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Presentarán una ley para agregar un feriado nacional el año que viene

Este miércoles 14 de junio a las 14 horas en la sala 2 del Anexo A de la Cámara de Diputados el bloque de diputados nacionales socialistas realiza una conferencia de prensa para presentar un proyecto de ley para declarar el día 15 de junio de 2018 Feriado Nacional en conmemoración de los cien años de la reforma universitaria de 1918. Estarán presentes los diputados del bloque socialista, la Federación Universitaria Argentina (FUA) y el Movimiento Nacional Reformista (MNR) que es el movimiento de universitarios del Partido Socialista.

Además se presenta otro proyecto de ley: Declárase el año 2018 “Año de la Reforma Universitaria” para conmemorar la trascendencia que tuvo este movimiento de democratización de la cultura y la enseñanza en la Universidad argentina y latinoamericana.
La presente tiene como objeto difundir un hecho histórico de vital importancia para las Universidades, siendo unos de los principios más destacados de este movimiento la autonomía universitaria, el cogobierno, la extensión universitaria y la periodicidad de las cátedras.

2433-D-2017

El Senado y Cámara de Diputados…

ARTICULO 1º.- Declarar, por única vez, el día 15 de junio de 2018 como feriado nacional, atento el cumplimiento del centenario de la Reforma Universitaria.
ARTICULO 2º.- Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.

FUNDAMENTOS

Señor presidente:

El día 15 de junio es un día trascendente para la historia argentina, dado que en el año 1918 y la Universidad Nacional de Córdoba, un grupo de jóvenes decidió alzar la voz ante la injusticia y la desigualdad reinantes en el ámbito educativo superior. La autonomía universitaria, el cogobierno, la extensión universitaria, la periodicidad y laicidad de las cátedras, los concursos de oposición docente y la amplitud académica son solo algunos de los postulados que estos jóvenes, encabezados por Deodoro Roca, enarbolaron en base a la búsqueda de la genuina democratización de la enseñanza. Ese mensaje rápidamente se extendió a lo largo y a lo ancho del país, y también en toda América Latina.
Las reivindicaciones reformistas bregaban por la renovación de las estructuras y objetivos de las universidades, la implementación de nuevas metodologías de estudio y enseñanza, el razonamiento científico frente al dogmatismo, la libre expresión del pensamiento, el compromiso con la realidad social y la participación del claustro estudiantil en el gobierno universitario. El acceso a las universidades públicas generó fuertes enfrentamientos entre las clases medias y los miembros de la élite. La obtención de un título universitario significaba, para los sectores medios, la posibilidad de ascenso social, ya que era el requisito necesario para ejercer las profesiones liberales. Es importante resaltar esto último, para comprender el contexto de donde surge esta fuerte reivindicación educativa.
Esto decían los jóvenes “reformistas” en su célebre manifiesto liminar:
“Nuestro régimen universitario –aún el más reciente- es anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho divino; el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La Federación Universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. El concepto de autoridad que corresponde y acompaña a un director o un maestro en un hogar de estudiantes universitarios no puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la sustancia misma de los estudios. La autoridad, en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñando.”
La importancia que ha tenido este hecho en la historia argentina, es notorio, palpable y visible. Millones de jóvenes, a lo largo de casi diez décadas, han podido ingresar a una Universidad pública, cogobernada, con voz estudiantil, con una mirada de la extensión como mucho más que compromiso social, laica, autónoma.
La transformación de nuestra sociedad en un sentido altamente positivo, deja a las claras que la gesta de aquellos jóvenes del ’18 se hace cada vez más grande, y cobra cada vez mayor relevancia en nuestro presente, y sobre todo, en nuestro futuro como Nación.
Declarar el centenario de la Reforma Universitaria como feriado nacional, es otorgar un merecido reconocimiento al valor de la enseñanza universitaria en nuestro país, a la necesidad de cuidar y fortalecer sus instituciones, pero por sobre todas las cosas, a comprender que una educación pública, gratuita y de excelencia académica nos dará las herramientas para construir colectivamente una Argentina libre, justa, igualitaria y soberana.
Por lo expuesto, es que solicito a los señores diputados, aprobar el presente proyecto de ley.

