Educación Colonial
La educación es uno de los pilares más importantes de las naciones. Un pueblo que no tenga educación va a ser un pueblo fácil de manejar y expuesto a aquellos que lo quieran colonizar. No cabe duda que existe un fuerte vínculo entre los procesos educativos, culturales e histórico – políticos. Así es lógico pensar que un plan de dominación sobre los pueblos va a intentar aniquilar o deformar su educación para que se pierda perspectiva histórica, no se reconozca su identidad cultural y nacional y todo esto lo lleve a una política equivocada. Por ende no es de extrañar que en nuestro país, la historia, como materia fundamental de la cultura y educación, haya sido falseada vilmente. Así aparece como padre de la educación argentina, un tristemente célebre cipayo llamado Sarmiento; y tampoco es casual que el principal encargado de elevarlo a la categoría de prócer sea el no menos cipayo, anti-hispánico y anti-popular, Bartolomé Mitre; fundador de la historia oficial argentina, tendiente a deformar la verdad de los hechos y a ensuciar todo aquello que pueda tener algún signo de raigambre nacional y popular (en tanto nacional implica aceptar nuestro origen hispanoamericano y el sueño de la Patria Grande; y popular significa el alzamiento indígena, criollo, gaucho, y posteriormente de los caudillos contra la oligarquía europeizante de Bs As.) Esto es evidente ya que lo nacional así entendido atenta contra la pequeñez del proyecto mitrista de un país separatista, agrícola-ganadero, con sede en Bs. As. y bajo dependencia de su graciosa majestad Británica. También es lógico su desprecio por lo popular en tanto que en su mente «culta y civilizada» no había lugar para bárbaros gauchos; sólo para pequeños burgueses de la oligarquía porteña. Todo esto obedeciendo a una grave negación de la identidad nacional tratando de imponer un ser nacional afrancesado o anglosajón (esto según el paladar del oligarca de turno)
Así nos mintieron estos «próceres de papel»; inventaron al «más grande hombre civil de la tierra de los argentinos» (el traidor Rivadavia); y también nos vendieron a través del manual de «Historia Argentina Billiken, al gran compañerito que nunca faltó a clase y que luego fue el gran educador«: Sarmiento. Fue éste renegado y falso maestro quién decía: » si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran…el mendigo es un insecto como las hormigas: recoge los desperdicios. Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos?».
Sarmiento no fue el gran fundador de escuelas: «No he construido una sola escuela en veinte años y más de vigencia de la ley de 1858 y en seis de la de 1875«.
Sarmiento carecía de vocación de docente: «Es una inmoralidad y un desquicio la persuasión en que los niños están de que los maestros no pueden ponerles las manos encima. Los castigos corporales no están abolidos en las escuelas de los Estados Unidos, y hombres como Horacio Mann, nunca los han condenado…lo que el padre puede, puede el maestro…«. Era profundo su odio por el pueblo: «Tengo odio a la barbarie popular…La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil…Mientras haya chiripá no habrá ciudadanos…Son acaso las masas las únicas fuentes de poder y de legitimidad?…El poncho, el chiripá, el rancho son de origen salvaje y crean una división entre la sociedad culta y el pueblo…«. Como coronación de su pensamiento sectario y asesino expresó: «Se nos habla de gauchos, la lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes…No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esa chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos«.
Para terminar de desenmascarar a los verdaderos bárbaros, citaremos otra frase de Sarmiento, tendiente a imponer su modelo de país frente a las levantiscas masas populares que se le oponían; en ese sentido expresó: «Para ganar las elecciones del 29 de marzo nuestra base de operaciones ha sido el terror y la audacia que empleados hábilmente han dado este resultado…Los gauchos que se resistieron a votar por nuestros candidatos fueron puestos en el cepo o enviados a las fronteras con los indios y quemados sus ranchos. Bandas de soldados armados recorrían las calles acuchillando y persiguiendo a los opositores. Tal fue el terror que sembramos que el día 29 triunfamos sin oposición«. He aquí, de cuerpo entero, el «padre de la educación de la Argentina».
Muchos más méritos, en lo que a educación se refiere, tuvieron en la patria los maestros rurales – con Pedro Bonifacio Palacios, alias «Almafuerte», como paradigma – o la Iglesia Católica (con su acción pastoral y educativa).
En tiempos más modernos y en franca oposición al proyecto de dominación anglo-norteamericano que supieron encarnar cipayos como Sarmiento, Mitre, Rivadavia, M García, Esteban Echeverría, y tantos otros; y comprendiendo que el acceso a la educación es una de las claves de la liberación de los pueblos nos llega a nuestros días la gran obra del General Juan Domingo Perón, que entre 1945-55 construyó ocho mil escuelas; estableció la gratuidad de toda la enseñanza; creo el Ministerio de Educación; engrosó el número de estudiantes de dos millones a cuatro millones; incrementó el presupuesto destinado a educación de quinientos millones en 1945 a tres millones en 1955. Esta fue la obra de un líder popular en la lucha por la liberación de su pueblo; sin embargo, deformados los hechos por la historia oficial, en manos del enemigo como hemos señalado, no dudan en calificar al período del General Perón como enemigo de la educación con el mentiroso refrán «alpargatas si, libros no». Esta es otra de las difamaciones de aquellos que quieren un país colonial y dependiente que no dudan en calificar a los caudillos o líderes populares de bárbaros, tiranos, etc. Esta es la historia argentina; y en ella va la educación de nuestro pueblo, sumergida en la más profunda dicotomía, escrita por agentes de intereses inconfesables para lograr el vaciamiento cultural y permitir el acceso con mayor facilidad y menor resistencia a la dominación imperial.
Bibliografía:
MURRAY, Luis Alberto, Pro y contra de Sarmiento, Buenos Aires, Peña Lillo, 1974.
SUAREZ, Matías, Sarmiento ese desconocido, Buenos Aires, Theoría, 1964.
DE PAOLI, Pedro, Sarmiento y su gravitación en el desarrollo nacional, Buenos Aires, Theoría, 1964.
*FEDERICO GASTON ADDISI es dirigente justicialista (historiador y escritor), director de Cultura de la Fundación Rucci en CGT, miembro del Instituto de Revisionismo Historico J. M. de Rosas, miembro del Instituto de Filosofía INFIP, diplomado en Antropología Cristiana (FASTA) y diplomado en Relaciones Internaciones (UAI).