Por Pablo Winokur
La política son gestos. Y Sergio Massa va a dar un primer gesto el miércoles, cuando anuncie las primeras medidas económicas: va implementar un fuerte ajuste del gasto político. No va a impactar en las finanzas globales, pero va a ser una señal para tratar de descomprimir la bronca de la gente con la política. Fue la primera medida que decidió junto a un grupo de colaboradores y en la que estuvo trabajando durante todo el viernes.
En las oficinas de Libertador 850 -histórico bunker de Massa desde antes de entrar al Frente de Todos- hubo decenas de reuniones. Entraban y salían dirigentes que son o fueron del riñón de Massa; también mucho cuadro técnico de bajo perfil. El principal desafío era ver cómo se fusionaban ministerios. “Hay que analizar los esquemas jurídicos, muchas secretarías y subsecretarías que se dan de baja. Es un trabajo difícil, pero que hay que hacerlo”, cuenta un dirigente que participa de ese rediseño del gabinete.
El gesto tiene un doble mensaje: por un lado, descomprimir cierta tensión social; por el otro, reconocer que la crisis económica es generada por la política.
Massa está más enchufado que nunca. Algunos dicen que no lo ven así desde que armó el Frente Renovador en 2013. Volvió a un esquema hiperfrenético y sin horarios. Es consciente de los riesgos. “Está insoportable. Nos hace laburar, escribir y recuerda todo el tiempo: ‘Yo estoy agarrando el fierro caliente’”, cuenta uno de los que pasó por la oficina de Libertador.
La otra novedad para el mundo Massa es que por primera vez plantea puertas adentro que no hay que pensar en 2023 ni en la carrera presidencial: habla de “hacer todo lo que tenga que hacer” para ordenar la macroeconomía, generar un esquema de confianza, subir salarios, bajar inflación y acomodar la canasta básica. También cree que hay que nivelar el dólar, que tiene que tener un valor todavía mucho más bajo. Difícil todo junto.
Otros desafíos que se propone: lograr la “paz social” entre patronales y gremios, y recomponer tarifas de luz, gas y transporte. ¿Lo va a dejar el kirchnerismo? ¿Va a poder nombrar él los secretarios de energía? Dirigentes cercanos a Massa dicen que va a haber sorpresas.
Lo primero es el ordenamiento de sus propias áreas. Después vienen otros desafíos que incluso exceden a su ministerio: salarios, relación con la CGT, precios, pymes, empleos y planes sociales. Dicen que está armando planes en todas esas áreas.
En el medio, tiene un desafío mayor: contener las peleas internas entre Alberto y Cristina…
Massa por Massa
Para entender lo que viene hay que leer el tweet que Massa sacó el viernes por la mañana:
- “Orden, coordinación y planificación son los pilares para poder conseguir ese objetivo” (traducción: venimos a traer lo que le falta al Gobierno de Alberto).
- “Soy consciente de las dificultades y de los desafíos, como bien señala el Presidente, del presente y el futuro del país” (traducción: mimo a Alberto para que no se deprima).
- “Energía, proteínas, minerales y, en especial, el capital humano son claves para el desarrollo argentino y pilares de nuestro lugar en el mundo” (traducción: vamos a hacerles un guiño a las empresas y ponerle pilas al sector energético, al campo y a las mineras).
- “No soy ningún salvador” (traducción: no me sobreexijan, que esto no es es fácil).
- “Voy a trabajar con alma y vida, sin prejuicios, y dispuesto a hablar con todos” (traducción y duda: plantea apertura y no cerrarse. ¿Cristina lo va a dejar?).
- “Vamos a poder avanzar hacia una Argentina con orden, justa y próspera” (traducción: en primer lugar “orden”. ¿Respeta la doctrina de Cristina?).
Un dirigente de mucha confianza con Massa intenta analizar la situación y lo defiende: “El escenario está muy finito y hay que liberarle las manos para que tome las decisiones que quiera. Tiene la capacidad de trabajar con propios y extraños. Le mete horas culo como nadie. Si fuera tan ventajista, no agarraría el fierro caliente en un momento como este”.
