“Nuestro país, se extiende, hacia el este, incluyendo las Islas Malvinas; y hacia el sur, incluyendo nuestra Antártida…” de un libro de lectura para cuarto grado, 1954.
Tarea no menor es la de reflexionar sobre los sucesos del 2 de abril de 1982. Malvinas. Las emociones que proyectan lo acontecido nos genera un alto nivel de adrenalina, un corazón que se acelera y el pulso que no se templa. Inconmensurable legado el que nos deja…y seguirá. No pretendemos realizar una revisión historiográfica, ni un resumen de biografías y anécdotas. O formular juicios de valor, desde la derecha o con la izquierda. Tan solo conmemorar esta GESTA con palabras arropadas por un profundo sentimiento argentino, y de pertenencia a la Patria Grande. El 2 de abril no es el Día del Veterano, concepto que suena a viejo, ha pasado, allá y hace tiempo. Tampoco es el Día de los Caídos, que es conmemorar la muerte, como hacen en Estados Unidos con sus soldados que caen ocupando patrias ajenas. Veteranos y Caídos, dos términos que invisibilizan lo que realmente fue, es y siempre será, una GESTA heroica. Una hazaña, una proeza, una épica. Veteranos y caídos, son conceptos del fenómeno desmalvinizador, que intenta mostrar a los soldados como cómplices de la Dictadura, o víctimas de la misma. Una GESTA es un logro de gran trascendencia, realizado por un hombre o un conjunto de ellos. Gesta de uno fue el comportamiento del soldado conscripto Oscar I. Poltronieri o la del Tte. Primero Roberto Estévez; la de un grupo, el del Cnel. Mohamed Alí Seineldín, estando al mando de la defensa de la estratégica pista de aterrizaje, manteniéndola operable hasta el final de la posesión argentina de nuestras Islas. Estas proezas implican heroicidad, heroísmo, valor. Patriotismo, que es amor a la patria que nos lleva a realizar actos que van más allá de las propias aptitudes y capacidades, porque se sabe que es lo correcto; porque es el deber de un soldado que está al servicio de su pueblo, de su gente, de su familia. Heroísmo y amor, lo uno no puede existir sin lo otro. Es decir, el acto heroico es fruto de un inmenso amor, porque motiva a acciones de entregarse a favor de… Precisamente, era esa actitud heroica, durante los tiempos pasados, que llevaba a redactar extensos poemas épicos, en donde se narraban las aventuras o las proezas de los héroes locales; estos hombres representaban los ideales que la comunidad debería seguir, por lo que eran descritos como valientes, de impecables modales y gran sensatez. Y si eran hechos colectivos, como las revoluciones, son recordados en ciertas fechas, puesto que representan importantes cambios en la historia de una nación.
El olvido permanente al que fueron sometidos y al que fue sometida la causa de Malvinas con aquella teoría que decía que había que “desmalvinizar” el corazón de Argentina, cuando si se hubiera tenido identidad nacional y verdadero amor y respeto por lo nuestro, se hubiera tomado con toda fuerza el sentido de la Gesta de Malvinas y de quienes fueron allí a recuperarla, que no fueron a una guerra por una guerra, no fueron a servir a un tipo de gobierno determinado, sino que fueron a prestar sus servicios a esa causa tan noble que es la causa de la Patria. Y, para aquellos que anhelamos la unidad de la América Hispana, de igual forma, deberá ser la causa de la Patria Grande contra cualquier tipo de ocupación por fuerzas extranjeras. Muchos dirán que fue una guerra que no debió ser, lo que suena a “no debimos expulsar a los ingleses del Virreinato del Río de la Plata”. Malvinas es un enclave colonial dentro de nuestra Nación; Malvinas es tierra arrebatada a la Argentina; Malvinas es la larga lucha de nuestro pueblo por obtener su plena soberanía económica, independencia política, justicia social e integridad territorial; Malvinas es la puerta de entrada al continente antártico y, por esos hechos debemos, se debe, recuperarla a través de los instrumentos que el Derecho Internacional nos proporcione. Derecho que nos asiste y nadie puede negárnoslo. Para lo que necesitamos de la diplomacia y los diplomáticos adecuados. Pero, antes, deberemos organizar a nuestra comunidad nacional que está rota…rotísima.
Luis Gotte, escritor revisionista