El secretario general del Celam intervino en un panel internacional sobre el tema y fundamentó su posición sobre la exposición de Nathalie Becquart, primera mujer con derecho a voto en un Sínodo.
El arzobispo de San Juan de Cuyo y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), monseñor Jorge Eduardo Lozano, participó hoy en la conferencia internacional virtual “Mujeres en la Iglesia, el
Lo hizo en el marco de una exposición a cargo de la primera mujer en la historia de la Iglesia que tendrá derecho a voto en los sínodos, la religiosa francesa Nathalie
La hermana Becquart se refirió al contexto actual de las mujeres en la Iglesia con tres expresiones: “una llamada urgente, fuertes aspiraciones, un signo de los tiempos”, las que luego monseñor Lozano consideró necesario “ponderar adecuadamente”.
Asimismo, recordó que en forma permanente el Papa se ha dirigido a las mujeres, recalcando el papel que ocupan en
La religiosa citó la exhortación Evangelii gaudium cuando afirma: “Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres (…), plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente”.
“Los planteos respecto del lugar de la mujer nos incumbe a todos, varones y mujeres, y de diversas vocaciones”, señaló.
Monseñor Lozano consideró que para asumir este desafío es necesario dejarse guiar con libertad por “la audacia del Espíritu Santo, dejando de lado actitudes de temor”.
“Se nos plantea una especie de tensión entre un modo de ser ‘Iglesia demasiado temerosa y estructurada’ resistiendo a ‘una Iglesia viva que presta atención a las legítimas reivindicaciones de las mujeres’”, diferenció.
El secretario general del Celam destacó: “La Iglesia tiene impreso rostro de mujer: nuestras asambleas, los grupos parroquiales, las celebraciones litúrgicas, los ministerios pastorales de nuestras comunidades, la calidad de la reflexión y la calidez de la entrega a los pobres y abandonados, se teje principalmente en las entrañas femeninas, cuyo seno es espacio de cobijo y amparo”.
Asimismo, estimó importante sostener “el enfoque en la llamada bautismal, y desde allí comprender la diversidad de vocaciones, carismas y ministerios; así como estos mismos instituidos también para las mujeres (acólito, lectorado, catequista)”.
Monseñor Lozano explicó que “se trata de ensanchar la mesa, procurando que haya lugar para todos quienes hemos recibido la invitación al banquete del Reino desde el momento del bautismo. Jesús nos convoca, Él es el centro y el sentido de todo lo que vivimos”.
“Afirmamos con certeza que como Pueblo de Dios, estamos llamados a transitar nuevos caminos. Esto nos sitúa a varones y mujeres de fe en el lugar de la escucha, único desde el cual, podremos sopesar, comprender y asumir los desafíos que este momento histórico le plantea a la Iglesia”, agregó.
Monseñor Lozano enfatizó que “la palabra sinodalidad hace referencia a un camino hecho en conjunto por el Pueblo de Dios que peregrina en la historia”.
“En esta coyuntura, se hace más nítida la misión de las mujeres en la Iglesia. Llamadas a ser, al interior del tejido eclesial, sacramento de comunión, puente que favorece el encuentro, en cuyo vientre se fecunda un nuevo modo de relacionarse y se prioriza el arte del acompañamiento. El espíritu sinodal al que estamos abocados, supone la participación de la mujer en los espacios y estructuras de la Iglesia, en el discernimiento y la toma de decisiones”, puntualizó.
“El Espíritu de Dios sigue irrumpiendo y hablando a la Iglesia, y hoy clama invitándonos a ‘caminar juntos’. Este cambio de paradigma, este paso de una Iglesia clerical y piramidal, a una Iglesia más sinodal, exigirá escucha y conversión. En este proceso será fundamental la presencia y la participación de las mujeres”, recalcó y concluyó citando al Papa: “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”.+
AICA/NCN