¿Cómo esconder dos elefantes?: Secretos y mentiras
Por Guillermo Carmona*
Secretismo y acción distractiva son dos de las claves en la estrategia del macrismo. Se trata de instrumentos políticos potentes, aunque no infalibles. El caso del escandaloso cambio de la posición del G77 más China sobre la Cuestión Malvinas y la confesión de Marcos Peña sobre el secretismo en las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea develan mecanismos de ocultamiento de medidas impopulares y contrarias al interés nacional.
La displicencia es una de las características más representativas del gobierno de Macri. Las mayores atrocidades son decididas, ejecutadas o justificadas con un sorprendente desdén que se traduce en actitudes de desparpajo y frialdad ante las consecuencias nefastas de las medidas que adopta. Ejemplos hay muchos, como el cada vez más evidente encubrimiento del accionar de la Gendarmería Nacional en el caso de la desaparición forzada de Santiago Maldonado, el envío de toneladas de oro en lingotes a Gran Bretaña o la toma de deuda a cien años.
Pero el desdén con el que trata Macri a la cosa pública no implica precisamente transparencia. Hay movimientos imperceptibles para la ciudadanía y para buena parte de la dirigencia que están reconfigurando silenciosa y constantemente a la Argentina al formato neoliberal. Son movimientos subterráneos del gobierno de Macri que en cuanto adquieren alguna visibilidad producen la alarma y el asombro de los afectados. Y a veces, también, la desazón y la naturalización frente a situaciones que a la inmensa mayoría de los habitantes de nuestro país perjudican.
El secretismo es un instrumento poderoso para la invisibilización de medidas impopulares o contrarias al interés público. Y también lo es la maniobra distractiva. Aunque no debe resultar sencillo, es posible esconder un elefante si se dispone de una manada de elefantes. Hoy abundan elefantiásicos distractivos como para ocultar y disimular los más grandes y dañinos problemas en perspectiva de futuro.
Secretismo y distracción son dos claves en la estrategia del macrismo. Se trata de instrumentos políticos potentes, aunque no infalibles. La interpelación aguda hacia quienes gobiernan y sus fisuras internas actúan a menudo como alarmas que pueden evitarnos calamidades. En esta nota me propongo compartir un par de situaciones destinadas al desconocimiento público pero que, gracias a la actuación de personas atentas a los movimientos subterráneos del gobierno, han podido ser dadas a luz. Son dos grandes elefantes que pasaron ocultos en medio de las manadas de paquidermos gubernamentales. Es así como en las últimas semanas he tenido la posibilidad de acceder y revelar información oficial que devela cómo funcionan los mecanismos del secretismo y de la disimulación en el gobierno macrista. Se trata del escandaloso caso del cambio de la posición del G77 más China sobre la Cuestión Malvinas y de la confesión de Marcos Peña respecto del secretismo al que se encuentra sometido el manejo de las negociaciones del tratado de libre comercio (TLC) entre el Mercosur y la Unión Europea.
El ocultamiento de una esperpéntica declaración por Malvinas
El primero de los hechos lo denuncié el pasado martes 3 de setiembre en una reunión de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto de la Cámara de Diputados, de la que soy integrante. Allí di lectura a la información que la ex embajadora de nuestro país en el Reino Unido y actual integrante del Observatorio Malvinas de la Cámara de Diputados de la Nación, Alicia Castro, me había hecho llegar conteniendo la alerta lanzada por un especialista en derecho internacional sobre el cambio de posición del G77 más China sobre la Cuestión Malvinas.
