por Mariano Yakimavicius*
La histórica gira papal por Cuba y los Estados Unidos causó la algarabía de multitudes, la coincidencia de algunos dirigentes con su mensaje y la incomodidad de otros que vieron cuestionados sus intereses.
Esta visita de Francisco al continente americano tuvo varios objetivos, aunque el más visible de ellos fue indudablemente la coronación de sus exitosas gestiones con los gobiernos cubano y estadounidense para provocar finalmente el acercamiento de ambos países tras más de 50 años de alejamiento. Se trato de una larga negociación que incluyó a varios actores internacionales pero significó un éxito de la diplomacia vaticana en general y de la cintura política de Francisco en particular, quien supo ganarse la confianza del líder cubano Raúl Castro y del presidente estadounidense Barack Obama, provocando lo que él mismo llamó la “cultura del encuentro”.
Cuba, disidentes y castristas
Más allá del evidente fervor católico que manifestaron los cubanos en su amplia mayoría por la visita papal, lo que quizás más llamó la atención fue lo que el Pontífice omitió más que lo que dijo. La opinión pública ya se acostumbró a que el Papa sorprenda con alguna declaración altisonante. Sin embargo, eso no sucedió en Cuba, donde Francisco se abstuvo de criticar al régimen castrista que no se privó de reprimir y evitar a los disidentes expresarse frente al Papa. Desde la comitiva papal solamente se respondió a las preguntas del periodismo que no se había programado con los sectores disidentes ninguna reunión.
Los disidentes reclamaron que Francisco hiciera referencia a las violaciones de los derechos humanos en la Isla, pero nada de esto sucedió y el Papa mantuvo un vínculo cordial tanto con Raúl como con Fidel Castro. Nada de todo esto fue casual. El líder de la Iglesia Católica transitó con cuidado por una delgada línea roja para no vulnerar un proceso de negociación entre los gobiernos de Cuba y de los Estados Unidos que ha demostrado ser exitoso hasta el momento pero al cual aún le falta llegar a su conclusión. No debe olvidarse que, pese a la reanudación de los vínculos diplomáticos entre ambos países, aún falta remover el obstáculo fundamental entre ellos, y ese es el bloqueo que los norteamericanos mantienen sobre las isla desde hace décadas y que representa el principal motivo de disputa entre cubanos y estadounidenses. Nunca se estuvo tan cerca de cumplir ese objetivo como ahora. El Papa lo sabe muy bien y diplomáticamente guardó silencio respecto de cualquier cuestionamiento hacia el régimen castrista que pudiera entorpecer las negociaciones.
Estados Unidos, ese país tan cerca de las armas y tan lejos de Dios
En los Estados Unidos Francisco pudo soltarse más y finalmente decir lo que quería decir. Los estados unidos tienen la particularidad de ser el cuarto país con más católicos en el mundo -detrás de Brasil, México y Filipinas- alcanzando cerca de 75 millones de fieles, y ser sin embargo un país mayoritariamente protestante. De hecho, solamente tuvo un presidente que profesaba el catolicismo: John Fitzgerald Kennedy.
Brack Obama fue hasta el aeropuerto a recibir al Papa en un hecho absolutamente inusual para un presidente estadounidense. El gesto es una pequeña muestra de la importancia que el primer mandatario le otorga a Francisco, quien es actualmente -aunque suene exagerado no lo es- el principal aliado político de Obama en el exterior. La confluencia de intereses entre el líder político más poderoso del mundo y el líder religioso más influyente del plantea no es un dato menor.
Temas como la política internacional, la inmigración irregular, la preservación del medio ambiente y la defensa del derecho a la vida, encuentran visiones coincidentes en ambos. Pero en este momento particular, a Barack Obama la presencia papal le resultó especialmente conveniente en el ámbito político doméstico. Con minoría en ambas cámaras del Congreso, el presidente encuentra trabadas algunas de sus iniciativas más importantes, como la reforma migratoria que apunta a incluir formalmente a los migrantes que ya están habitando suelo estadounidense, y la restricción a la compraventa de armas para uso doméstico. Justamente allí se expresó el Papa, en el Capitolio, en lo que puede considerarse el momento más álgido de su gira.
Un Papa en el Capitolio
Es la primera vez en la historia que el máximo referente de la Iglesia Católica visita el Capitolio. Fue invitado por el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, hombre conservador, miembro del opositor Partido Republicano y católico practicante, quien no se privó de llorar ante la presencia de su líder religioso. Más aún, se han abierto muchas especulaciones acerca de la renuncia de Boehner luego de la alocución papal, y ya se habla en el Congreso de un “efecto Francisco” sobre los legisladores.
La exposición fue una clara muestra de la picardía política de Jorge Mario Bergoglio. Ofreció su mensaje en inglés, correctamente pronunciado aunque sin perder su acento argentino. Comenzó citando el himno estadounidense y concluyó con el clásico “God bless America”. Supo cautivar a la mayoría de los legisladores demócratas y republicanos hilvanando su discurso a partir de la cita de varias figuras estadounidenses reconocidas por su lucha y su impronta moral como el expresidente Abraham Lincoln y el pastor protestante Martin Luther King Jr.
El Pontífice abordó varios temas en el intento de modificar la voluntad de varios legisladores, los principales son los que se expresan a continuación.
