Por Mario R. Fiad
Este 15 de junio se celebra el centenario de uno de los acontecimientos más importantes en la historia de nuestro país, la Reforma Universitaria de 1918, se convirtió en un hito histórico que no distinguió fronteras y unió las banderas de los estudiantes de toda América Latina.
Este acontecimiento, que se convirtió en una verdadera revolución, necesitaba de un contexto social y político que lo permitiera. Nuestro país estaba transitando su primer período de gobierno democrático. En 1912 el Congreso había aprobado la llamada Ley Sáenz Peña, que establecía el voto universal, secreto y obligatorio. Esto permitió que la Unión Cívica Radical, encabezada por Hipólito Yrigoyen, ganara las elecciones de 1916, y terminara con un extenso período de gobiernos conservadores en nuestro país.
La presidencia de Yrigoyen cambió sustancialmente la composición social de nuestro país. Durante su gobierno se empezaron a contemplar derechos laborales, jubilatorios, y en materia de salud. Y en este contexto de ampliación de derechos, la educación no podía quedar afuera.
En este escenario de cambios sociales impulsados por el gobierno, fue que se produjo una de las revoluciones más importante de nuestra historia. Encabezada por un grupo de estudiantes que rechazaban la continuidad del régimen conservador en la Universidad de Córdoba, se elevó un reclamo exigiendo que el sistema educativo acompañara los cambios que se estaban dando a nivel social en nuestro país. Un cambio que apuntaba a una sociedad y, particularmente, a una universidad más accesible e inclusiva para todos.
Este reclamo, este grito, esta revolución, traspasó fronteras; lo que comenzó como una huelga de estudiantes, se convirtió en la exigencia de toda una sociedad, y posteriormente de todo un continente que se embanderó detrás del Manifiesto Liminar para exigir una universidad autónoma, accesible, y justa en más de 15 países.
Si bien el proceso fue largo, y los resultados no fueron inmediatos, el legado que nos dejó esta revolución perdura hasta la actualidad. Uno de los más significativos es el hecho de poder disponer de 47 Universidades Públicas y Gratuitas en nuestro país.
Por último, este clima de conmemoración y recuerdo sobre la importancia de nuestras universidades, me lleva a preguntar por la situación actual de nuestro sistema educativo. Al igual que hace cien años, ¿No estamos ante un contexto que amerita cambios en la educación de nuestros niños?
Considero que la educación es la columna vertebral de toda sociedad. En los últimos años se produjeron cambios sociales, pedagógicos, tecnológicos, entre otros, que afirman la necesidad de un cambio en el paradigma educativo.
En este sentido, al igual que hace cien años, desde un gobierno radical estamos buscando dar respuesta a los cambios sociales. Creo que en Jujuy elegimos el camino correcto; empezamos a desarrollar un Pacto Social por la Educación que involucra a todos los actores, con el cual buscamos mejorar y actualizar nuestro sistema educativo para satisfacer las necesidades de nuestros niños y jóvenes.
Creo que no hay mejor forma de conmemorar el Centenario de la Reforma Educativa, que dar respuestas a las necesidades y a los cambios que se producen en nuestra sociedad, por eso celebro y espero que el Pacto Social por la Educación, sea el inicio de un nuevo paradigma en la educación en Jujuy, y se convierta en un modelo a seguir por el resto de nuestro país.