Las últimas negociaciones realizadas en el marco del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, son una muestra clara del traslado del eje de poder mundial del Océano Atlántico al Pacífico.
El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica o TPP por su sigla en inglés -Trans-Pacific Partnership- es un tratado de libre comercio firmado entre 12 países de la Cuenca del Océano Pacífico que aborda una variedad de materias de políticas públicas. No constituye un proceso de integración regional al estilo de la Unión Europea (UE) sino que funciona más bien como un tratado de libre comercio al estilo del fallido ALCA: es un bloque de cooperación internacional que asume acuerdos en rubros específicos.
Además de intentar rebajar las barreras comerciales, el TPP busca establecer un marco común de propiedad intelectual, reforzar los estándares de derecho del trabajo y del derecho ambiental, y establecer un mecanismo de arbitraje entre los inversores privados y los Estados.
El TPP es liderado por los Estados Unidos y Japón, a quienes se suman Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
Una lectura sencilla sobre la composición del grupo arroja que faltan actores clave China, Rusia e India. La puja en el ámbito comercial parece haberse trasladado del Atlántico al Pacífico.
¿Por qué es importante?
El TPP es el acuerdo regional más amplio de la historia, que reúne un mercado que representa el 40 por ciento de la economía global y abarca a 800 millones de personas. Es de hecho el pacto más importante desde 1993, cuando los Estados Unidos, Canadá y México firmaron el Tratado Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA). El presidente Barack Obama le dio prioridad en su mandato con el objetivo de proteger los intereses estadounidenses en la región Pacífico y ponerle límites a la creciente economía china.
El TPP cobró especial notoriedad en los últimos días dado que sus miembros acordaron un nuevo marco arancelario que involucra a varias industrias, como la farmacéutica, la automovilística y la textil, y que establece algunas de las normas laborales y regulaciones ambientales más ambiciosas hasta ahora.
Pero no se trata solamente de economía…
Pese a que todas las líneas del acuerdo afectan a intercambios comerciales, tiene indudables consecuencias políticas en el escenario político mundial. Concretamente, los Estados Unidos promovieron el acuerdo con el objetivo de frenar el poder ascendente de China. Obama aseguró que, dado que el 95 por ciento de los posibles consumidores de los Estados Unidos viven en el extranjero «no tiene sentido que China escriba las reglas comerciales». En definitiva, el TPP abre las puertas de nuevos mercados para los productos “made in USA”.
Lo cierto es que luego de cinco años de negociaciones secretas -aunque ventiladas a medias por Wikileaks- el TPP ayudó a reducir impuestos en unos 18 mil productos estadounidenses en el resto de los países, facilitando a los fabricantes norteamericanos competir en el extranjero en condiciones inmejorables. Además, el gobierno de Barack Obama fijó un nuevo plazo en la exclusividad de las fórmulas empleadas para crear medicamentos para tratar enfermedades como el cáncer. Los detractores del acuerdo afirman que si se amplían los plazos de exclusividad, subirán los costos de producción y dejarán los tratamientos fuera del alcance de la población en las naciones más pobres.
Por estos motivos, el TPP despertó polémica en los 12 países firmantes, porque los acuerdos alcanzados enfrentan a los respectivos gobiernos con sindicatos, organizaciones ambientalistas y grupos que reivindican el acceso a medicamentos más baratos frente al poder de las grandes corporaciones farmacéuticas.
Los excluidos
Es evidente que desde los Estados Unidos se quiere establecer un cerco económico y comercial especialmente sobre China. No obstante eso, el Gigante Asiático no quedará fuera del intercambio en la región. China cuenta ya con acuerdos de libre comercio con 8 de los 12 países miembro del TPP -todos menos los Estados Unidos, Canadá, México y Japón- y su gobierno evalúa actualmente un pacto a tres bandas con Japón y Corea del Sur. Simultáneamente, China promueve otras alternativas al TPP, apoyando negociaciones para el establecimiento de una Asociación Económica Extensiva Regional, que incluiría a los 10 países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y a los 6 con los que este grupo tiene ya tratados de libre comercio. Además, el gobierno chino está dando los primeros pasos para el armado de un Acuerdo de Libre Comercio para Asia-Pacífico.
Por el lado de Rusia, país sobre el que recaen sanciones económicas por parte de los Estados Unidos y la UE con motivo de su política agresiva en la crisis de Ucrania, éste constituye otro problema en momentos en que su economía se encuentra en crisis. El gobierno de Vladimir Putin juega un complejo ajedrez político con su par estadounidense, aunque en materia económica y comercial se encuentra en franca desventaja.
Otro país que no fue invitado a formar parte de TPP es la India, gran productor de medicamentos genéricos que cuenta con una autorización de la Organización Mundial de Comercio (OMC), concedida a pesar de la oposición de los grandes laboratorios y de los gobiernos de los Estados Unidos, Francia y Alemania. La India no podía ser incorporada al TPP por razones evidentes, dado que el acuerdo procura extender el plazo para mantener el secreto sobre la investigación científica farmacéutica y poder así prolongar el monopolio sobre los medicamentos.
Pero los excluidos que más directamente afectan en el ámbito local son los numerosos países latinoamericanos que quedaron afuera del TPP. Recuérdese que sólo México, Perú y Chile son parte, no así Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela y otros tantos. Incluso en los países latinoamericanos que participan del TPP, hay fuertes disidencias. Iniciativas ciudadanas como “TPP Abierto” que reúne a organizaciones de Chile, México y Perú, buscan un acuerdo con perfil latinoamericanista e inclusivo que respete los derechos fundamentales que consideran amenazados por las actuales condiciones del Tratado.
Sin embargo, es posible esperar que el acuerdo acentúe la división en zonas de Latinoamérica que optarán por seguir estrategias diferentes. La decisión de cada país de incorporarse o no a este Tratado dependerá mucho de la posición ideológica y la estrategia política de cada uno de los gobiernos de la región, y en ese sentido, las posturas variarán de acuerdo a quienes ganen las próximas elecciones en cada país.
En el marco de esta estrategia de los Estados Unidos que también aspira a mantener una Latinoamérica fragmentada, se espera que en breve intente incorporar a Colombia al TPP. Por el contrario, el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) se encuentra orientado a buscar un acuerdo de libre comercio con la UE. Pero la UE se encuentra sumida en varias crisis en simultáneo y el eje de poder global, hace tiempo que se corrió del Atlántico al Pacífico.
En cualquier caso, los Estados Unidos están empujando a numerosos países latinoamericanos a los brazos de China y a fortalecer el eje constituido por los BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- algo de lo cual seguramente se arrepentirá, a menos que también intente fracturar ese bloque.
Especialista en Gestión Estratégica de Organizaciones Públicas