Por Cali Villalonga*
Soy pacifista, por ende militante de la no violencia y antimilitarista. Desde esa idea luché contra la represión y la cultura cuartelera de los años 70 y la dictadura. Me opuse a la guerra de Malvinas a pesar del jolgorio popular porque era un gigantesco paso atrás en las negociaciones, un error político y un crimen más que perpetraba la dictadura militar, esta vez consentido por la algarabía callejera.
Durante los 80 vi como dimos enormes pasos con el juicio a los crímenes perpetrados por los militares, el rechazo al militarismo que había ahogado a la Argentina y una sociedad que despertaba al espanto. Vinieron los reflujos y finalmente durante los 90 se terminaron las reivindicaciones antidemocráticas del “carapintadismo”. Luego, un paso fundamental para desmilitarizar la sociedad, el fin del servicio militar obligatorio, un reclamo que sosteníamos desde hacía tiempo.
Luego viene un largo período de estancamiento y simple “achicamiento”. Aquí sobreviene un grave error de la democracia, no supimos dónde colocar a las fuerzas armadas. No supimos asignarles un rol apropiado, equiparlas y prepararlas para ese rol.
Durante los últimos años, las fuerzas Armadas cumplieron ese papel facilongo de tratarlos como demonios cuando en realidad se trataba mayormente de gerontes decrépitos y acabados. Las Fuerzas Armadas eran blanco de estigmatizaciones de una horda de nuevos y anacrónicos militantes setentistas que repentinamente poblaron cargos públicos, medios de comunicación y organizaciones sociales. Todo tiempo perdido.
Estas horas de angustia por el destino de 44 personas a bordo del submarino ARA San Juan deben comprometernos a que durante los próximos años diseñaremos las Fuerzas Armadas que corresponda tener a la Argentina: acopladas a la democracia, ajustadas a las verdaderas hipótesis (y no sólo hipótesis) de conflictos, profesionales y dimensionadas adecuadamente. Institución que no puede ser blanco de estigmas del pasado ni puede ser una caricatura.
Resguardo de recursos naturales, terrorismo internacional, fuerzas de paz y cooperación internacional, profesionales en la asistencia de desastres a escala regional. Esos deben ser algunos de los compromisos para refuncionalizar y potenciar esa institución para la actual coyuntura y para construir la paz y la cooperación.
*Diputado nacional Cambiemos