En el Valle del Uco, Mendoza, una pareja dejó una carta antes de terminar con sus vidas. Según trascendió, allí habrían reconocido el error cometido y el dolor que éste les provocaba. Fernando López y Sandra Aldaya el lunes tomaron la fatídica decisión. Él ejercía como profesor de informática y ella era la profesora de teatro en tres colegios secundarios desde hacía cinco años; sus alumnos están destrozados. Sus títulos habilitantes no correspondían a las universidades de las cuales decían haber salido. Eran falsos. El fin de semana pasado los medios locales iniciaron una campaña de aniquilación, sin dar los nombres. En pueblo chico infierno grande. Y este lunes hicieron rodar los nombres. Eran jóvenes, toda una vida por delante. Pero no soportaron la presión mediática y social y se ahorcaron en el comedor de su humilde vivienda.
El honor, ese que todos decimos tener, les estaba rodeando la manzana de la conciencia. Ella se despidió por facebook de sus alumnos y él, le pidió perdón al padre. En este contexto en el cual nos hemos acostumbrado a vivir las últimas décadas, esta decisión nos sorprende, nos abruma, ¿era para tanto? ¿Fue necesario que los medios los linchen en la plaza pública? ¿Qué las redes sociales en tan sólo 48 horas se los devorarán como caníbales? No, pero ellos entendieron que el honor ganado se lo estaban por tirar a los perros. Esta pareja tuvo el honor de los que se sienten avergonzados, la culpa de la mentira que la llevarían siempre con ellos a dónde fuesen; el honor del que nos hablarán nuestros padres y abuelos. El que leímos de Borges, Hemingway o Sábato.
Imagínense por un instante, si en función de la mentira, la miserabilidad o la corrupción – nuestros políticos, hablo de aquellos que gobernaron la Nación – viendo que sus causas judiciales se amontonan en los tribunales, con indagatorias, procesos y la bronca de una sociedad que observa atónita como se enriquecieron en la función del Poder; que dejaron 13 millones de pobres, entre ellos 6 millones de chicos en estado de hambruna desesperante, que hoy, ¡si hoy!, están recorriendo los canales de televisión invitando a la sociedad para que nuevamente los vote en octubre; los mismos que ayer estaban en un partido y hoy se presentan en sociedad argumentando que el nuevo espacio político es distinto al anterior y al anterior y al anterior. Que sólo piensan en la próxima elección, intentando que los fueron les evite ir a prisión. Imagínense, por un instante, si el honor, aquel de la parejita del Valle del Uco, hiciera mella en ellos y tomarán la misma decisión. Se suspenderían las elecciones tanto de agosto como de octubre. Ese suicidio colectivo dejaría las boletas opositoras vacías, no habría contra quien competir; el adversario se quito la vida. Se mató. Se descerrajó un disparo en la sien derecha. No, se ahorcaron. No, se tiraron bajo las vías de un tren. Se empastillaron y dejaron una carta pidiendo perdón por todo lo que hicieron. ¡¡¡No, no seas boludo!!!… eso sólo lo hacen aquellas personas que aún conservan el honor, el honor, el honor… que ustedes nunca tuvieron, ni lo tendrán.
*Periodista-Escritor/@naranjo_claudio
Autor de: “Colombia… capital de los infiernos”-“Doble Agente”-“Los Apropiadores”-“Muchos dedos en el gatillo”, entre otros títulos.
1986: Congresal provincial (PJ)
1991: Candidato Diputado Nacional (PJ)
1995: Candidato a Intendente Esteban Echeverría (PJ)