Las agitadas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 marcaron el agotamiento del modelo instaurado durante el menemismo y profundizado luego por Fernando de la Rúa.
Partidos políticos y grupos sindicales, estudiantiles y de derechos humanos ya convocaron a una serie de actos y marchas que tendrán sus réplicas en varias ciudades del país, aunque el acto central será en la Plaza de Mayo de Buenos Aires.
Al fenómeno piquetero que venía resistiendo casi en soledad las políticas neoliberales de los ’90 se sumó la clase media tras el corralito. Las protestas del 19 y 20 de diciembre generaron una violenta reacción policial que lejos de vaciar las plazas del país las alimentó.
El 20 de diciembre De la Rúa presentó su renuncia al Congreso de la Nación. Dejaba la Casa Rosada en helicóptero en una imagen que quedó grabada en la historia de la Argentina. Dejaba tras de sí 34 muertos en su último intento por instaurar el orden y recuperar la Plaza de Mayo mediante la represión. El 19 de diciembre, De la Rúa había instaurado el estado de sitio. Pero la gente lo ignoró y salió a la calle. Hubo saqueos. Descontrol. Manifestaciones espontáneas. Mucha represión.
Su salida aumentó la inestabilidad política y, en sólo 10 días, Argentina tuvo cinco presidentes, hasta que el 2 de enero de 2002, Eduardo Duhalde asumió como interino y logró permanecer en el cargo hasta que el año siguiente le entregó el poder a Néstor Kirchner.