En paralelo a las sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas –en la que participaron presidentes y primeros ministros de todo el mundo y en la que la Argentina estuvo sub-representada por la vicepresidenta Gabriela Michetti- se produjo como todos los años la reunión ministerial del G77 más China que, como conclusión del encuentro, adoptó una Declaración Ministerial el día 22 de setiembre, es decir once días antes de mi denuncia. El miércoles 4, algunos medios publicaron la información que el día anterior di a conocer en la Comisión y que había pasado absolutamente desapercibida durante casi dos semanas. No fue distracción de quienes seguimos los temas de la política exterior. Hubo ocultamiento: la Cancillería argentina no publicó en su página oficial la participación del canciller Faurie en la reunión del G77 más China, uno de los más importantes foros de los que Argentina es parte integrado por más de 130 países que unánime y categóricamente acompañan a nuestro país en la Cuestión Malvinas. Aunque contiene dos párrafos referidos a Malvinas (o justamente porque los contiene) la Declaración de la reunión ministerial tampoco fue publicada en la página oficial de la Cancillería. Desde la Cancillería prefirieron informar de las trascendentales reuniones de Faurie con el primer ministro de Fiji y con los cancilleres de Qatar, Kuwait y Andorra, entre otros. Solamente un tweet registró el paso de Faurie por la reunión del G77 y lo muestra en una foto con el presidente de Ecuador, Lenín Moreno. Da la impresión que la tentación de mostrarse con un presidente pudo más que la evidente decisión de invisibilizar su participación en ese foro amigo. Eso sí, de la Declaración sobre Malvinas ni una palabra.
La omisión de la publicación sobre la Declaración del G77 más China no es casual: contiene el más enorme y grave retroceso diplomático de la Argentina en un foro internacional en décadas. El cambio del texto, que de manera contundente avalaba año a año las pretensiones de Argentina por otro desfavorable, no fue iniciativa de otro país. La modificación fue a instancias de la Cancillería argentina que trabajó para consagrar un texto en desmedro de la posición argentina y, como consecuencia, en favor del Reino Unido de Gran Bretaña, país que no es parte ni participa en el G77 más China. Básicamente, el nuevo texto adapta el apoyo de los países firmantes a los términos del repudiado Acuerdo que el gobierno de Macri suscribió el martes 13 de setiembre del año pasado con el gobierno británico. Allí Argentina se comprometió a “remover obstáculos” para la explotación de los recursos naturales en Malvinas en favor del “crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las islas”, es decir en favor de los británicos. Ahora el G77 más China suma su apoyo a ese favorecimiento. En lugar de repudiar la acción depredatoria británica, como lo hacía antes, la Declaración contiene este año la fórmula introducida en el Acuerdo del martes 13.
Resulta de interés la lectura del informe del especialista en derecho internacional que detectó la situación y alertó a Alicia Castro sobre el retroceso producido. Dice así:
“El 22 de septiembre de 2017 se adoptó en Nueva York la Declaración Ministerial del G77 + China que, al igual que en el pasado, incluye párrafos referidos a la Cuestión Malvinas. En esta ocasión, se redujo sensiblemente la importancia del asunto, con las siguientes- graves- omisiones:
– Se perdió el lenguaje que, desde 2005, dejaba sentado el perjuicio económico que la disputa y el accionar unilateral del Reino Unido genera a Argentina.
– Se perdió el llamamiento a las partes a abstenerse de tomar acciones unilaterales mientras se resuelve la controversia de soberanía. (Res.AGNU 31/49)
– Se perdió el endoso del G77 al ‘accionar legal’ que dispuso el Congreso argentino respecto de la exploración y explotación ilegales en espacios marítimos argentinos.
– Se habla de ‘mantener (» HOLD «) negociaciones’ cuando, como la doctrina de la ONU establece, se trata de ‘reanudar ‘ («RESUME») las negociaciones de soberanía que tuvieron lugar desde 1966 hasta 1982, en cumplimiento del mandato vigente de la ONU y que el Reino Unido reconociera también en 1966 en el comunicado conjunto suscripto con la Argentina.
– El nuevo texto introduce el concepto de la Declaración Conjunta del 13 de septiembre de 2016 (Acuerdo Foradori-Duncan) sobre la relación entre el bienestar de las islas con el accionar legal argentino: las medidas legales de Argentina para impedir y sancionar el accionar ilegal británico en el área representarían un ‘obstáculo’ para el crecimiento económico. El Acuerdo 13/9/16 habla de ‘remover obstáculos para el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las islas en materia de hidrocarburos pesca y navegación’. Este texto del G77 recoge el mismo concepto: ‘resaltaron la importancia de que no se tomen medidas que puedan afectar el crecimiento económico y el desarrollo sustentable’ que deja ver que la decisión del Congreso argentino de impedir la explotación que los británicos desarrollan ilegalmente, atentaría contra el desarrollo económico en las Islas”.
