Tras la elecciones, el espectro ideológico chileno aparece polarizado en torno a los dos candidatos que competirán en diciembre por la presidencia.
Las elecciones del domingo 21 de noviembre dejaron como saldo un panorama político e ideológico cada vez más polarizado en Chile. La ciudadanía deberá elegir el 19 de diciembre entre las dos opciones que quedaron en pié y que representan extremos antagónicos.
Como puede advertirse, solamente 2,1 puntos porcentuales los separan, y es por ese motivo que la cacería de alianzas, apoyos y votos, ha comenzado. Curiosamente, los dos candidatos representan los dos extremos del arco político e ideológico del país, pero deben seducir al electorado que ideológicamente es menos extremista o políticamente más independiente.
Dos opuestos que buscan lo mismo
Los candidatos proponen dos modelos de país totalmente opuestos. Boric tiene un programa que apunta hacia un Estado de bienestar parecido al europeo, con acento feminista y ecologista. Kast defiende el modelo económico
Ninguno de los dos perdió el tiempo. Tras las elecciones presidenciales, ambos candidatos emprendieron una frenética búsqueda de apoyos de los otros bloques políticos para poder ganar el ballotage. Y las definiciones no tardaron en hacerse efectivas. La Fundación Horizonte Ciudadano, creada por la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y dos veces presidenta de Chile (2006-2010 y 2014-2018), Michelle Bachelet, manifestó su apoyo a Boric en la segunda vuelta electoral.
Mediante un contundente comunicado, la Fundación expresó su apoyo a la candidatura de Boric: “En la elección presidencial chilena están en riesgo, ya sea por retroceso o por detención de avances, prácticamente todos los ámbitos del desarrollo humano que determinan nuestros compromisos y orientan nuestro quehacer”.
En la vereda de enfrente, todos los partidos del oficialismo chileno, ubicado en el centroderecha del espectro ideológico, confirmaron su apoyo a Kast en la segunda vuelta. Así lo hizo el partido conservador Renovación Nacional (RN), después de que hicieran lo propio la Unión Demócrata Independiente (UDI), Evolución Política (Evópoli) y el Partido Regionalista Independiente Demócrata (PRI). Esos cuatro partidos conforman la coalición “Chile Podemos Más”, que sustenta al actual mandatario, Sebastián Piñera, y cuyo candidato para sucederlo, Sebastián Sichel, quedó lejos de llegar al ballotage el pasado domingo, al alcanzar solamente el 12,7 por ciento de los votos.
Con los apoyos de los partidos del centroderecha y del centroizquierda ya repartidos -habrá que esperar hasta las elecciones para saber si el electorado convalidará en las urnas estos acuerdos entre cúpulas políticas- Kast y Boric trabajan intensamente para obtener al menos una parte de los 870 mil sufragios que recibió Franco Parisi.
Parisi es un extraño personaje de la política chilena con un discurso demagógico y de derecha, que realizó toda su
Pero volviendo al ballotage, en sus redes sociales, Parisi afirmó que consultará digitalmente a sus seguidores para que decidan si apoyarán a algún candidato en la segunda vuelta, anularán el voto o quedarán en libertad de acción.
El diputado electo fascista que renunció antes de asumir
En esta carrera corta pero intensa para definir quién será el próximo presidente, los candidatos tienen perfectamente claro que cualquier error propio o de sus respectivos partidos, puede ser fatal.
Kast se esfuerza por mostrar formas amables para disfrazar un ideario político claramente reaccionario, pero fue precisamente a él y a su Partido Republicano a quienes les estalló la primera crisis.
Un diputado electo de su agrupación, Johannes Kaiser, debió renunciar antes de asumir la banca tras la polémica desatada por una serie de intervenciones suyas en las redes sociales con frases peyorativas -y groseras- hacia mujeres e inmigrantes. En concreto, cuestionaba el derecho al voto de las mujeres, relativizaba las violaciones, arremetía contra los migrantes y se mofaba de las víctimas de la dictadura cívico-militar encabezada por Augusto Pinochet.
Los mensajes fueron condenados por el propio Kast, quien rápidamente comprendió que con una mera disculpa no alcanzaría. El partido inició entonces el proceso para expulsar a Kaiser, quien finalmente renunció.
Kast parece haber comprendido que las formas grotescas de Donald Trump o de Jair Bolsonaro ya no seducen de la misma manera, porque se hizo evidente que incorrección política no es sinónimo -nunca lo fue- de honestidad intelectual. Tampoco lo es la corrección política. Pero los partidos y las ideologías de extrema derecha nunca se caracterizaron por abrevar en la corrección política, a la que suelen asociar con los partidos políticos tradicionales. Para diferenciarse, la extrema derecha siempre tendió hacia las formas grandilocuentes, desproporcionadas y hasta groseras.
Lo novedoso en el caso de Kast es que él intenta llevar adelante formas respetuosas y agradables para maquillar deliberadamente el fondo. Quizás se esté ante el surgimiento de una nueva categoría politológica, la del “ultraderchista amable”.
Tres certezas y un interrogante
Mientras la cacería de votos que se extenderá hasta el 19 de diciembre avanza, y el juego de los errores se encarniza, solamente hay espacio para tres certezas que pueden significar algo o quizás no signifiquen nada.
La primera es que ésta es la elección presidencial más incierta en Chile desde el retorno de la democracia en 1990. La segunda es que el espectro político e ideológico chileno está cada vez más polarizado. La tercera, es que en todas las oportunidades en que hubo ballotage, se convirtió en presidente quien venció en la primera vuelta.
Esta vez, hay poco más de dos puntos de diferencia entre ambos candidatos. ¿Podrá Boric escribir su página en la historia?