De la geopolítica eurocentrista a la geopolítica justicialista|Por Luis Gotte
“El mar es dulce y hermoso, pero puede ser cruel”
Ernest Hemingway
La Geopolítica, para algunos una ciencia, para otros una disciplina o un método de estudio interdisciplinario, se atribuye su irrupción académica a un grupo de jóvenes profesores de geografía alemanes que, en 1919, consideraban que las disciplinas enseñadas en sus Universidades eran inadecuadas para “demostrar que las fronteras de Alemania establecidas por el Tratado de Versalles, no solo eran injustas y absurdas, sino que también para el futuro de Europa eran peligrosas”. Como así sucedió. La “geopolítica”, en esta etapa embrionaria, les brindó la oportunidad de argumentar y, así, fue adquiriendo una gran difusión en las décadas siguientes, no solo en los espacios universitarios, también militares.
Ella se centra en el estudio de los sucesos políticos mundiales, así como de los efectos que dichos hechos generan en nuestra comunidad. Para ello, se alterna con otra serie de disciplinas como las Relaciones Internacionales, la Economía, la Sociología, la Historia, así como la Geografía y la Ciencia Política.
Ahora bien, en nuestras Patrias subordinadas (Marcelo Gullo, 2008) o dentro de un régimen de colonialidad (Aníbal Quijano, 2014), estas ciencias son dispositivos foráneos de formación, subordinación y de colonialidad del saber. De saberes autopercibidos como propios, que son una reproducción de los análisis, definiciones y conclusiones eurocentrista.
Por consiguiente, si nuestras Ciencias están condicionadas al pensamiento del imperialismo, llámese liberal o socialistas (en todos sus derivados), la Geopolítica nacional no podría orientar un conocimiento real de nuestro país, como describir el contexto político internacional. Y muchos menos, crear conciencia nacional histórica, buscando predecir las situaciones futuras que pudieran afectar a nuestra comunidad.
Ante este escenario, es urgente organizar una teoría crítica. Sabemos que no es fácil, será necesaria la intervención de una Filosofía liberada que abra camino para una Teoría del Disenso (Alberto Buela, 2014). Hoy, la mediocridad de las ciencias sociales y de la filosofía nos impide pensar críticamente. Ambas están atadas al progresismo socialdemócrata como al neoliberalismo conservador, dos puños político-ideológico que nos han noqueado, desde el comienzo del globalismo.
De esto se desprende que, la Geopolítica deberá tener un desarrollo Hispanoamericano, apoyándose en categorías que le permita percibir a nuestra comunidad en su totalidad y, a su pueblo no solo como materia y espíritu, incluso, enraizado con su tierra. Todo ello sintetizado por el Justicialismo, para quien la Geopolítica es un proceso lógico para comprender, distinguir, apreciar y resolver el comportamiento político a nivel internacional y sus efectos en nuestra comunidad nacional.
Comprender que, la comunidad internacional está atravesando su peor crisis que se recuerde, ingresando a una nueva Edad Media (Umberto Eco, 1974); distinguir que, el emergente de la Industria Tecnológica nos está llevando a un escenario de confrontación por recursos minerales (litio, coltán, torio, tierras raras…); apreciar que, se está intentando crear un único orden mundial, llamado “globalismo”, al que se le opone el “soberanismo”. Resolver que, uno como otro escenario siempre tendrán una actitud imperialista sobre nuestras Patrias.
En consecuencia, nuestro Planeta Tierra, está dividido en dos grandes grupos. Un sector con un esquema de poder económico, que busca concentrar poder, tomar decisiones, subordinar a los gobiernos, imponernos un régimen liberal -disfrazado de libertad- como instrumento para hacerse de nuestras riquezas. Están divididos en dos bandos, uno globalista propiamente dicho, que impulsa una “unidad de régimen” sin importar las culturas, tradiciones e historia de los pueblos; y otro, los soberanistas, de un nacionalismo reaccionario con reminiscencias imperialistas y voraces de nuestros recursos. Ambos bandos representan, para nosotros, lo que es el centralismo o unitarismo, empobrecedor y destructivo, por lo tanto, lo será para nuestro planeta. Tenemos experiencia para compartir.
Un segundo grupo, los Federalistas, con un esquema de poder político. Un grupo de países que quieren ser escuchados, conservar sus soberanías, autonomía e independencia. Su autodeterminación. Poder tener y elegir el propio gobierno, constitución, leyes y economía. Cultura y educación, decires y saberes. Con un cierto nivel de proteccionismo económico para algunas incipientes producciones regionales. Conseguir la felicidad de su pueblo y la grandeza de sus patrias. Los denominamos federalistas porque deberán trabajar en conjunto, unificados, para lograr dichos objetivos. Fue la propuesta de Artigas, continuada por Perón y sostenida por Methol Ferré, desde la geopolítica de la Patria Grande, el Continentalismo o de la Solidaridad, en defensa ante una carrera anhelante de posesión territorial y reordenamiento productivo. De ello se infiere que un grave peligro se desplazará sobre nuestras patrias de mayores reservas territoriales…empecemos a prepararnos.