En síntesis, se trata de un escándalo diplomático silenciado por la Cancillería argentina mediante una acción de disimulación u ocultamiento. La Cancillería impulsó una declaración de un grupo de países amigos que implica un debilitamiento de la posición reconocida por esos mismos países en favor de la Argentina frente a los británicos por la cuestión Malvinas. Un gesto de “buena voluntad” en favor del gobierno británico que, necesariamente, debe ocultarse para evitar la ira del pueblo argentino. Todo lo descripto ocurrió en presencia del canciller Faurie, quien avaló la declaración sin chistar. También estuvo allí, sorprendentemente, el embajador argentino en Londres, Renato Carlos Sersale di Cerisano. Cabe preguntarse qué hacía en Nueva York este diplomático, participando de un foro en el que la declaración que se impulsaba era evidentemente desmalvinizadora. Su misión de preservar los intereses argentinos se espera que la concrete en el Reino Unido. Hay sospechas verosímiles de que Sersale fue uno de los que aportó letra al esperpento. Si se repasa su cuenta de Twitter se puede observar que su agenda no se condice demasiado con el cumplimiento de su misión. Está llena de cumplidos hacia el embajador británico en Buenos Aires y de eventos deportivos y culinarios aparentemente destinados a fortalecer la amistad binacional, lógicamente, entre sus escasos participantes.
Tras este nuevo escándalo he anticipado en la Comisión de Relaciones Exteriores que si el canciller no da explicaciones a la brevedad insistiremos con nuestro pedido de interpelación. Y si esto también fracasara por el accionar dilatorio del oficialismo el canciller tendrá que enfrentar un pedido de juicio político. Mientras tanto hemos presentado un proyecto de declaración repudiando el accionar de la Cancillería. Fue firmado por los diputados del FPV-PJ Juan Manuel Pedrini, Daniela Castro, Silvina Frana, Julio Solanas, Eduardo Seminara, Alberto Ciampini, Alicia Soraire, Ana Luz Carol, Luis Basterra, Martín Pérez y por quien suscribe, y por el diputado del Frente Renovador Horacio Alonso.
Queda claro que los países amigos, por más amigos que sean, no declararán ni defenderán lo que el gobierno argentino no sostenga con convicción y firmeza. En los foros internacionales no existen los “más papistas que el Papa”. Así es como, con actitudes abiertamente contrarias al interés nacional, la Argentina en poco tiempo va perdiendo los apoyos que con esmerada dedicación y paciencia fueron acumulados frente a un cada vez más aislado Reino Unido.
El secretismo en la negociación de un TLC, a confesión de partes…
Otro hecho reciente es el reconocimiento flagrante de la práctica del secretismo por parte de las más altas autoridades del gobierno nacional. En ocasión de la comparecencia del Jefe de Gabinete de Ministros a brindar informe a la Cámara de Diputados le formulé por escrito un pedido referido al estado de la negociación de un tratado de libre comercio que, por impulso de Macri y Temer, el Mercosur busca cerrar con la Unión Europea antes de fin de año. Mi solicitud fue la siguiente: “En relación a las negociaciones para concretar el Acuerdo de Asociación Birregional entre la Unión Europea y Mercosur, solicito se remita a la Comisión de Relaciones Exteriores el intercambio de ofertas actualizado y el estado de las negociaciones del mismo”.La respuesta escrita del Jefe de Gabinete de Ministros, Marcos Peña, fue la siguiente:
“En oportunidad del intercambio de ofertas celebrado en Bruselas el 11 de mayo de 2016, tanto los representantes del MERCOSUR como los de la Unión Europea acordaron mantener la confidencialidad sobre el contenido de las mismas y evitar ‘errores del pasado’, como realizar acusaciones recíprocas en los medios de prensa, precisamente para preservar un ambiente constructivo y propositivo que favorezca un resultado exitoso para la negociación de este Acuerdo de Asociación.
Se hace notar que en la actualidad, ambas partes están analizando los respectivos pedidos de mejoras sobre las ofertas intercambiadas el año pasado.
Cabe destacar que, por lo general, en las negociaciones de naturaleza comercial, las ofertas y las modalidades de negociación revisten carácter reservado, para salvaguardar el normal desarrollo de la negociación.
