Ecuador, elecciones y violencia
Por Mariano Yakimavicius
Los asesinatos y el narcotráfico golpean a una ciudadanía angustiada que debe enfrentar una elección presidencial que determinará su futuro.
El asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio el pasado 9 de agosto en Quito fue el que captó mayor atención de la opinión pública global, pero no fue el único. Desde el de Agustín Intriago el 23 de julio, hasta el de Pedro Briones el 14 de agosto, se alcanzó una tríada de asesinatos políticos en sólo tres semanas. Tal es el grado de violencia en el que está sumido Ecuador.
Se trata de un fenómeno extendido que supera las cuestiones ideológicas. Villavicencio tenía posibilidades de disputar la presidencia en una eventual segunda vuelta y era conocido por su postura anticorrupción y su oposición al correísmo. Briones era, por el contrario, afiliado al partido de Rafael Correa.
Una ciudadanía cansada y atemorizada concurrirá a las urnas el domingo 20 de agosto en un contexto en el cual los conflictos políticos y no políticos se dirimen violentamente y dejan expuesta la debilidad del Estado y a la dirigencia política tradicional sin capacidad de respuesta.
Cuando el Estado no está
La crisis que atraviesa el país tiene una dimensión política estatal y otra política dirigencial. La primera, se caracteriza por la enorme influencia de distintos grupos criminales vinculados al narcotráfico sobre un Estado que, previamente, fue sistemáticamente debilitado. Los gobiernos del presidente Guillermo Lasso y de su predecesor, Lenin Moreno, implementaron políticas liberales desde 2017, lo que se tradujo en falta de inversiones y reducción de ejecuciones presupuestarias en distintas áreas estatales.
La crisis político dirigencial se caracteriza por el rápido desgaste al que se expuso la gestión del empresario Lasso. El actual gobierno perdió toda su capacidad política tras la consulta popular que convocó y se realizó en febrero, con la cual apuntaba a reformar varios aspectos de la Constitución Nacional y donde obtuvo el rechazo de la mayor parte de la ciudadanía. Además de resolver algunos problemas derivados de la falta de apoyo legislativo con la que inició su gobierno en 2021, Lasso buscaba también medir su aprobación, pero sólo logró agotar su capital político. En mayo, cuando prosperaba un proyecto de juicio político en su contra, apeló a la facultad que le otorga la Constitución en el artículo 148, la denominada “muerte cruzada”, que le permitió disolver el Poder Legislativo pero resignando la presidencia. Es por esos motivos que hay elecciones presidenciales anticipadas, que determinarán quién concluirá el período de gobierno que termina en 2025.
Esta superposición de la incapacidad del Estado para paliar las múltiples crisis que atraviesa el país, y la incapacidad de la dirigencia política para alcanzar acuerdos que permitan la gobernabilidad, transformó la situación actual en explosiva, arrasó con la confianza de la ciudadanía en el gobierno y puso en discusión al sistema político democrático en su conjunto.
Pandemia y narcotráfico
Como en casi toda Latinoamérica, en Ecuador la pandemia de Covid-19 expuso la fragilidad de la situación social en la región más desigual del planeta. La crisis de la salud pública y los aislamientos preventivos sumieron al país en una profunda crisis económica y social. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), revelan que los niveles de pobreza aún se sitúan por arriba del nivel prepandemia, con una de cada cuatro personas viviendo en la pobreza.
Por otra parte, el aumento de la violencia, impulsada por la proliferación de organizaciones narcotraficantes que se disputan el predominio territorial, sumió al país en otra crisis, la de la seguridad. Ecuador tiene importantes puertos sobre el Océano Pacífico, fronteras permeables y fuerzas de seguridad cooptables, condiciones óptimas para el narcotráfico.
El sistema penal superpoblado, corrupto y mal financiado, se convirtió en el caldo de cultivo ideal para que las bandas de delincuentes locales presos tejieran alianzas con poderosos cárteles de la droga del extranjero.
Los múltiples estados de excepción decretados por el Poder Ejecutivo no pudieron evitar que Ecuador registrara cifras récord de homicidios, visibilizadas ahora por el asesinato de políticos en plena campaña electoral. La Policía Nacional contabilizó 3.568 muertes violentas en los primeros seis meses del año, una cifra que ya supera los 2.042 en el mismo periodo de 2022.
En ese contexto, la desesperación de la ciudadanía ha impulsado la migración: ecuatorianos y ecuatorianas se encuentran entre las principales nacionalidades que cruzan el Tapón del Darién.
Colombia, México ¿y Ecuador?
La influencia de las organizaciones criminales en áreas del Estado, sus vínculos con parte de la dirigencia política y los asesinatos de candidatos hacen que caiga de maduro la pregunta ¿será acaso Ecuador el próximo país en seguir el derrotero de Colombia primero y México después?
Son inevitables las comparaciones entre la situación de Ecuador y la de esos dos países. El candidato y exvicepresidente Otto Sonnenholzner ya aventuró que “lo que Colombia sufrió en los años 80, y lo que México padeció en los 90, Ecuador lo está sufriendo hoy”. Un dato abona esa mirada: la organización de las Naciones Unidas (ONU) informó que en 2023 Ecuador superó a Colombia como el principal exportador mundial de cocaína, pese a que Colombia se mantiene como el principal productor.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y las dinámicas del narcotráfico evolucionaron en el marco de la globalización. Mientras en Colombia predominaban los carteles nacionales, como el de Medellín o el de Cali, Ecuador enfrenta la influencia de actores internacionales, incluyendo mexicanos y hasta europeos.
El “outsider” que nunca falta
El domingo 20 de agosto la ciudadanía elegirá entre ocho candidatos con posiciones diversas. A pesar de que los recientes asesinatos han erosionado todavía más la confianza de la población en el sistema político, hay un candidato que encuentra terreno propicio.
Se trata de Jan Topic, un empresario multimillonario con formación militar de élite que se posiciona como “outsider”, es decir, que se despega de la dirigencia política convencional con el único mérito de “no haber estado antes”. Evita definiciones ideológicas de izquierda, centro o derecha, y dice responder a un “esquema de decisiones completamente apolítico”, confundiendo ¿deliberadamente? el concepto con el de “apartidario”.
Pero en semejante marco de desesperanza, frustración y miedo, su propuesta de contener la violencia con una política de “mano dura” que emule la que Nayib Bukele aplica en El Salvador, cala profundo en la población. Topic, exfrancotirador y paracaidista, no ha dejado de subir en las encuestas.
Ante semejante marco, puede preverse una elección de “protesta”. El asunto, es hacia dónde saldrá eyectado el hartazgo de la ciudadanía. El fenómeno no es solamente ecuatoriano, puede observarse en toda Latinoamérica. Argentina es prueba de ello.