El desafío que hoy enfrentamos es bien claro, ya que los cambios tecnológicos se aceleran en todo el mundo y sus resultados ya
El avance económico de una nación hoy no depende principalmente de la existencia de abundantes recursos naturales, sino del nivel de calificación de su fuerza laboral. La educación inclusiva y de calidad no sólo ayuda a abatir la pobreza sino también a potenciar el crecimiento económico. El nivel y la calidad de la educación son determinantes básicos de la productividad y del ingreso laboral. Tanto los pobres como muchos otros dependen de su trabajo para subsistir, pero para los primeros la educación tiene el valor de la escasez.
Sin educación para todos, la justicia social es solo una ilusión. Es evidente que la educación es un factor importante tanto desde el punto de vista económico como social. La situación de los hogares y sus ingresos guarda una relación estrecha con las condiciones imperantes en el mercado de trabajo. La gran mayoría de los pobres está desocupada o tiene trabajos precarios y poco calificados. Son justamente los que carecen de un buen nivel educativo.
El nivel educativo se transformó, pues, en la llave de acceso al empleo productivo., como se evidencia en este boletín, donde se considera la situación laboral (empleo y salarios) imperante en nuestro país. En la nota escrita por el licenciado Francisco Boero se consideran los datos publicados por el INDEC que indican que, en el segundo semestre del 2018, de cada 100 personas de entre 25 y 29 años de edad, eran 28,5 los que no habían avanzado más allá del nivel primario, y 86 los que no lo habían hecho más allá del nivel secundario. Mientras tanto, apenas 14 tenían un grado universitario o superior. Al comparar
En tanto, la tasa de desocupación se encontraba mayoritariamente constituida por quienes no habían accedido a educación terciaria o universitaria. El nivel educativo de la fuerza laboral incide claramente en el nivel de empleo, con una notoria desigualdad, ya que tenía empleo nada menos que el 76,9 por ciento de quienes estaban dotados de educación superior, el 52 por ciento de quienes no concluyeron sus estudios superiores, el 61 por ciento de aquellos cuyo nivel educativo máximo alcanzado fue el secundario, y apenas el 33 por ciento de quienes no completaron la escolaridad secundaria. En tanto, dentro de la tasa de desocupados se encontraba el 13,8 por ciento de quienes no habían culminado el nivel secundario, el 11,3 por ciento de quienes habían cumplimentado la educación obligatoria (nivel secundario) y apenas el 4,3 por ciento de quienes tenían formación superior (terciaria o universitaria). Como indica la licenciada Lima, el ingreso medio de quienes alcanzaron un nivel educativo superior fue un 62 por ciento mayor al de quienes no avanzaron más allá de la escolaridad obligatoria (secundaria). La mayor parte de los empleos creados en los últimos años requieren de estudios secundarios y universitarios, lo cual explica la creciente diferencia en las tasas de desocupación observadas según el nivel educativo de los trabajadores. De hecho, el nivel
Doctor Alieto Aldo Guadagni, Director del CEA