«Pase lo pase el Domingo, la Política se debe una severa autocrítica» por Juan José Postararo
En menos de 48 horas la Argentina tendrá un nuevo Presidente. Pero suceda lo que suceda en las urnas existe una premisa irrevocable: la política, tal como la conocemos, deberá hacer una autocrítica muy grande a partir del lunes mismo y revisar su accionar para evitar que el pueblo atraviese otro año como el presente.
La llegada de Javier Milei a un escalafón tan alto (si bien es acompañada por una coyuntura internacional donde puede verse reflejado) es consecuencia de la política misma. Fue ella, con sus falencias eternas, la que permitió emerger un personaje de tal naturaleza. Ella y solo ella fue la culpable de que, a 40 años de Democracia, se estén discutiendo temas que aprecian saldados: la legitimidad del voto, la no posibilidad de fraude, los derechos conquistados, los 30 mil desaparecidos, y lo peor de todo: la democracia misma.
Milei surgió porque la política dejó un “hueco” en la sociedad que él supo ocupar. Se escabulló por la grieta. Aprovechó un descontento social que data de (mínimo) dos gobiernos atrás. La política no supo amalgamar con fuerzas el vínculo con la sociedad que comenzó a gestar la llegada de Néstor Kirchner y abusó de su accionar inescrupuloso y corrupto.
Imaginen que un chico de 20 años, viene de casi 10 escuchando a sus padres hablar de que la plata no alcanza, de que la inflación mata, de la inseguridad, de que son todos corruptos y de que los políticos no viven de la realidad. Hoy, con la potestad de votar, no dudó: se volcó con el que prometió (en primeras instancia) acabar con esa “casta abusadora”.
Claro que luego él y su entorno dejaron ver “más líneas” del discurso y aparecieron las barbaridades que todos conoces y escuchamos. Pero acaso era tarde. Las urnas legitiman su posibilidad como candidato. La sociedad escuchó lo de antes y confió. Le permitió la chance. Al menos la chance de ir a un Balotaje.
¿Qué sucederá el lunes? Sólo el destino lo saber. Lo cierto es que ya no quedará margen (gane quien gane) para jugar con la “soga” de la credibilidad. La política deberá cambiar su postura. Su mirada. Bajar de sus autos de vidrios polarizados y meter los dos pies en el barro. Deberá chocharse con la realidad. Deberá abrazar al tipo de a pie. Hacerlo propio. Mostrarle que, aun con sus enormes falencias, la Democracia sigue siendo el mejor camino. Deberá re educar a una nueva generación desencantada. Deberá convencerla, sin opción a perder, que la política es el único y más leal camino para el desarrollo social y la movilidad ascendente.
Deberá plantarse frente a frente y volver a luchar como antaño. Inculcar por enésima vez el “Nunca Más”, dejar las frases y convertirlas en hechos, replicar (otra vez y las veces que sean necesarias) que “la patria siempre es el otro”.
Porque aquello que pasó no “fue magia” y esto que sucede ahora tampoco es “casualidad”.
Para NCN por Juan José Postararo