2986-D-2017

 

El Senado y Cámara de Diputados…

Artículo 1°.- Declárase el año 2018 “Año de la Reforma Universitaria” para conmemorar la trascendencia que tuvo este movimiento de democratización de la cultura y la enseñanza en la Universidad argentina y latinoamericana.
Artículo 2°.-La presente tiene como objeto difundir un hecho histórico de vital importancia para las Universidades, siendo unos de los principios más destacados de este movimiento la autonomía universitaria, el cogobierno, la extensión universitaria y la periodicidad de las cátedras.
Artículo 3°.-Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.

FUNDAMENTOS

Señor presidente:

El 15 de junio de 2018 se conmemorará los 100 años de la Reforma Universitaria, el movimiento de la juventud más original y profundo de América latina.
Transcendencia del movimiento reformista
Por aquellos años, se producían en el mundo y en Argentina sucesos que tendrían una incidencia directa en l devenir de nuestra historia. Mientras tanto la Universidad había permanecido cerrada, enclaustrada de cara a lo viejo y negando el nuevo tiempo. Es decir la vieja Universidad del “régimen” de espalda al nuevo país de la Ley Sáenz Peña de voto secreto y obligatorio, de la Presidencia de Yrigoyen y del acceso de la clase media al poder público.
Es importante tener en claro que la Reforma Universitaria, más allá de su denominación, es fundamentalmente parte e hija de una cuestión social. Es un error absurdo circunscribirla a un asunto de aulas y estatutos. Porque la Universidad de aquellos tiempos era reflejo de su entorno y en sus aulas se formaban hombres imbuidos en principios abstractos generadores de un reducto aristocrático de donde se nutría la entonces clase dominante. Ahora bien, el sistema político imperante se había relajado por agotamiento y por corrupción, y perdía entonces su influencia sobre el medio social. Por ello la Reforma Universitaria significa la derrota de aquel sistema, asentándose en el espíritu de la nacionalidad, que se tradujo en la hora de la Revolución de Mayo con los anhelos de libertad, igualdad y fraternidad para todos los hombres de América.
Este cuadro de situación de la “vieja” Universidad, indudablemente generó la reacción dentro de su mismo seno. Por ello, conscientes de ello, los estudiantes salieron a la calle, se confundieron y se impregnaron de la sensibilidad popular y de la realidad ambiente. Forjando su conciencia nacional para volver a exigir los cambios que el país necesitaba de sus instituciones de educación superior.
La reforma de los estatutos no podía ser todo el fin del movimiento. Hablaron al país, a la América toda. Ampliaron el horizonte, enarbolando ideales más comprensivos. Todo lo dice el manifiesto que después del 15 de junio, dirigieron “a los hombres libres de Sud América”. Basta leer el contenido de dicha proclama para comprender que en nombre de la Reforma Universitaria, incitaban al pueblo poner fin a las oligarquías, a desbaratar las mentiras sociales, a concluir con los privilegios, a acabar con los dogmas religiosos, a realizar ideales americanos de transformación social y cultural, a
promover esta corriente revolucionaria hasta los mismísimos reductos universitarios fuente de dirigentes del viejo régimen. En definitiva a poner a la Universidad en función de los intereses de las grandes mayorías.
Reafirma esta reflexión, el espontáneo y recíproco acercamiento que se produce entre los grupos estudiantiles y la sociedad. Desde el primer momento el obrero estuvo al lado del estudiante, alentándolo y apoyándolo con su presencia. Esta íntima vinculación se hizo reciproca. Era común ver dirigentes estudiantiles concurrir a los locales de los gremios para conversar con ellos, darles conferencias y mezclarse en sus luchas por los derechos de los trabajadores. Al decir de Julio V González “No podrá separarse nunca la Reforma Universitaria de la Reforma Social, porque ambas fueron emprendidas simultáneamente y nacieron, por lo tanto, unidas”.
Los acontecimientos de la Reforma en Córdoba.
En marzo de 1918 existía lo que se llamaba el Comité Pro Reforma Universitaria, constituido por alumnos de los últimos cursos de las facultades de Medicina e Ingeniería, donde habían ocurrido problemas que la Universidad no resolvía. En Derecho habían sucedido una serie de episodios provocados porque se enseñaba demasiado Derecho Canónico y los profesores de Filosofía y aun de Derecho Civil tenían una posición demasiado adicta no a un principio religioso, sino directamente al punto de vista del clero. En los programas universitarios se incluían temas tales como “deberes con los amos” o rechazo de tesis por ser contrarias a la moral.
