NOTA DE OPINIÓN – «Crisis educativa. Es hora de revertir la tendencia»; Por Julio Cobos*
Desde hace tiempo, Argentina enfrenta una profunda y compleja crisis educativa. El presidente Mauricio Macri en su informe sobre los resultados de las evaluaciones educativas nacionales, lo confirma claramente; reconocerlo representa un paso muy importante. El sistema de evaluación Aprender es un diagnóstico de la situación que atraviesa la educación. Diagnóstico duro, desalentador, pero absolutamente necesario.
Los bajísimos niveles de calidad educativa nos obligan a replantear cuestiones de forma y de fondo. Debemos quebrar la inercia y revertir esta tendencia, hacer un verdadero cambio estructural para mejorar la calidad educativa. Muchas veces se habla en forma peyorativa de los contenidos, “hay que hablar de competencias” dicen; es claro que esa es la meta pero los contenidos son el medio necesario para alcanzarla. Comprender un texto implica fluidez de lectura, conocimiento de gramática y enciclopedia-es decir- conocimientos básicos de las distintas ciencias.
Lo mismo sucede con la incorporación de nuevas tecnológicas que en algún punto es necesario su uso y aprendizaje ya que es parte de la realidad global pero con esto no alcanza. La escuela debe enseñar a pensar. El desarrollo del pensamiento reflexivo posibilitó que generaciones que no usaban ni calculadora en la escuela hoy sean usuarios de las redes y de programas para su trabajo y esparcimiento.
Mejorar la calidad educativa implica un compromiso de todas las partes: estado, docentes, sindicatos, alumnos y padres. Si no se unifican objetivos o las partes funciona en forma disonante con el resto, las mejoras cualitativas serán imposibles de alcanzar.
Para lograr mejoras en la formación de los alumnos necesitamos previamente mejores escuelas y mejores docentes. No debemos limitar la discusión a los salarios y condiciones laborales, debemos mejorar la calidad de los docentes, capacitarlos y premiar a quienes se capacitan. La trayectoria horizontal docente promueve la formación de mejores docentes y sólo así, tendremos mejores alumnos.
También es responsabilidad de padres y alumnos revertir esta tendencia. Necesitamos a los chicos en las escuelas, aprendiendo y cumpliendo con lo que se espera de ellos. Para esto la cédula escolar busca monitorear la asistencia y trayectoria escolar, evitando la deserción y el abandono.
La escuela debe ser exigente porque es una escalera hacia el futuro de cada uno de los alumnos. Exigencia que debe empezar en la casa y seguir en las aulas y que permita a cada chico y chica explotar su propio potencial.
No podemos permitir que existan chicos que no sepan leer, escribir, interpretar y realizar operaciones matemáticas. Si esto falla, el resto lo hará también. Por eso, aumentar la carga horaria en materias básicas, masificar la doble escolaridad, realizar una evaluación permanente de los alumnos y del sistema; son algunas de las políticas a aplicar.
Hay que frenar el trasvase de la educación pública hacia la privada porque esta puede ser complementaria pero nunca suplementaria de la anterior. El Estado tiene la responsabilidad ineludible de brindar a la sociedad una educación gratuita, universal, equitativa y de excelente calidad; porque este es un principio fundacional del sistema democrático argentino.