Federico González
Durante el 2014, mientras era columnista del Diario Perfil, he escrito algunos artículos sobre Amado Boudou, quien entonces era vicepresidente de la Nación Argentina.
La noticia de su detención, durante el día de la fecha, podría remitir a una reflexión retrospectiva sobre el alcance y significado de aquellos textos. No obstante, su transcripción refiere a algo más simple: la crónica de un final anunciado.
- La sombra de un vicepresidente en desgracia
Finalmente ocurrió: Amado Boudou fue citado a declarar por el juez Ariel Lijo. Boudou es uno de los funcionarios con peor imagen pública. Luego de su momento de gloria en noviembre de 2011, cuando llegó a medir 48,9 % positivo contra 51,1% negativo, su imagen se desplomó estrepitosamente, situándose en 19,3% positivo contra 80,7% negativo hacia julio de 2012; guarismos muy parecidos a los de fines de 2013.
¿Quién es realmente y qué representa? Quizás la mejor manera de explicarlo sea respondiendo a lo último. Si entendemos que un imaginario es un conjunto de creencias y valores atribuidos a algo de modo más o menos racional; éstos podrían ser los que le caben a Boudou:
1. El arribista carismático
Simpático, afable, comprador, seductor de eterna sonrisa gardeliana, son aspectos que representarían la fachada luminosa, la mascarada del verdadero político escondido tras el personaje. Cuando la imagen de Boudou entró en desgracia al estallar el caso Ciccone, una vasta poción de la ciudadanía no pudo dejar de percibirlo como un político arribista, inescrupuloso, ambicioso, inteligente y astuto.
2. El kirchnerista light
Pintón, elegante, joven fashion del vip marplatense, vecino de Puerto Madero, motoquero y rockero, el ex militante de la UCeDé pronto devino en soldado cristinista al servicio de la causa nac & pop. Como sucede con toda cultura, el kirchnerismo representa demasiadas cosas. Si el menemismo fue un poder para la ostentación y el kirchnerismo de Néstor uno para la acumulación, el cristinismo sería una síntesis narcisista de poder y glamour. En tal sentido, Boudou representa el ícono de un kirchnerismo hedonista que no sólo amasa poder sino que lo disfruta públicamente.
3. Un capricho de Cristina
¿Por qué Cristina eligió a Boudou como vice? ¿Es que no se daba cuenta de que aquel joven tan inteligente como irresponsable le traería problemas? Entre las múltiples aristas de la Presidenta, la dimensión del capricho no resulta menor. La veleidad es una de las formas más narcisistas y peligrosas de ejercer el poder. Porque es esa fuerza que impele a hacer lo que a uno le gusta descuidando lo que debería o convendría. Boudou quizá sea el alto precio de un lujo de la Presidenta.
4. Un soldado de Néstor
Boudou ha dado a entender que sólo ejecutó órdenes de Néstor. En ese imaginario que sostiene que la política es la prolongación de los negocios, la idea del “brazo ejecutor” o del testaferro siempre acude a la mente. Quizás no sea casual que Ciccone sea la máquina de fabricar billetes. Boudou sería entonces la consumación de la fantasía y la perversión de Néstor.
5. Boudou es Boudou
Demasiado inteligente y ambicioso para ser algo distinto de sí mismo. La síntesis resulta austera, quizá sea la más verosímil: Amado Boudou es un arribista simpático que supo utilizar su sonrisa y su inteligencia al servicio de una ambición personal desmedida. En tal sentido, quizás haya sido el más pragmático de los dirigentes K. Aunque algo salio mal
*Director de González Valladares Consultores.
Fuente: Diario Perfil, 1º Junio de 2014
https://gonzalez-valladares.blogspot.com.ar/2014/06/la-sombra-de-un-vicepresidente-en.html
2- Boudou, Néstor y la máquina de hacer billetes
En la edición de PERFIL del domingo pasado aparecen dos magníficos análisis sobre el Boudougate. Por un lado, Julio Bárbaro refiere al sueño de la máquina de hacer moneda como digno de un cuento de Roberto Arlt. Por otro, Carlos Ares sugiere una original hipótesis sobre los roles de Néstor Kirchner y del propio Boudou en la compra de Ciccone. Concretamente: Boudou no habría actuado como mero brazo ejecutor sino que sería el promotor mismo de la idea, al haber tentado a Néstor “tocándole su orgullo”.
El texto de Ares invoca la historia del rey desnudo y e invita a pensar a Boudou como un “farabute” que convence a Néstor de hacerse un traje de billetes. Lo excelso de una buena historia es su capacidad de evocar otras que permitan consolidar un sentido.