Defensa de la vida: Bergoglio pidió la abolición global de la pena de muerte, respaldando una iniciativa reciente de los obispos estadounidenses. En el país hay numerosos Estados que la aplican y un estudio de opinión reciente, arroja que el 56 por ciento de la población estadounidense apoya su aplicación para convictos por asesinato. Este mensaje tuvo que haber disgustado a los sectores más conservadores. Pero Francisco también mencionó la responsabilidad de proteger y defender la vida humana en cada etapa de su desarrollo, expresando así su posición en contra de la legalización del aborto, quizás uno de los pocos puntos discordantes con Barack Obama, y que pudo ser recibido gratamente por los republicanos más duros.
Inmigración irregular: El Papa se refirió a los Estados Unidos como un país que sigue siendo para muchos una tierra en la que pueden hacer realidad sus sueños y aspiraciones. “Muchos de nosotros fuimos extranjeros. Lo digo como hijo de inmigrantes, consciente de que muchos de ustedes también descienden de inmigrantes», señaló de manera tranquila pero contundente. Al Pontífice lo aflige tanto la situación de los inmigrantes irregulares en los Estados Unidos, donde hay 11 millones de personas en situación irresuelta, como la de los refugiados en Europa, crisis que amenaza con tornarse en catástrofe. Este mensaje cobra especial importancia en momentos en los que políticos como Donald Trump seducen con un discurso xenófobo y el presidente Obama no logra hacer avanzar su reforma migratoria en el Congreso. En la Casa Blanca esperan que el mensaje papal ablande los corazones de legisladores tanto demócratas como republicanos en este sentido.
Cambio climático y ambiente: En los Estados Unidos ya había causado malestar su encíclica Laudato Si, en la cual el Pontífice hizo un llamado a evitar los efectos más negativos del deterioro ambiental causado por la actividad humana. Quizás porque los Estados Unidos constituyen el segundo país más contaminante del Globo detrás de China, a partir del accionar de sus empresas entre cuyos intereses se cuentan los de las petroleras más poderosas del mundo. Obama quizás sea el presidente estadounidense qué más hizo por impulsar un recambio en las pautas energéticas del país y el desarrollo de energía renovable, e indudablemente fue avalado por este mensaje, incómodo para los sectores conservadores de la política y el empresariado locales
Pobreza y redistribución equitativa de la riqueza: A través de su encíclica, el Papa invitó a luchar contra la pobreza en múltiples frentes, especialmente en sus causas, e incluyendo temas como la creación y distribución de la riqueza. Francisco hizo numerosas menciones sobre la importancia de proteger a los más necesitados y a cómo la actividad empresarial se ennoblece al momento de ser creadora de una riqueza que debe necesariamente redistribuirse de manera tal que incluya a los más vulnerables.
La familia: Quizás éste sea el tema que más satisfacción causó a los conservadores del Congreso.
El de la familia fue un tema recurrente del Papa durante su visita a los Estados Unidos, la cual consideró que “está amenazada, quizá como nunca antes, desde el interior y desde el exterior. Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia”, sostuvo. Francisco expresó en este punto su versión más conservadora, defendiendo el concepto tradicional de familia,y excluyendo las distintas y variadas formas que en la modernidad ha adoptado. Excluyó de plano en este sentido, la posibilidad de que la Iglesia acepte el matrimonio igualitario. Respecto de la familia, cabe decir que quienes se sintieron molestos fueron las víctimas de abusos sexuales por parte de miembros del clero y sus seres queridos. Entendieron que el Papa fue contemplativo con el clero local y no lo suficientemente contundente en su condena a los abusadores.
Política internacional: Se refirió con mucho tacto a la recomposición de los vínculos con Cuba y al acuerdo con Irán respecto de su programa nuclear. También se refirió al peligro de los fundamentalismos de cualquier naturaleza en referencia al Estado Islámico. Ese grupo terrorista acercó de manera definitiva a la Santa Sede y al gobierno de los Estados Unidos y provocó el cambio en el relacionamiento político de Occidente con Irán.
Y también en la ONU
Ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Francisco cuestionó a los organismos financieros internacionales, volvió a referirse al cambio climático y la influencia humana sobre él, y denunció los flagelos del narcotráfico y la corrupción. También pidió la total prohibición de las armas nucleares.
De todos estos temas, los más relevantes, por ser además los más factibles de llevar a la realidad, fueron dos. El primero fue el reclamo a los organismos financieros internacionales para que velen por el desarrollo de los países en vez de permitir la “sumisión asfixiante de éstos a sistemas crediticios que lejos de promover el progreso someten a los poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia”. Este mensaje tuvo como claros destinatarios a los fondos buitre y a la connivencia existente entre éstos y los organismos crediticios internacionales.
El segundo mensaje relevante fue el aval a los reclamos para acabar con el privilegio del que gozan los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad -China, los Estados Unidos, Rusia, Francia y el Reino Unido- y la necesidad de redefinir la cúpula de poder de la ONU.
Concluyendo…
En general, el Papa supo referirse a puntos álgidos y polémicos de la agenda política estadounidense y mundial durante su visita. Pero siempre lo hizo con mesura y tacto. Supo moverse en ámbitos complejos e hizo gala de una notable cintura política. No pudo escapar a numerosos principios de una institución esencialmente conservadora como es la Iglesia Católica, a la cual aún le cuesta adaptarse a un mundo sumido en el vértigo del cambio. Sin embargo, es notorio su esfuerzo aperturista y su búsqueda de lo que él mismo llamó “la cultura del encuentro” en un inquietante “clima de Tercera Guerra Mundial”.
Especialista en Gestión Estratégica de Organizaciones Públicas