En la Legislatura hay un proyecto para blanquear a una cooperativa que ya ocupa parte de la calle Defensa en San Telmo. Tensión en la zona por rechazo de vecinos y comerciantes.
Los domingos sobre Defensa funcionan siete ferias en simultáneo. Se estima que incluyen a alrededor de 2.000 vendedores. Las realidades son distintas según el tramo. La feria tradicional de San Telmo es una, aquella que nació en 1970 como espacio de venta de antigüedades y que hasta fines de agosto se hacía todos los domingos en plaza Dorrego, pero ahora está en obra. Vendedores dependen del Museo de la Ciudad, tienen inspecciones periódicas y no pueden comercializar objetos de menos de 30 años.
Pero la convivencia entre vendedores legales, sin habilitación y vecinos de San Telmo está en su límite. Ahora, un proyecto de ley regularizaría puesteros ilegales sobre Defensa, entre Independencia y Humberto Primo, vía que hace estallar tensión acumulada y saca a la luz problemas de una década sin solución.
La legisladora del bloque peronista María Rosa Muiños presentó una iniciativa para legalizar la instalación de la Cooperativa “El Adoquín” sobre Defensa desde el 800 al 1000. El proyecto está en discusión y aún no se firmó su despacho para ser tratado en la Legislatura, pero ya provocó reacciones opuestas. Por un lado, generó rechazo entre vecinos y comerciantes que piden el traslado de vendedores ilegales y ven en la regulación la frustración de sus demandas. Por otro, la adhesión de cooperativas que quieren trabajar.
La feria de antigüedades no es la única que depende del Gobierno porteño, también hay de alimentos y artesanías que organiza el Ministerio de Ambiente y Espacio Público en distintos puntos de Defensa, Humberto Primo y pasaje Giuffra.
Con el tiempo, mientras crecía la llegada de turistas, junto a las oficiales también aparecieron ilegales, en algunos casos porque la situación económica obligó a muchos a sobrevivir, en otros porque la calle también es buen negocio. Así, mantas y estructuras de metal de vendedores sin habilitación poblaron Defensa, desde Plaza de Mayo hasta Cochabamba. Todo llegó a tal caos que, a fines de 2011, la Legislatura aprobó una ley autorizando la instalación de artesanos entre Hipólito Yrigoyen y Chile.
Pero la normativa no se reglamentó y hoy, sin controles, objetos de producción propia e industrial, antiguos y de colección se amontonan en espacios que están dentro y afuera de la órbita del Ejecutivo. “La venta está saturada. Comerciantes no pueden ejercer su rol y vecinos son rehenes del desastre que es Defensa”, dice Norberto Medrano, de la Asociación de Anticuarios y amigos de San Telmo.
“Acá vendemos un fonógrafo entre cinco y seis mil pesos. Al lado ofrecen cinturones o muñecos a 20 pesos de China. Al mezclarse todo, se pierde prestigio. Antes éramos feria modelo, ahora una más”, se queja Lorenzo Paoletti, puestero desde 1972.
Quejas también están en la Justicia. En el Ministerio Público Fiscal hay una causa contra feriantes que sin permiso ofrecen productos sobre Defensa, entre Humberto Primo y Estados Unidos. En parte de ese tramo hay miembros de “El Adoquín”, cooperativa que se quiere reglamentar. Se creó hace siete años y reúne a 300 personas nucleadas en la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular.
“No entiendo por qué nuestra regularización genera conflicto. Somos artesanos y microemprendedores, cada uno con su taller propio. No competimos con anticuarios ni quienes venden antigüedades”, dice Alberto Cortes, vicepresidente de “El Adoquín”, vende cuadernos y adornos de cuero micrograbado, enfrente se ofrecen vestidos hechos por una diseñadora de indumentaria, al lado mochilas y billeteras con estampas de mapas.
“No nos pueden tratar como problema o container en el espacio público. Somos una cuestión social a resolver”, agrega. Asimismo, Edio Bassi, secretario de la Asociación de Comerciantes del Casco Histórico, responde: “No sólo es problema de competencia comercial. Defensa colapsa todos los domingos. Exigimos que el Gobierno haga cumplir la ley, fiscalice ferias, despeje cuadras usurpadas y los reubique en el tramo que va de Plaza de Mayo a Chile”. Ninguno quiere ceder, la ley no tiene marco de aplicación, la discusión puede ser eterna.