El reendeudamiento: ¿propuesta válida para el desarrollo? – Por José Castillo*
*(Economista. Profesor e Investigador de la Universidad de Buenos Aires. Miembro del EDI –Economistas de Izquierda-.)
El gobierno de Macri está a punto de alcanzar uno de sus objetivos: el acuerdo con los fondos buitres –no por cierto barato ni indoloro-. Este logro formaba parte de la “hoja de ruta” compartida también por los economistas de Scioli o Massa. Igualmente lo fue del comienzo de la gestión de Axel Kicillof. Recordemos que el ex Ministro de Economía había iniciado su gestión allá a finales de 2013 con una batería de medidas que incluía la devaluación (realizada a comienzos de 2014), los pagos de los juicios entonces pendientes en el CIADI, el arreglo con el Club de Paris, y los bonos entregados a Repsol por YPF. El camino llevaba a reingresar a los mercados internacionales, y, nuevos créditos mediante, aspiraba a financiarse y relanzar la política económica kirchnerista. Pero… el diablo (léase Griesa) metió la cola. Y a Kicillof sólo le quedó “administrar” la caída de reservas (cepo mediante) y tratar de llegar más o menos decorosamente al final de 2015.
De ahí en más, el planteo de “volver a los mercados internacionales”, y “la llegada de nuevas inversiones”, pasó a ser promesas de los tres candidatos con chances en las elecciones del año pasado. Y, en todos los casos, el cierre de la crisis con los holdouts aparecía como un paso básico obligado. Ahora que esto último parece encaminado, resulta importante volver sobre los supuestos primarios: que la Argentina tendría un “ancho campo” para tomar deuda y que esto generaría los dólares para relanzar el crecimiento y promover el desarrollo del país.
Permítaseme dudar de esta última afirmación. Contra la opinión de la mayoría de mis colegas economistas, sostengo que no es cierto que la Argentina se “desendeudó” y está en una buena relación para tomar nuevos créditos. Y no me estoy refiriendo solamente al hecho fácilmente comprobable de que en los últimos años el monto de la deuda pública creció sostenidamente (e incluso el ratio deuda/PBI). Me refiero a algo mucho más profundo: la misma relación deuda/PBI, que comparada con otros países parece razonable y hasta “baja” es fuertemente discutible como indicador útil para nuestro país. Es que la Argentina tiene un problema gravísimo: las divisas que genuinamente es capaz de generar (que no salen de otro lado que del saldo superavitario de la cuenta mercancías de la balanza de pagos) son, por decirlo suavemente, paupérrimos. Siendo crudos: salen divisas de repatriación de utilidades, de servicios de deuda (sin contar fugas de capitales y otros rubros “non sanctos”) y sólo entran, y con mucha dificultad, de un saldo de balanza comercial que se achica y, como vimos en 2015, hasta vuelve a ser deficitario.
Siendo claros: no es cierto que el ingreso de divisas de una nueva ronda de endeudamiento pueda ser el comienzo de un sendero de crecimiento sostenido. A lo sumo es un oxígeno de cortísimo plazo. En estos últimos cuarenta años hay una ya larguísima historia de que sucedió con los “capitales” que ingresaron a nuestro país: en la masa de endeudamiento de la época de la dictadura militar, en las sucesivas refinanciaciones de los planes más o menos fracasados de la década del 80, en las privatizaciones de los 90, en el “festival de bonos” de la segunda mitad de esa década, y, ni que hablar, en los sucesivos “salvatajes” o “canjes” posteriores. Nos conducirá a volver a hacer crecer una bola de nieve infernal que terminará en una nueva crisis a mediano plazo.