8 de noviembre de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

Lo que no se dice de los sindicatos: La otra cara de la moneda

Por Federico Gastón Addisi *

Addisi, Federico GastónEs ya una fija de los “mass media” vernáculos y su aparatología comunicacional el hecho de caer encima de los sindicatos. Ya sea para criticarlos, pedir “su democratización” o en busca de la tan vociferada “libertad sindical”.

También es costumbre escuchar a los “izquierdistas de sobaco ilustrado” que hay que terminar con la “burocracia sindical” y el “modelo gremial autoritario de Perón”.

A todo esto, unos y otros se entreveran en un minué de gorilismo donde no faltan las críticas a los “dirigentes empresarios y su fortuna”, sumado al rechazo a “esos negros que se creen que tienen poder”, y demás sandeces que por supuesto el INADI jamás denunciará.

Pero a nosotros el árbol no nos tapa el bosque. Que haya dirigentes sindicales octagenarios, con décadas de permanencia en sus cargos; o que haya alguno que se hubiere enriquecido, no quiere decir que el sindicalismo en su conjunto sea malo, y que el modelo gremial que estableció el general Juan Perón, que despierta envidia y admiración en el mundo, haya caducado. Ya lo quisieran.

Sin embargo es bien sabido que el hombre vive en una comunidad organizada, y que por su debilidad intrínseca no puede quedar desamparado y es ahí, donde los sindicatos cumplen una función social. En la contención, en la recreación y en la lucha por mejoras salariales, entre otras. Pero no termina allí.

Este apaleado sindicalismo desempeña además una tarea para el conjunto de la comunidad. Y nos referimos a su accionar en el sistema de salud.

Según un informe del Instituto de Estudios sobre Políticas de Salud, las obras sociales sindicales, el PAMI y las obras sociales provinciales, en conjunto aportan cobertura a alrededor de 22 millones de personas, de las cuales 18 millones son titulares y el resto familiares. Eso significa que dan cobijo a poco más que el 45 por ciento del total de la población del país. En tanto que recurren al sector público unas 17 millones de personas que representan ente el 43 y el 45 por ciento de la población argentina sin posibilidad de optar por otra cobertura que no sea la que proporciona el Estado. No tienen elección entre el sistema de obras sociales sindicales o la oferta privada. Es el hospital público su referencia sanitaria ineludible.

En tanto, cada vez más exclusivo por lo oneroso, el sistema de medicina privada concentra en cinco empresas el 75 por ciento de la facturación. Esas empresas concentradas son Medicus, Osde, Galeno, Swiss Medical y Omint. Las empresas del sector aseguran que participan con el 7-15 por ciento del total de afiliados a la seguridad social, alrededor de 3,5 millones de personas.

Para no aburrir, antes de hablar mal de los sindicatos, sólo pedimos que piensen el daño que sufriría la salud pública si las obras sociales desaparecieran.
* FEDERICO GASTON ADDISI es dirigente justicialista (historiador y escritor), director de Cultura de la Fundación Rucci en CGT, miembro del Instituto de Revisionismo Historico J. M. de Rosas, miembro del Instituto de Filosofía INFIP, diplomado en Antropología Cristiana (FASTA) y diplomado en Relaciones Internaciones (UAI).