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Lo que parecía ser «anti-casta» terminó siendo «antiperonismo»

La conferencia de prensa de Patricia Bullrich donde anuncia que “perdonó” al candidato Libertario, Javier Milei de todas las aberraciones que había dicho, para luego sumar su apoyo incondicional de cara al Balotaje (todo esto  con el aval, claro está, de Mauricio Macri) deja vislumbrar que al fin de cuentas sólo se trató de “antiperonismo”.

Lo fue Juntos por el Cambio desde su nacimiento, con discursos disfrazados en banderas celestes y blancas, reivindicación de la república y una falsa moral de “la política diferente”, y acaso también lo es la “moda” libertaria que emergió hace meses.

Cayó como roca pesada el slogan de la “anti casta” tras el pacto con el ala dura del PRO. No se trata de cambiar nada de lo visto, sino de meterse en el juego y jugar con las mismas cartas marcadas y embarradas de hace décadas.

Con la misma impunidad con la que convive (gran mayoría) de la “casta”, Milei terminó arrodillándose ante el sistema que dijo aborrecer. Se les vieron los hilos a la marioneta, hija de un entramado que no viene a ser otro que el de destruir al Peronismo, como lo intentaron ya antes.

Disfrazados (como en 2015) de la “nueva no política”, el ala Libertaria terminó abrazándose a la «vieja política», la de siempre, la corrupta, la inescrupulosa, la que miente, la que roba, la que no quiere hacer política. Lo hizo de la manera más vil y con las mismas “sucias armas” de siempre. Nada nuevo bajo el sol.

Una vez más la Argentina quedó parada ante los espejitos de colores, slogan mentirosos de los políticos carentes de ideologías y convicciones. O peor aún, con la única convicción de destruir al rival sin importar el cómo o el para qué.

Se dice que fue una campaña manejada desde las redes sociales, allí donde la fantasía oculta muchas veces a la realidad. Nunca mejor descripta. La falsedad de los discursos chocó de frente con la corrupta realidad.

El rugido nunca fue de revolución, el rugido (una vez más) fue la onomatopeya para decir “antiperonismo” y sólo eso.

 

Para NCN por  Juan Jose Postararo

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