Los antecedentes más importantes en Córdoba se remontan a 1916, cuando a partir de un ciclo de conferencias que inició Arturo Capdevilla sobre el derecho hindú brota una desmedida reacción de parte de los sectores clericales. En respuesta ante esta actitud se constituyó la asociación “Córdoba Libre” presidida por Arturo Orgaz. La primera actividad que llevaron adelante luego de estos hechos, fue invitarlo a dar una disertación al Dr. Alfredo Palacios profesor de la Universidad de La Plata, que días antes las autoridades de la Universidad le había negado dirigirse a los jóvenes dentro de sus instalaciones universitarias. El resultado fue un acto imponente en el Teatro Rivera Indarte que desbordaba de público hasta la calle misma. En ese ambiente reinante “Córdoba Libre” funda la Universidad Popular donde se comenzaron a dar clases de Derecho, Ingeniería, aspectos sanitarios movilizando a todos los jóvenes del ámbito universitario. Estos dos antecedentes fueron indudablemente los que prepararon a la juventud y al pueblo para los acontecimientos que se desencadenarían en junio de ese mismo año.
La llegada del primer Interventor Nacional, Dr. José Nicolás Matienzo, remite a un momento de exaltación de los reformistas seguros de que el éxito coronaría la protesta, pero como se sabe, las elecciones de rector – realizadas en junio – muestran una vez más la capacidad de resistencia de los grupos instalados desde hacía tiempo en la Universidad. Como bien lo sintetizaron aquellos jóvenes en su Manifiesto Liminar del 15 de junio “La reforma Matienzo no ha inaugurado una democracia universitaria; ha sancionado el predominio de una casta de profesores. Los intereses creados en torno de los mediocres han encontrado en ella un inesperado apoyo. Se nos acusa ahora de insurrectos en nombre de una orden que no discutimos, pero que nada tiene que hacer con nosotros.
Si ello es así, si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien alto el derecho sagrado a la insurrección. Entonces la única puerta que nos queda abierta a la esperanza es el destino heroico de la juventud”. Se abre entonces, una etapa en la que el apoyo externo se multiplica proveniente no sólo de las Universidades sino también de diversas instituciones de todo el país.
La Reforma Universitaria y el gobierno de Yrigoyen
En primera instancia, para contextualizar el momento político que atravesaba el país, hay que decir que el radicalismo, como factor social, cumplió la misión de cavar un abismo en el cual quedaba definitivamente sepultada la generación que había manejado al país desde el 80 hasta 1916.
El protagonismo estudiantil fue reconocido por el Presidente Hipólito Yrigoyen en su mensaje del 31 de julio de 1918 acompañando un proyecto de ley de instrucción pública donde sostenía que “los estudiantes son esencia y vida de las instituciones de la cultura superior”.
Respecto a las decisiones tomadas ante los hechos que se venían desenvolviendo en Córdoba. El 23 de agosto, el Poder Ejecutivo Nacional decidió la segunda intervención a la Universidad de Córdoba motivada en las insistentes solicitudes de los estudiantes de Córdoba y con este propósito designa al Ministro de Culto e Instrucción Pública Dr. José Salinas. Una de las primeras decisiones del interventor aclamadas por la Federación Universitaria consistió en convocar a concursos para practicantes en diferentes instituciones públicas de la salud. Y al mismo tiempo comienza a dictar una serie de decretos en cuestiones que eran solicitadas por los reformistas. La conformación de los organismos administrativos de la Universidad quedó zanjado a través de la declaración en comisión de todos los profesores y la designación, por decreto, con periodicidad en sus funciones, del rector, el vicerrector, los profesores integrantes del Consejo Superior y los miembros de los Consejos Directivos, que debían ser docentes de la Facultad a la cual representaban. Se garantizó la participación de los estudiantes en la Asamblea que postularía a los candidatos a integrantes de los Consejos Directivos acercándose a las aspiraciones del Primer Congreso de estudiantes. En relación al cuerpo docente, se incorporaba gente nueva en el cuerpo de profesores como los líderes reformistas Deodoro Roca y Arturo Orgaz. Ante esas medidas concretas, el organismo representativo de los estudiantes levantó la huelga universitaria y las aulas se poblaron inmediatamente. Sin embargo quedó pendiente la designación por concurso de los profesores, cuestión que iba generar opiniones encontradas dentro del movimiento de la Reforma en especial con aquellos miembros de la Federación Universitaria que no aprobaban la alianza implícita que se había plasmado con el gobierno nacional.
