¿Por qué el pueblo es Peronista? Por Maia Volcovinsky
Durante dieciocho años de forzoso exilio, millones de argentinos pelearon por el regreso del General Perón a la Patria. Como el gaucho pobre del poema de José Hernández había vuelto, decidido: “A ver si puedo vivir/ y me dejan trabajar.”
El objetivo de su tercera presidencia fue, fiel a su doctrina y a su historia, la liberación nacional. La reconstrucción del país continuaba teniendo como columna vertebral al movimiento obrero organizado, formado y capacitado. El medio para alcanzarla era la unidad nacional y la reconstrucción del hombre argentino a través del Pacto Social, la comunidad organizada, el diálogo plural con las fuerzas políticas y la puesta en marcha del Plan Trienal.
Ganó las elecciones con un 62 por ciento de votos. Del 25 de mayo de 1973, al 1 de julio de 1974, desarrolló una política de gobierno que en pocos meses fue capaz de contener la inflación, elevar el salario real, reducir el desempleo, aumentar la participación de los trabajadores en el PBI en once puntos porcentuales, consensuar una Ley de Contratos de Trabajo, reactivar el mercado interno y fomentar la producción industrial, nacionalizar la banca y el comercio exterior agropecuario, reglamentar el capital extranjero, poner en marcha la construcción de represas hidroeléctricas y el suministro eléctrico por energía nuclear, llenar las aulas universitarias de nuevos estudiantes, diseñar un Plan para el autoabastecimiento energético, incorporar al país al Movimiento de Países No Alineados, expulsar las misiones militares extranjeras de suelo argentino, intentar recuperar diplomáticamente las Islas Malvinas, romper el bloqueo a Cuba, resolver viejos conflictos limítrofes, abrir nuestro comercio a China, la Unión Soviética y los países socialistas, unificar a todos los partidos democráticos en un proyecto de consenso, relanzar el proceso de unidad continental, entre las medidas más relevantes.
En un contexto de grandes fraccionamientos hacia el interior del movimiento nacional, con casi ochenta años y la salud quebrantada, el General de los argentinos diseñó con enorme sacrificio su último aporte al país: el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional. Síntesis acabada del estadista y líder político más importante que ha dado el Continente, en sus páginas reflexiona sobre los modos de revertir la dependencia colonial del país, el rol del imperialismo, las políticas económicas y las formas de organización política de la Nación, la Justicia social, el desarrollo de una cultura nacional que enfrentase el neocolonialismo, la necesidad de lograr la soberanía científico tecnológica, el rol de la Universidad y de los intelectuales, la ecología, la organización institucional del proceso de cambio… Fallecido el General, con Isabel Perón, se nacionalizaron los sistemas de medios de difusión, se nacionalizó la comercialización de hidrocarburos y se promulgó la ley de contrato de trabajo. En uno de sus últimos discursos Isabel caracterizó con justeza la reacción que se venía al alertar que «vienen por las chimeneas que levantó el General Perón.» La clase política del momento casi en su conjunto fue cómplice del golpe de Estado de 1976, para ser posteriormente, gerenciadora de una democracia liberal controlada y colonizada que en la actualidad debemos revertir recuperando el Peronismo, nuestro movimiento de unidad nacional, punto más alto de la independencia argentina y del bienestar de nuestro pueblo donde anidó la felicidad de los argentinos y la grandeza de la Nación.
Porque tras el 1 de julio de 1974 y tras la arremetida contra Isabel y contra el país, un 24 de marzo de 1976 a sangre y fuego y a costa de la destrucción del patrimonio nacional dejamos de ser pueblo con idiosincrasia y valores comunitarios y humanistas. Donde había organizaciones libres, hoy prima el individualismo y la atomización. El actual escenario político es producto de una comunidad disociada, de millones de compatriotas que no se reconocen a sí mismos y que no reconocen su realización en comunidad. Nos hemos transformado en masa apática que vive de la cultura del descarte pregonada por la oligarquía en el país rico que condena a la mitad de su niñez a la indigencia.
Porque no hay nada superior a la doctrina legada por Perón, necesitamos levantar bien alto el orgullo nacional y la fe en lo nuestro para trabajar sin sectarismos por un Proyecto Nacional guiado por los valores de la liberación que nos legó para volver a ser un Pueblo Organizado y para retomar el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional que espera su realización a la vuelta de la esquina de la esperanza. ¡Viva la Argentina! ¡Viva el Pueblo argentino! ¡Viva Perón!
*Por Maia Volcovinsky