La experiencia histórica enseña que el pueblo argentino vive mejor durante los gobiernos peronistas; ello explica que vastos sectores de la población reciban con esperanza la llegada de Alberto Fernández a la Casa Rosada. Y su discurso de asunción del mando alimenta esas expectativas.
Fue un llamado a la Unidad Nacional, y a dejar atrás grietas, desencuentros y fracturas. Se instó a promover una «Argentina Unida», sin odios ni rencores. Aquí y en buena parte del discurso, se notó la influencia del pensamiento del Papa Francisco que siempre postula que «la unidad es superior al conflicto».
Puso especial énfasis en los temas urgentes del hambre y de la pobreza, pero sin olvidar los asuntos estratégicos: integración latinoamericana basada en la alianza con Brasil y reivindicación de nuestros derechos sobre las Islas Malvinas (donde propuso un interesante Consejo) y el territorio Antártico (del cual reivindicó que nuestro país sea el que tenga la mayor presencia ininterrumpida y la mayor cantidad de bases).
Para la coyuntura, remarcó que priorizará los problemas internos, antes que los pagos de la deuda externa, en una tradición que lo une íntimamente con Néstor Kirchner, pero que también tiene el ilustre antecedente de Don Juan Manuel de Rosas en su negociación con los «bonoleros» de la Baring Brothers. La Justicia Social ocupó un lugar central y señaló que «nadie sobra en nuestra Nación»; Nación a la que llamó nuestra «Casa Común», en otra cita implícita del Papa Francisco. En forma explícita el primer mandatario citó la Enciclica Laudato SI, al hacer referencia a la cuestión medio ambiental.
Párrafo aparte merece su anhelo de desarrollar una política de Defensa (abandonando ese antimilitarismo ingenuo e infantil de la progresía) seria y entendida como factor fundamental del Desarrollo Nacional. Celebramos que haya intención de tener, de una vez por todas, una política para las FF.AA. Todo en el marco del gran objetivo de poner a la «Argentina de pié». Sabemos que los discursos no hacen la realidad y que no hacen magia, pero sirven como impulso a la acción. Saludamos con sincera esperanza estos ejes programáticos enunciados hoy. Que Dios, la Patria y los Santos Evangelios sobre los que hoy ha jurado, le den fuerza y sabiduría para llevarlos a la práctica.