Las modificaciones iniciadas a los planes de estudio denotan que la Universidad debía concentrarse en no reproducir meros profesionales sino en estimular la producción del conocimiento mediante la renovación de bibliotecas y trabajos prácticos experimentales. La docencia libre fue ampliamente incorporada en las reformas impuestas por la intervención federal: “…podrán dictar cursos libres, conferencias o lecciones sobre cualquiera de las asignaturas correspondientes al plan de estudios de cada Facultad los profesores suplentes, los diplomados universitarios, nacionales o extranjeros o personas de competencia reconocida”
Otro de los temas al que la intervención prestó suma atención, para darle sustentabilidad económica a los cambios, fue el de transparentar el uso de los fondos universitarios propios y la manera de administrarlos para producir una mejor redistribución facilitando nuevos laboratorios, bibliotecas y más profesores
Por ello en la alocución que hizo el ministro al entregar la Casa de Trejo a las nuevas autoridades diría: “Vuestro viejo y legendario Instituto rehabilitado así a la plenitud de sus prestigios, de su autoridad y de sus merecidos respetos figurará desde ahora, sin duda alguna, como un verdadero monumento del progreso institucional y científico, no sólo de la Nación Argentina sino de todo el continente Americano.”Y el mismísimo Deodoro Roca en sus palabras de despedida al Interventor le respondería “Sr. Ministro: Podréis decir en Buenos aires que la obra que dejáis no se malogra. Despierta y vigilante la juventud custodiará la casa y nadie podrá arrebatarnos el precioso tesoro de la libertad.»
La Reforma Universitaria y el Partido Socialista.
El Partido Socialista ya en sus albores, como expresión de los sectores que luchaban por revertir el estado de situación implantado por la denominada “política criolla” que encarnaba la oligarquía local y foránea, tuvo un compromiso real y de acción con el movimiento reformista.
Podemos remontarnos años antes de 1918, cuando en 1903 los practicantes del Hospital de Clínicas, inician un movimiento para que se designe al Dr. Juan B. Justo profesor de la Escuela de Medicina. Este movimiento de estudiantes y profesores, y que es encabezado por el entonces estudiante Enrique Dickmann, obliga a la Academia de Medicina a realizar tal designación. Pero no concluye allí. Porque meses después los profesores convocan a colegas de otras facultades planteando la necesidad de la reforma de la ley universitaria vigente y que los académicos sean designados por los profesores titulares y suplentes. Será el Dr. Nicolás Repetto como miembro de la comisión el responsable de generar los vínculos interfacultades y de entrevistarse con el Ministro de Instrucción Pública. La situación llegó a tal punto que se publicó un manifiesto el 5 de octubre de 1905 en el diario La Nación que concluía “los estudios médicos no está confiada a los que enseñan”. La Academia indignada reacciona y expulsa a los profesores Repetto, Justo, de Madrid, Texo y Dickmann de hecho, aduciendo que el espíritu de insubordinación de los nombrados perjudica la enseñanza. Aquel arbitrario golpe de autoridad de la oligarquía académica generaría una agitación en los círculos intelectuales y en el mismo Congreso de la Nación.
Este es un antecedente que mostraba la ebullición que existía en el seno de las Universidades antes del 15 de junio de 1918. Y que tendría al Partido Socialista como un actor importante en los hechos. Vale recordar las palabras del rector de la Universidad de Córdoba Dr. Antonio Nores, que su designación provocó el estallido “Los revoltosos salieron a la calle,…fuerza desconocedora de todo respeto, que se debió hacia su verdadero rumbo: el más crudo socialismo y que dirigida por encumbrados personajes de esa filiación”. Y no estaba equivocado en su análisis este personaje, porque el primer Congreso Nacional de los estudiantes de la Reforma eligió como secretario a Julio V. González que luego se incorporaría al Partido Socialista.
