Despenalización de drogas: Misceláneas – Por Federico Addisi*
El eufemismo de la “política de reducción de daños”, – más acertado es llamarlo despenalización de drogas-, no es algo nuevo en el tablero de la política mundial.
Si bien su avance en la región; y en Argentina en particular fue impulsado durante el gobierno kirchnerista, a través de la promoción y financiamiento de la Open Society de George Soros, el ex jurista de la Corte Suprema Eugenio Zafaroni, y la enigmática revista cannabica THC, de incierta financiación (dinero del narcotráfico?).
Lo cierto es que los cerebros del Nuevo Orden Mundial a través de una de sus colaterales para Hispanoamérica, como lo es el Diálogo Interamericano (DI), ya pedía legalizar el consumo privado de drogas a través de la “Directiva de Seguridad Nacional N. 77” firmada por Ronald Reagan. La misma asignaba a la CIA la instrumentación de dichas órdenes bajo el plafón del Proyecto Democracia.
Mientras que en países como Holanda o Colombia esta política ha fracasado aquí se intenta imponer una receta que sólo aumentaría las ganancias del narcotráfico y estimularía el consumo. El Señor Jaime Bermúdez, ex embajador colombiano en la Argentina, admitió que un su país gracias a la despenalización no sólo no se redujeron los índices de consumo sino que crecieron los carteles y las mafias.
Uno de los preferidos caballitos de batalla de los abolicionistas es aquel que dice que la Marihuana se trata de una droga social y que no posee carácter nocivo. No más que el alcohol por ejemplo. O el tabaco…otro droga permitida. Dicen. Al respeto respondemos:
La comparación de la marihuana con el tabaco es absolutamente falsa. Afirmamos esto ya que según explica la ciencia médica el tabaco se trata de solución hidrosoluble, es decir que se disuelve en agua y es eliminado por el orín y la transpiración; en tanto que la marihuana es liposoluble, se disuelve en las grasas. Por ello al circular por el organismo se pega a las neuronas (células cerebrales) y permanece semanas enteras allí adherida mientras quema los tejidos por ser corrosiva. El fumador de marihuana paulatinamente pierde memoria e inteligencia. La marihuana es cancerígena y comparando un cigarrillo de tabaco con uno de “cannabis”, este es cuatro veces más pernicioso para la garganta y pulmones (Universidad de California, Los Angeles). Según confiesa la propia revista pro marihuana THC (26/8/09) “los consumidores crónicos de marihuana tienden a aumentar la cantidad para lograr los mismos efectos. La marihuana es una droga clasificada por la OMS como droga Categoria I, lo que quiere decir que no tiene uso médico reconocido acertado (Ley Federal de Sustancias Controladas).
En materia legal, un fallo de la Corte Suprema, de 2009, conocido como fallo Arriola determina en sus considerandos la despenalización de “las drogas”, y no de la marihuana como quiere instalarse públicamente. El ex juez de la Corte, Zafaroni declaraba en THC, “sólo sancionaría la marihuana si se tratara de tráfico masivo (…) Fumar o consumir drogas en la calle no sería penado si quien consume no “hace proselitismo” (¿?) Nadie puede ordenar un allanamiento por un porro o una planta de marihuana” (THC; 26/8/09).
La “pelota” está rodando y los actores están en la cancha. Es deseable que se den cuenta que los que está en juego no es ni más ni menos que la salud de las futuras generaciones.
(*) Historiador revisionista. Estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad del Salvador. Además es Diplomado en Antropología Cristiana (FASTA) y en Relaciones Internacionales (UAI). Publicó “San Martín, Rosas, Perón. Un homenaje a Fermín Chávez” (2008); “Estévez. Vida de un Cruzado” (2009); “Raúl Scalabrini Ortíz. Sus libros y sus enseñanzas” (2009); “Aportes al Bicentenario” (2011); “Historia de la Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas” (2013). Es columnista en “Noticias del Congreso Nacional”. Como historiador, pensador y periodista siempre se manifestó estrechamente vinculado al Pensamiento Nacional y a la Doctrina Nacional del Justicialismo. Actualmente es el Director de Cultura de la Fundación Rucci de la Confederación General del Trabajo.