Alicia Besada: El cambio es un concepto permanente
Por Diputada Nacional Alicia Besada
Hoy, cuando todos eligen “leer” resultados y analizar porcentajes me propongo analizar el proceso por el que llegamos a esta elección histórica, que consagró un contundente apoyo al Presidente de la Nación.
Entiendo que la sociedad argentina no eligió sólo nombres y candidatos, eligió una propuesta. Eligió un equipo de trabajo que acompaña al Presidente para profundizar el cambio iniciado.
Los que venimos acompañando a Mauricio Macri desde hace más de 16 años sabíamos que se trataba de una cuestión de tiempo. Había que volver a romper preconceptos y a derribar mitos para superar obstáculos y barreras.
Cuando en 2003 Mauricio pierde el ballotage en la elección a Jefe de Gobierno porteño la política tradicional, que se había encargado de estigmatizarlo una y otra vez, pensó que se había terminado su vocación por trabajar por los demás. Sin embargo, aquellos concejales que asumieron en la Legislatura porteña respondieron a su liderazgo e hicieron saber que su propuesta había llegado para quedarse. Sólo faltaba la oportunidad para hacer masivo el mensaje, para llegar a los vecinos y ciudadanos e invitarlos a ser protagonistas y no espectadores. La ciudad de Buenos Aires creyó que otra alternativa era posible, que no se agotaba en las propuestas de la política tradicional.
Lo que vino después es historia más reciente. Mientras los equipos que conformó el actual Presidente hacían realidad una Ciudad más vivible, la gestión kirchnerista en el país optaba por un populismo creciente, que ocultaba estadísticas, que nos alejaba del mundo y pretendía tapar el sol con las manos. Las consecuencias fueron contundentes e incontrastables: endeudamiento, inflación, dependencia energética, desprecio por la estadística que permite planificar para gobernar, aislamiento internacional y falta de mirada a largo plazo, vinieron de la mano de innumerables hechos de corrupción, desidia y denuncias por incumplimientos de deberes como funcionarios públicos.
Así nació la grieta. Era imposible que no sucediera a partir de la mentira permanente. Una mentira funcional para algunos y cómoda para otros, pero mentira al fin. Mauricio asumió la presidencia de la Nación sin que la hasta entonces Presidenta le entregara el mando. Esto pasó hace menos de dos años y no debiera quedar en el olvido de esta nueva versión “edulcorada” de la flamante senadora Cristina Fernández.
Hace menos de dos años, el presidente Macri debió enfrentar nuevamente interesados preconceptos privatizadores, agoreros anuncios que iban desde la pérdida de derechos constitucionales a la baja indiscriminada de la asistencia social. También insultos y calumnias imperdonables como ser comparado con la dictadura militar.
Sin embargo, el tiempo puso nuevamente las cosas en su lugar. Los equipos de gestión pusieron nuevamente manos a la obra, transparentaron decisiones, no ocultaron realidades, echaron luz a verdades incómodas, se negaron al asistencialismo político-partidario para darle lugar a la acción del Estado con mayúsculas. El Estado con mayúsculas no acepta nombres propios, se construye con nombres que no eligen el bronce, eligen poner el hombro.
Hasta hace algunos días debimos enfrentar nuevas mentiras y preanuncios temerarios. Sin embargo los ciudadanos de todo el país demostraron este domingo 22 de octubre de 2017 que ya no se dejan llevar por el miedo, que no quieren volver al pasado, que acompañan un proyecto que no les miente, ni hace demagogia berreta. Sacar el país adelante depende de todos y cada uno de los argentinos. No será consecuencia de uno ni diez iluminados, sí de que logremos un gran acuerdo nacional en el que prime la búsqueda del bien común, en el que traccione la cultura del trabajo, donde el esfuerzo se reconozca. Donde no hay lugar para los corruptos, ni los intereses personales o sectoriales.
El equipo que acompaña al presidente Macri renueva hoy su obligación como servidores públicos que no ostentan poder: construimos a partir de escuchar demandas, corregimos si nos equivocamos. El gran desafío será cerrar la herida que nos divide, que desacredita sin razón, que se apoya en fanatismos irracionales y muchas veces injustos. No debemos aceptar como irremediable la idea de la grieta entre los argentinos. La única grieta aceptable debiera ser entre los que queremos hacer las cosas bien y los que las quieren hacer mal.