El Congreso Socialista de 1918 presidido por Juan B. Justo fue el primer organismo político que se avocó al problema universitario incorporando en su programa mínimo “Democratización de las Universidades y extensión popular de su enseñanza” y conjuntamente se envió un telegrama de
solidaridad a la Federación Universitaria de Córdoba. Luego esta resolución sería recogida en 1919 por la Primera Conferencia Socialista y Obrera Panamericana reconociéndole la proyección americanista.
Este mandato es tomado por el diputado Juan B. Justo y lo lleva al Congreso Nacional el 24 de julio de 1918 interpelando al Poder Ejecutivo con el objetivo de provocar la intervención de aquella Universidad y “poner en práctica los pedidos de los estudiantes”. “La Universidad de Córdoba, infiltrada a fondo por el catolicismo ortodoxo e intransigente, es sectaria, en el peor sentido de la palabra. Citare como prueba la titulada cátedra de derecho Público Eclesiástico única en el país…El programa de Filosofía del Derecho contiene una bolilla denominada Deberes para con los siervos…En la Biblioteca principal Faltan las obras modernas más indispensables…El origen de las especies de Darwin, … de Marx solo un manualito…no hay nada de Engels” Y así fue describiendo cada uno de los programas de la curricula y censura universitaria de infinidad de autores de las nuevas corrientes del pensamiento. Para enunciar que “los estudiantes piden que se les enseñe, que se les haga trabajar, que se abran los laboratorios cerrados…” “Tienen perfecto derecho de reclamar respeto…y libertad de conciencia”.
Párrafo aparte se merece La Vanguardia órgano de expresión del Partido porque fue de los diarios de la época el que mejor reflejo los hechos que día a día se sucedían en Córdoba. Porque advirtieron de un primer momento el alto significado social de la agitación y los obreros comenzaron a solidarizarse al comprender que la Reforma estaba unida a la causa del proletariado.
Paradójicamente la muerte alcanza al fundador del Partido Socialista Juan B Justo preparando una conferencia que dedicaría a los jóvenes en Enero de 1928 con el título “Programa de acción para las juventudes socialistas” quedando las notas y apuntes en su mesa de trabajo. En los párrafos dedicados a la Universidad se destaca “la enseñanza era casi totalmente verbal, aún en las materias más experimentales y de observación. Sentados tras de una mesa vacía, los profesores… con palabras que no tenían relación alguna con la realidad.” Y en otro afirmaría “Con la reforma Universitaria del año 1918 cayeron en Córdoba en forma estrepitosa, profesores, métodos y textos que constituían un verdadero escarnio para la enseñanza científica y moderna.”
Años después, en 1930, el Dr. Julio V González daría una Conferencia en la Escuela de Estudios Sociales “Juan B. Justo”. El líder de la Reforma que aún no se había incorporado al socialismo destacaría “comienzo por declarar que se engaña o reniega todo aquel universitario reformista que no se sienta por lo menos un simpatizante de la causa proletaria y no contribuya… a la emancipación económica-social de la clase trabajadora”. El Congreso Socialista de 1938 dará las bases reformistas de organización universitaria y será el propio Julio V. González, ya diputado nacional socialista quien presentaría el proyecto de ley para las Universidades en 1941. Y en su discurso de presentación afirmaría “La filiación ideológica de esta gran campaña reformista, respondía a los postulados de libertad, democracia y justicia social, con vasta proyecciones en el medio político social… buscaba la disolución de las oligarquías académicas… la abolición de la enseñanza dogmatica, la implantación de nuevos métodos pedagógicos y la extensión al pueblo de la cultura superior”. Cabe mencionar que previamente los senadores nacionales Alfredo Palacios y Mario Bravo serían pioneros en 1932
presentando un Proyecto de Ley Universitaria que sería aprobado por el Senado de la Nación poniendo el acento en los postulados de la Reforma Universitaria y en la participación estudiantil.
