En un contexto de tensión, los presidentes de Rusia y los Estados Unidos mantendrán una reunión cumbre el próximo 16 de junio en Ginebra, Suiza. ¿Qué cabe esperar?
El encuentro refleja la necesidad de buscar coincidencias y sosiego en la relación entre los gobiernos de las dos
Pero el recelo personal no es ni lo único ni lo más importante que hay en el medio. El gobierno estadounidense acusa a su par ruso de avalar a grupos de cibercriminales que a diario intentan hackear -muchas veces con éxito- a sus
Pero también es cierto que los sucesivos gobiernos estadounidenses no acusan desde la inocencia. Desde que la Unión Soviética se extinguió, los gobernantes estadounidenses le pidieron a Rusia que implementara capitalismo y democracia. Prometieron a cambio que respetarían sus esferas de influencia y que no presionarían sobre sus fronteras directas. Rusia abrazó el capitalismo, hizo la parodia de una democracia durante algún tiempo -es un país sin historia ni vocación democrática- pero pudo constatar rápidamente que ni los Estados Unidos ni sus aliados de la Unión Europea (UE) eran muy afectos a cumplir promesas. Mediante el avance de la UE como instrumento de poder político-económico y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como instrumento de poder
Cuando hay mucho desacuerdo, hay mucho para acordar
Como puede apreciarse, la previa de la cumbre no es precisamente un lecho de rosas. Y como si todo esto -que está lejos de incluir todos los aspectos en discordia- fuera poco, la pandemia de Covid-19 abrió la puja de la “diplomacia de las vacunas”.
El manejo de la crisis sanitaria en los Estados Unidos durante la era Trump fue deplorable. Ya con Biden en el poder, las cosas mejoraron, pero solamente para los propios. Los Estados Unidos -Europa hizo otro tanto- acapararon dosis de vacunas de distintos laboratorios. Si alguien en alguna parte del mundo esperaba contar con el liderazgo y la tracción de la primera potencia mundial para superar la pandemia, se quedó con las ganas.
Con una diplomacia mucho más astuta, los gobiernos poco democráticos de Rusia y de China, optaron por desparramar sus vacunas por todo el globo, algo que la mayoría de los países no olvidará.
La posición respecto a la distribución de las vacunas contra el coronavirus será entonces un tema central en la
En Brasil se desistió de adquirir la vacuna Sputnik V luego de que el ente sanitario de ese país (ANVISA) considerara que faltaban datos técnicos para verificar su seguridad y eficacia. El director del Fondo Ruso de Inversión Directa (FRID), Kirill Dmitriev, mencionó que la «presión política» estadounidense habría incidido en la decisión brasileña de no comprar la Sputnik V. Es lo opuesto a lo que sucede en Argentina, donde se adquirieron millones de dosis de la vacuna creada en Rusia y además comenzará a fabricarse en el país bajo el nombre de “Sputnik Vida”, pero donde al mismo tiempo hay suspicacias en torno a la imposibilidad -hasta el momento- de que ingresen vacunas fabricadas por el laboratorio estadounidense Pfizer.
No se trata solamente de conjeturas. El diario The Washington Post reveló un informe del Departamento de Salud de 72 páginas que señalaba que funcionarios del gobierno del expresidente Trump trabajaron para “convencer” a Brasil de que rechazara la vacuna Sputnik V.
La diplomacia de las vacunas desplegada por Rusia conlleva la idea de generar buena voluntad o buena predisposición hacia los países que han aportado las dosis. Puso en alerta a los Estados Unidos, porque la pandemia agudizó los problemas socioeconómicos en África, Asia del Sur y especialmente en Latinoamérica, abriendo una oportunidad para una mayor asistencia rusa. Es por eso que, viendo que se estaba rezagando respecto de Rusia y China, el gobierno de los Estados Unidos ahora está preocupado por recuperar el terreno perdido, especialmente en su área de influencia latinoamericana. Justamente esta semana se conoció la intención estadounidense de donar dosis a países de la región, Argentina entre ellos.
Alinear los planetas
Respecto de las vacunas, si Biden destraba el tema de la aprobación de Sputnik V por parte de Europa, se habrá ganado el derecho de pedirle algo a cambio a Putin. Quizás ese algo esté relacionado con la reciente investigación que Biden lanzó respecto de la posibilidad de que el Covid-19 se haya fugado de un laboratorio chino. Si desde los Estados Estados Unidos y también desde Rusia se sindicara a China como la causante del mal, el Gigante Asiático recibiría un golpe durísimo.
Hay otros aspectos para trabajar en común, tales como la situación en el Cáucaso, lo que está sucediendo en Siria tras la guerra civil, el equilibrio de poder en Oriente Medio. Son cuestiones en las cuales sería más conveniente cooperar que competir.
Si los planetas no se alinearan y la competencia se profundizara, siempre habrá intereses sobre los cuales golpear. Es el caso de la construcción del gasoducto ruso-alemán Nord Stream 2. Biden sabe que ese es quizás el punto más sensible de Rusia, pero también lo es para Alemania, un aliado estratégico que este año enfrentará la difícil tarea de elegir quién sucederá a Angela Merkel.
Putin y Biden tendrán en sus manos el poder de crispar o serenar a un mundo convulsionado.
Mariano Yakimavicius es Licenciado & Profesor en Ciencia Política – Especialista en Gestión Estratégica de Organizaciones Públicas-Columnista de NCN – Email: myakimavicius@yahoo.com.ar / redaccion@ncn.com.ar
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