Por otra parte, se informa que los Ministerios involucrados en la negociación -el Ministerio de Agroindustria, el Ministerio de Producción y la Cancillería, principalmente- están en contacto permanente con el sector privado sobre el desarrollo de esta negociación y en tal sentido ya han llevado a cabo encuentros, a pedido de diversas entidades o empresas, tanto en forma conjunta como sectorial, a fin de brindarles detalles respecto de los temas de negociación”.
Esto se llama secretismo y es el preludio de una catástrofe económica para los países del Mercosur. El señor Peña nos dice a los legisladores que no podemos acceder al contenido de las negociaciones por ser “confidenciales” a pesar de la representación de la que nos ha investido el pueblo argentino. Al mismo tiempo nos informa de los contactos de los ministerios involucrados con el “sector privado” a pedido de “diversas entidades y empresas” a los que se les ha brindado “detalles respecto de los temas de la negociación”. En pocas palabras, quiere decir que los legisladores no podemos acceder a la información que ya ha sido puesta en conocimiento de un selecto grupo de empresarios, una muy republicana y democrática acción del gobierno. Se trata de otro escándalo que la mayoría de los medios de comunicación silencia y que la ciudadanía desconoce. Esos representantes del “sector privado” no son las Pymes ni los sindicatos de trabajadores que ya están jaqueados por la apertura importadora y que ven en el TLC con la Unión Europea una seria amenaza para la producción y el trabajo nacional. Son las grandes corporaciones económicas que integran el gobierno a través de ministros, secretarios y subsecretarios CEOcratas.
El informe de Peña contiene información que da cuenta de que lo que se está negociando no es un simple acuerdo de comercio. Dice así:
“En lo que respecta al formato de la negociación, se detallan a continuación los 12 grupos negociadores que corresponden a la parte comercial del Acuerdo de Asociación Birregional: Comercio de bienes; Reglas de Origen; Medidas Sanitarias y Fitosanitarias; Obstáculos Técnicos al Comercio; Defensa Comercial; Servicios y Establecimiento; Compras Gubernamentales; Aduanas y Facilitación de Comercio; Propiedad Intelectual; Comercio y Desarrollo Sostenible; Solución de Controversias; Defensa de la Competencia (cuyo texto fue acordado en ocasión del XXVII CNB realizado en Buenos Aires en marzo pasado)”.
Como puede observarse se trata de mucho más que cuestiones comerciales y sigue el modelo de otros acuerdos predecesores, entre ellos el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte). Noam Chomsky se ha referido al NAFTA diciendo que “con propósitos de propaganda fue denominado ‘acuerdo de libre comercio’. Nada más lejos de la realidad; como otros acuerdos, algunos de sus elementos eran proteccionistas en grado sumo y en su mayor parte no tenía nada que ver con el comercio; era un pacto sobre los derechos de los inversores y, a semejanza de otros ‘acuerdos de libre comercio’, este, como era de esperar, resultó perjudicial para los trabajadores de los países participantes”.
Macri y Temer están negociando un pacto sobre los derechos de los inversores y las grandes corporaciones económicas y no quieren que los pueblos, los parlamentos y los sectores afectados se enteren de su contenido. Los secretos y mentiras están a la orden del día en estas negociaciones. No se trata de abstractas cuestiones de política internacional sino de acuerdos con directas consecuencias económicas y sociales que harán más difícil y dura la vida de millones de argentinos y suramericanos.
Es tiempo de que reaccionemos con energía desde el Congreso Nacional y el Parlasur, desde las cámaras empresariales Pyme y desde las asociaciones representativas de las economías regionales, desde las centrales sindicales y desde los gremios, desde los sectores industriales que serán barridos del mapa económico con las importaciones europeas sin aranceles. Si no es ahora preguntémonos cuándo. Es muy probable que en diciembre ya sea tarde.
Las manadas de elefantes que el gobierno libera cotidianamente ante una opinión pública atónita y embarullada nos distraen por doquier. Si nos descuidamos y no reaccionamos a tiempo puede que llegue el día en el que Macri y Temer anuncien a los cuatro vientos, displicentemente y como si se tratara de un nuevo gran logro: “tudo bem, tudo legal, tudo joia”. Ante ese probable escenario los llantos y crujidos de dientes no tardarán en llegar.
(*) Diputado Nacional por Mendoza (FPV-PJ), vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto de la Cámara de Diputados de la Nación.