No podemos dejar de mencionar al venerable filósofo y maestro de la juventud, Alejandro Korn, que traía al incorporarse al Partido Socialista una larga militancia reformista. Que lo honró en ser el primer decano reformista elegido por el voto de los estudiantes en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Y había dicho “La Reforma es Libertad, es la emancipación de trabas y tutelas que constriñen el estudio y sofocan toda espontaneidad. Es imprescindible la intervención de los estudiantes en el gobierno de la Universidad. Ellos y solamente ellos representan el ímpetu propulsor, la acción eficiente, capaz de conmover la inercia y de evitar el estancamiento”. Siendo muy firme en su diagnóstico “La Universidad argentina como instituto de alta cultura ha fracasado. El trabajo útil que en ella se realiza se concentra en las Facultades. La universidad como tal, no es un organismo; es solo una oficina burocrática” “Aquí también el Partido Socialista debe ir al fondo de las cosas. Debe contribuir a una renovación total y decisiva”
En definitiva las figuras más ilustres del Partido Socialista tuvieron una activa participación al inicio, durante y luego de aquellos días de la Reforma Universitaria en Córdoba.
VIGENCIA DE LA REFORMA UNIVERSITARIA
El movimiento reformista del 18 surgió con dos perfiles naturalmente inseparables pero diferentes. Uno, institucional, tendía a la pedagogía de la libertad, sometida al rigor del análisis crítico y el juicio racional en contraposición de la Universidad confesional y dogmatica. Y por otra parte a lo político, aspecto que las generaciones posteriores resaltaron como principal producto de la Reforma. En el fondo todo problema cultural es político. La Reforma tenía el compromiso de hacer la Universidad genuina, argentina, democrática y también científica. Al decir de Deodoro Roca “Lo social, si. Pero el hombre, también. Se denuncia ahí, flagrantemente, la crisis de una cultura.”
Este legado reformista, a 100 años, mantiene una vigencia y proyección única. Por su apuesta al pluralismo, a la autocrítica y por su inclinación a paliar las enormes diferencias sociales mediante asociaciones multisectoriales que hoy se enfrentan a un modelo consumista, desigual y excluyente .Las drásticas políticas de ajuste, motivan la articulación de las mayorías nacionales, donde el movimiento estudiantil se fusiona con los trabajadores para la construcción de una sociedad donde sea el hombre el centro y el objeto de las relaciones sociales y económicas.
En el plano de la educación podemos ratificar su trascendencia actual con solo ver que las finalidades básicas que la UNESCO sustenta hoy como metas para la Universidad fueron planteadas inicialmente por el movimiento reformista latinoamericano hace una centuria: elaborar conocimientos nuevos (investigación creativa), formación de personal altamente calificado (enseñanza y comunicación), prestación de servicios a la sociedad (extensión) y función ética (crítica social). Entre los aciertos puntuales que trajo la prédica reformista se encuentran sus esfuerzos tendientes a resignificar la idea de cultura para que ésta deje de ser vista en términos ornamentales o acumulativos sino como la realización de determinados valores prioritarios fundamentales en el camino hacia un mundo con libertad, justicia e igualdad de oportunidades.
El clima de contrarreforma a lo largo de toda esta centuria ha existido, pero siempre proviene especialmente bajo la impronta neoconservadora remisa al gasto social, partidaria de la concentración financiera y cognoscitiva, de una universidad recluida y tecnocrática. Muchas veces camuflada bajo el lema de la modernización que claman por una reforma universitaria que abandone el discurso autonómico y la objeción al estado actual de desigualdad social.
Por último es necesario advertir que en torno de la Reforma Universitaria muchas se veces se genera un debate entre medios y fines, que es necesario aclarar. La autonomía y el cogobierno son algunos de los medios con los cuales pueden coincidir diversos sectores, pero en cuanto a los fines, allí está nuestro sello distintivo. Nosotros somos fieles a la tradición reformista de 1918, y sostenemos en lo político, la libertad democrática; en lo social un régimen económico; en lo educacional una cultura popular y laica; y en lo internacional la unidad latinoamericana.
Por lo antes expuestos solicito a mis pares que a 100 años de la Reforma Universitaria acompañen este proyecto.

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