Malvinas y deuda externa: asignaturas pendientes para una Argentina soberana. Por Daniel Filmus
Este 20 de noviembre se celebra el Día de la Soberanía Nacional en conmemoración del combate de la Vuelta de Obligado, una epopeya anticolonialista ocurrida hace 175 años. Ese día de 1845, un grupo de soldados argentinos, en una lucha absolutamente desigual, resistió la invasión del ejército anglo-francés que intentaba conquistar mercados para sus productos con una flota de 95 barcos. Recordamos especialmente este día porque es uno de los mojones más importantes de nuestra historia en la defensa de la soberanía nacional. Una historia que, desde el rechazo a las Invasiones Inglesas, está concatenada por valerosos hechos signados por la voluntad de emancipación de nuestro pueblo.
Celebramos la soberanía porque se trata de la potestad y el derecho de los pueblos de decidir autónomamente sobre las políticas que atañen a su propio territorio. Porque su ejercicio representa libertad para la toma de decisiones estratégicas sin condicionamientos de ningún poder hegemónico externo.
Muchas disputas tuvieron que librarse desde entonces para que la antigua colonia se transformara en un país y un pueblo soberano. Argentina atravesó un largo y complejo proceso que le permitió la construcción de una identidad independiente como Nación. Pero la independencia formal de gobiernos extranjeros no garantiza la autonomía de un estado nacional. Los mecanismos a través de los cuales las potencias hegemónicas de turno intentaron condicionar nuestras políticas públicas han variado durante estos 200 años, pero siempre el objetivo principal de las estrategias imperiales ha sido expoliar las riquezas materiales e intelectuales que posee nuestra nación. Para ello ha jugado un enorme papel la colonización cultural, al legitimar ideológicamente los dispositivos de dependencia.
En numerosas ocasiones de nuestra historia, esos centros de poder hegemónico han propiciado golpes de estado y dictaduras para garantizar gobernantes que se colocaran al servicio de sus intereses. En democracia, y particularmente en los gobiernos neoliberales como el que hemos tenido los últimos cuatro años, el papel de los organismos de financiamiento internacional, a través del endeudamiento externo, constituye uno de los principales condicionantes del ejercicio de nuestra soberanía.
Pero en un país como el nuestro, que tiene una parte de su territorio ocupado por una potencia colonial, esta nueva celebración del Día de la Soberanía nos obliga a afirmar que no seremos completamente libres y autónomos hasta que recuperemos el ejercicio pleno de nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. En efecto, es una ocasión oportuna para comprometernos a redoblar esfuerzos en dirección a terminar con una de las últimas situaciones coloniales del planeta que lastima a nuestro país y a todo el continente: la usurpación por parte del Reino Unido de una parte del territorio argentino.
Este 20 de noviembre nos encuentra a los/as argentinos/as librando dos batallas al mismo tiempo. Por un lado, renegociando con poder de decisión propio, la deuda externa que tomó el gobierno de Macri para que sus consecuencias no signifiquen mayor sufrimiento para los sectores mayoritarios de la población. Y por el otro, colocando la recuperación del ejercicio de la soberanía sobre las Islas Malvinas y los recursos naturales del Atlántico Sur como el eje principal de una política de Estado a largo plazo con la convicción de que, como señalara nuestro presidente Alberto Fernández en su discurso de asunción, ya no hay lugar para el colonialismo en el siglo XXI.