Pensé en la tragedia de Otelo, el general moro que sucumbe ante los celos demoníacos que le inocula el ambicioso Yago. Pensé que un hombre, por más poderoso que sea, tiene un punto débil producto de su pasión. Todos podemos convertirnos en esclavos de nuestro deseo. Pensé que la máquina de hacer billete es el anverso obligado de cajas fuertes cuya sola visión produce éxtasis”. Pensé en Avivato, la historieta de Lino Palacios que la Wikipedia define como: “Personaje chanta, de moralidad resbaladiza, vividor, ventajero, pícaro, embustero y observador, capaz de sacar ventaja en cualquier situación”. Recordé la certera expresión de un amigo que invitaba a prevenirse de la “narcitécnica”: esa artimaña manipulativa basada en el simple recurso de tocar el narcisismo del otro. Pensé también en la paradoja de los poderosos: la misma audacia megalómana que les permite conquistar el mundo se transforma luego en su talón de Aquiles. Porque la misma omnipotencia negadora que posibilita el éxito, termina por transformarlos luego en ingenuos vulnerables frente a aduladores inteligentes e inescrupulosos. Yago sabe muy bien dónde tocar a Otelo para conseguir sus ambiciosos fines. Sólo le basta saber por dónde ingresar al alma del moro para así controlarlo.
Un cortesano es el prototipo de un estratega audaz que de, modo sutil, ejerce el poder bajo el disfraz de la lealtad. Por eso los entornos siempre fueron peligrosos para quienes tienen vocación de reyes. Antes de que se desencadene la tragedia de Otelo, Shakespeare le hace decir a Yago: “Yo sirvo al moro, sólo porque yo me sirvo. Sólo porque así me sirve”. Quizá la suerte de Boudou ya esté echada. Como en la caída de Yago, acaso Boudou arrastre a otros. Al fin y al cabo, la política, como la vida, está repleta de viejas historias que vuelven a repetirse.
*Director de González-Valladares Consultores.
Fuente: Diario Perfil, 8 Junio de 2014
http://www.perfil.com/columnistas/Boudou-Nestor-y-la-maquina-de-hacer-billetes-20140608-0057.html
https://gonzalez-valladares.blogspot.com.ar/2014/06/boudou-nestor-y-la-maquina-de-hacer.html
3-Una graciosa sucesión de azares
Finalmente Amado Boudou se presentó a la indagatoria y declaró. Luego continuó hablando para la TV. Al parecer, convenció poco, casi nada. Quizás algún memorioso de los 70 recuerde el sketch: Jorge Porcel encarnaba al Sr. Spidzicuchi, un buenazo que llegaba un minuto tarde al trabajo porque le pasaban cosas increíbles, pero ciertas. Todo comenzaba con una reunión entre un empleado “chanta” y “langa”, que interpretaba Ernesto Bianco y su jefe. Aquel había llegado tres horas tarde y, cuando se le pedían explicaciones, inventaba historias inverosímiles pero narradas con tanta elocuencia que terminaba por convencerlo. Luego, ingresaba el sufrido Spidzicuchi, quien relataba los infortunios que había padecido realmente. Como en esos desopilantes gags, si algo caracterizaba a su relato era la concatenación de azares que le jugaban en contra. En este caso, el jefe no se convencía y terminaba por sancionar a Spidzicuchi. A la luz de esa analogía, veamos algunas “Spidzicuchiadas” padecidas por el Sr. Boudou: es íntimo amigo de Núñez Carmona, que es amigo de Vandenbroele, quien maneja The Old Fund, que es contratado por Gildo Insfrán, quien paga $ 7,6 millones para reestructurar la deuda de Formosa con el Gobierno nacional, del cual Boudou es ministro y responsable de la negociación. Quien además elabora un proyecto para ampliar la capacidad de La Casa de Moneda para imprimir billetes. Pero luego bloquea su propio plan. Milagrosamente, la AFIP, a su pedido, concede una moratoria extraordinaria a Ciccone. Casualmente Ciccone pasa a ser controlada por The Old Fund. Boudou niega conocer a Vandenbroele, que vive un tiempo en su departamento de Puerto Madero, donde paga expensas, cable y teléfono. ¡Además, un hermano de Boudou viaja con pasajes pagados por TOF!
