A cambio de la postulación porteña de Carrió, el alcalde como Mauricio Macri acataron su pliego de condiciones: la entronizaron y dieron fe ciega de su honradez, haciendo equilibrio algo incómodo en la pulseada entre la diputada y presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti. La gobernadora María Eugenia Vidal no se mostraba tan dispuesta a semejantes concesiones. Así, nunca la convocó en privado ni sedujo en medios, para sumarla como candidata bonaerense. Si bien ése no fue el único motivo de su apuesta por Capital, Lilita decodificó perfectamente la frialdad.
Cerca de Vidal admiten que preferían postulante de perfil más bajo que Carrió. O mejor dicho, uno que evite fricciones en la convivencia de campaña, ya sean problemas de cartel, egos o diferencias de fondo. El ministro Esteban Bullrich rankea en esa categoría, pero también el neurocientífico Facundo Manes, ex interventora del gremio Somu Gladys González y hasta la legisladora Graciela Ocaña. Carrió ya pidió para esa boleta también a Toty Flores y Marcela Campagnoli.
En Capital, en cambio, larretistas hacen el cálculo inverso: no presumen choques de estilo con el alcalde. El fuerte de Rodríguez Larreta nunca fue el carisma, tampoco empatía. Y hasta se entusiasman con una Carrió que humanice a la estructurada tropa del PRO y conduzca el pulso de la campaña.