé que tal imagen representa uno de los mensajes bíblicos más claros en el nuevo testamento: que Jesús no vino a condenar sino a salvar. Yo creo que es una obra no solo para o por el presidente sino que como estamos en una época bastante difícil, bastante compleja, sin ánimo de hacer lo que Jesús hizo: perdonar mucho, sino lo opuesto: condenar mucho, la obra es propicia porque la pinté para que todos pudieran ver ese momento. Y si es que todos somos pecadores, necesitamos esa salvación. Esa imagen es muy necesaria para muchos de nosotros”.

Ferviente creyente, Peláez insiste en su relato: “Yo pinto para Dios. Hago lo que me mostró; yo pintaba y Él estaba en el sueño y me decía que le hablara a la gente de su existencia y mi compromiso es con él; todos los trabajos que hago básicamente tienen que ver con hacer algo que considero Él me pidió. Hice tantas cosas en contra de él que hoy tengo la oportunidad de hacer lo que él me pide aunque algunos me tilden de muy místico, es real”.

Una de las facetas más interesantes y, hasta podría llamarse “milagrosa” en su historia, es que la calidad de sus obras habla de alguien con una extensa formación, pero sin embargo, antes de aquel viaje onírico en su adultez, nunca antes había pintado. Así nos cuenta con humildad esta trayectoria: “yo jamás había tocado pinceles ni pinturas y a partir de ese sueño, fue un antes y un después; dejé todo, pero ahora vivo de esto. Y es muy difícil pintar sucesos bíblicos; convengamos que esto es muy de siglos atrás, por ende debo ser uno de los pocos que pinta este género. En el año 2003 no encontré a nadie haciendo esto en el sur del continente”.

La mirada racional y negativa de algunos lo sentenciaron a la desgracia total: “muchos me dijeron que me iba a morir de hambre. Pero no fue así, aunque al principio, en el primer año fue muy duro. En Argentina la Sociedad Bíblica vio mis pinturas y empezó a vender mis láminas; hoy llevo ya la quinta edición y me convocan de otros países también. No tengo muchas obras, debo tener 45 pintadas, no más que eso. Pero creo que cuando uno hace algo para Dios, lo va a hacer bien”.

El Inventor

“Yo era panadero, no estudié, por esfuerzo personal llegué a ser gerente en uno de esos hipermercados más importantes, pero entré haciendo tortas. Con la pintura empecé a viajar al exterior y vivir cosas que tal vez no hubiera podido siendo un gerente” contó con la serenidad de alguien que está conforme con haberse arriesgado a tomar una decisión que parecía costarle todo en la vida.

Luego de eso, hace unos años, mientras hablaba con uno de sus hijos sobre la carrera que pensaba seguir en la facultad, surgió algo que lo convirtió en un inventor. “Mi hijo iba a estudiar ingeniería pero no estaba convencido, así que lo animé a no hacer lo que dice la carrera y quise darle un ejemplo para que eligiera pensando en lo que le gusta hacer. Se lo quise graficar y en eso veo la bicicleta con el candado. Le digo: ‘mirá, eso lo cortan. No importa que hagan más grande el candado, consiguen la pinza más grande y lo cortan igual’. Fue loco porque ahí se me vino la idea. Como papá quiero darle consejos a mi hijo con autoridad. Y me dice ‘está buena la idea viejo ¿y qué vas a hacer ahora?’ y le dije: ‘bueno, nada, te estoy dando una idea a vos’. Me sentí sin autoridad frente a esa pregunta, así que me vi en la obligación de padre de buscar que, si no existía, lo tenía que hacer. Así pasé casi siete años de mi vida con eso; podría escribir un libro con eso, pero gracias a Dios logré el primer candado en la historia con cuatro trabas, es un candado inviolable. Si Dios quiere para marzo/abril está saliendo para todo el país. Fue una locura pero no podía decirle a mi hijo que hiciera algo que yo decía y no hacía. Me sentí muy bien de haberlo hecho solo por él. Dios sabrá que va a pasar con eso. Yo soy artista plástico y, honestamente, yo creo mucho en Dios, lo que hago es por y para Él”.

Volviendo a la pintura del obsequio presidencial expresó: “Me alegro que Christian (Hooft) haya adquirido esa pintura y que tanta gente la elija para regalar, especialmente para autoridades gubernamentales. Muchos me dicen que están cansados de regalar biblias y como yo pinto en referencia a Su Palabra, es otro recurso”. Como asociando que su camino en el arte no solo está ligado a un mandato divino, recordó que esta actividad lo tiene vinculado (sin querer), desde el principio, con la política: “Mi primera exposición fue en el Congreso. Así empecé mi carrera en esto”, agregó.

Ahora la vida le sonríe, pero en sus inicios, ese proceso tuvo sus obstáculos: “Cuando decidí dejar mi trabajo me quedé sin dinero, no tuve ni para pagarme una clase de pintura. El talento de dibujar lo tuve siempre, pero nunca había tocada pinceles ni colores. La gente a veces cree que hay algo de sobrenatural en esto, porque al año yo pinté un león, eso es hiperrealismo. La calidad hiperrealista  en Argentina solo la tiene un artista que se llama Oscar Campos. En un año de pintura logré una calidad que pocos han logrado”.

¿Y cómo sucedió eso? es la pregunta del millón. A lo que Peláez responde: “Porque tomé una decisión real de pintar cuadros. Para mí no fue un hobbie; yo tenía que lograr pintar esos cuadros que vi en el sueño. Creo que cuando uno hace algo de verdad, con la decisión de hacerlo bien y más sabiendo que voy a pintar para Dios, hay algo que se activa en uno que tiene que ver con que somos capaces, sobre todo cuando hay presión. Cuando tomé la decisión de quedarme sin trabajo, tenía un hijo y mi esposa estaba embarazada; le dije a ella que lo hacía para pintar cuadros; eso hice. Durante un año lo único que hice fue pintar pelos de animales; debo haber pintado millones de pelos porque tenía que aprender cómo hacer un pelo con un pincel grueso y que pareciera un pelo. Cuando logré hacer uno, trabajé los colores y al año apareció el león. Hay gente que no cree en esto porque cree que es imposible lograrlo en un año. Yo lo hice pero tampoco quiero decir que pasó un ángel; yo pasaba 12 horas pintando encerrado en una funeraria que me prestó un conocido porque mi casa era muy chiquita y no entraba el atril”.

Cada vez más convencido de que los logros se deben a una comunión entre talento y compromiso con el sentir, pensar y hacer, más mucha fe, concluyó haciendo mención a Hebreos 11: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” y subrayó: “Yo creo que Dios me dio un talento, y si me lo dio es porque tenía un plan y cómo no va a ayudarnos si trabajamos para el plan para el cual él nos creó”.

 

    Entrevista, especial para Cultos: Silvina Batallanez