Una analogía es una construcción mental que permite comparar cosas disímiles a través de un rasgo común. Como las caricaturas, las analogías son útiles para destacar algún aspecto. Aunque parezca contradictorio, su valor residual es destacar las diferencias:
Como Spidzicuchi, Boudou juega a ser una víctima del azar. Pero la diferencia es que Spidzicuchi era un buenazo sufrido. Boudou parece todo lo contrario. El vice se se asocia más al seductor carismático encarnado por Ernesto Bianco. La diferencia es que éste convencía a un jefe sensible al embaucamiento. Boudou, que ya no convence a nadie, deberá convencer a Lijo. Spidzicuchi era el personaje de un sketch cómico. En cambio el vice es el protagonista de una realidad dramática. Colofón: argumento de un niño que se llevó “sin querer” el útil de un compañerito: “Seño, yo no fui; ¡me lo pusieron en la mochila!”.
*Director de González/ Valladares Consultores.
Fuente: Diario Perfil, 15 Junio de 2014
http://www.perfil.com/columnistas/Una-graciosa-sucesion-de-azares-20140615-0037.html
https://gonzalez-valladares.blogspot.com.ar/2014/06/una-graciosa-sucesion-de-azares_15.html
4- Lo habían Amado tanto
Durante los últimos días, el vicepresidente Amado Boudou volvió a ser noticia: fue el principal orador en el acto de la Independencia, estuvo a cargo del Poder Ejecutivo por ausencia de la presidenta Cristina Kirchner y, como titular del Senado, recibió al presidente chino Xi Jinping. Mientras, los procesos judiciales en su contra siguen su inexorable curso.
Como contrapartida, en el círculo del Gobierno su presencia resulta cada día más incómoda. ¿Qué hacer con Boudou?, parece la pregunta recurrente que no encuentra una respuesta clara. Sucede que ese interrogante simple esconde otros: ¿qué se quiere, qué se puede, qué conviene hacer?, ¿qué desea realmente la Presidenta?, ¿qué se quiere preservar y qué se teme perder?
Lo cierto es que en el interior del Gobierno pareciera haberse instalado una duda que carcome: ¿por qué seguir pagando un costo político que ensombrece el presente y compromete el futuro? Lo cual justifica conjeturar que el dilema de fondo acaso radique entre el deseo presidencial de no cargar con la responsabilidad de un error de origen y las necesidades de quienes aspiran a ser los continuadores del ideario kirchnerista.
Los planes de la historia. Mientras el Gobierno se debate en esa compleja duda hamletiana y los avances de la Justicia jaquean al vice desde diversos frentes, la figura de Amado Boudou sigue afianzándose como símbolo involuntario de los aspectos más sombríos de la política. Como parábola del apogeo y la caída del poder. De su encanto primigenio y su irreversible decepción. Como prueba palmaria de que mientras algunos dedican su vida a construir poder con paciencia y avaricia, otros se encargan de dilapidarlo licenciosa e inescrupulosamente.
Más allá de su suerte judicial y política, quizás la historia ya esté fraguando para Boudou el sitial menos grato: el del político arribista que con seducción y carisma supo conquistar a una presidenta que hizo del capricho uno de sus tantos modos de ejercer el poder.
Amado Boudou: una moderna versión de Avivato, aquel personaje de historieta que encarnaba al típico porteño vividor y oportunista, tan simpático como inescrupuloso, que terminaba esquilmando a sus víctimas ocasionales. En cada acto, su sello: simpatía, mentira, estafa.
Si el poder kirchnerista es un poliedro, Amado Boudou quizás sea el símbolo de su costado más frívolo y narcisista. El de la sustancia del engaño.
Boudou, el vicepresidente cuya desgracia hoy salpica al corazón del Gobierno. Alguna vez fue amado. Ya no.
PD: Esta semana se cumplieron seis años del famoso voto no positivo con que Julio Cobos, el vice de entonces, le proporcionó al Gobierno el doble beneficio de destrabar el conflicto del campo que lo tenía jaqueado y, adicionalmente, le permitió afianzar esa épica que luego se convirtió en “el relato”, donde el rol de Cobos sería el de una especie de Judas. Mientras que aquel vice salvó involuntariamente al Gobierno, el actual no deja de hundirlo. Mal que le pese al Gobierno, lamentablemente hoy no parece que vaya a existir algún Cobos cuyo gesto pueda “mágicamente” salvarlo de Boudou.
*Director de González Valladares Consultores.
Fuente: Diario Perfil, 20 Julio de 2014
http://www.perfil.com/columnistas/Lo-habian-Amado-tanto-20140720-0045.html
https://gonzalez-valladares.blogspot.com.ar/2014/07/lo-habian-amado-tanto_20.html
Federico González
Director de González y Valladares
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