Alberto y el duro golpe de la realidad
Alberto Fernández vio cómo le rodeaban la manzana. El martes por la noche, los gobernadores peronistas confirmaron que se encontrarían a las 12 del mediodía en el Consejo Federal de Inversiones (CFI). Es un organismo en el que todas las provincias ponen guita, pero que en momentos de crisis sirve para que los mandatarios provinciales del PJ se reúnan a hacer catasis. Alberto sabía que en esa reunión se iba a hablar mal de él.
Hizo un último intento por desactivarla. El miércoles decidió invitar a todos a un almuerzo en la Casa Rosada. Los convocó a las 14, un rato después del encuentro autoconvocado. Los iba a agasajar con empanadas y bife de chorizo. Lo sumó a la comida al Jefe de Gabinete, Juan Manzur, y al ministro del Interior, “Wado” de Pedro, que se enteró por los medios.
El panorama no fue el esperado. Los gobernadores llegaron dos horas más tarde, no quisieron comer y solo hubo reproches.
- Los del campo se quejaron por el anuncio del dólar soja.
- Los del norte plantearon que les estaban escatimando los fondos.
- Que las que viven del empleo público, en un mes, no van a tener con qué pagar si Nación no manda plata.
- Todos dijeron que el Gobierno necesitaba cambiar el rumbo.
- Que las provincias están bien y que todos los gobernadores (incluyendo los de la oposición) tienen buena imagen en sus provincias.
“El problema sos vos, Alberto”, dijeron sin decirlo. Vale un recordatorio: Alberto llegó a la presidencia porque le garantizaba a Cristina el apoyo de los gobernadores que ella no tenía. Por eso Alberto prometía «Vamos a ser un país gobernado por un presidente y 24 gobernadores».
Paralelamente, los barones del conurbano pedían por Twitter el ingreso de Massa al Gobierno.
El rumor de la llegada de Massa empezaba a correr. Los mercados reaccionaron: los bonos argentinos subían, el dólar bajaba, el riesgo país también volvía a mínimos.
Una demostración del poder de fuego de Massa. Los mercados le daban la bienvenida. O más bien, la espalda a Alberto.
La última estocada vino de Estados Unidos. Le hicieron llegar a Alberto que veían con buenos ojos la designación.
Cuando finalmente se anunció el cambio de Gabinete, todos respiraron. Y lo hicieron saber. Todos, menos Cristina Kirchner. La gran ausente en esta historia.
El sinuoso apoyo de Cristina Kirchner y Alberto Fernández
El kirchnerismo maneja un silencio sospechoso. “Wado” de Pedro fue fundamental en el desembarco de Massa. Pero no hubo voces de apoyo a la designación.
Cristina aceptó y fue una articuladora fundamental en todo el proceso, dicen cerca de Massa. Pero ella no habló. Tampoco los suyos. Y aunque hablaran, ella repite que nadie habla por ella.
¿Por qué Cristina aceptó que Massa sea un superministro? Probablemente porque vio que no le quedaba otra. Que Alberto Fernández, así, no llegaba al fin del mandato y que ella no tenía margen para asumir.
Si la apuesta de Massa sale mal, ella podrá decir que fue generosa al aceptar otras visiones (con las que no estaba de acuerdo) y va a poder ser la líder del peronismo en la oposición a partir de 2023. Si la apuesta sale bien, va a poder retener su porcentaje dentro del Frente de Todos.
Igualmente queda la duda: sin su apoyo explícito, ¿podrá funcionar el plan de Massa?
El otro capítulo es Alberto Fernández. Tuvo que aceptar a Massa condicionado por la realidad: gobernadores, intendentes, sindicalistas y empresarios, que eran su gran base de sustentación, le soltaron la mano.
Quedó como una figura decorativa, como un Jefe de Estado a la europea. Pero la Constitución le asigna otro rol. ¿Se va a bancar no estar en el centro de la escena?
Hablando de figuras decorativas, Juan Manzur se mantiene en la Jefatura de Gabinete. Cristina quería ahí a Jorge Capitanich; hubiera sido una amenaza para Massa y un nuevo loteo del poder.
Los gobernadores pidieron que quede Manzur. Es la garantía para ellos de que alguien les firme las transferencias a sus provincias. Va a ser su único rol real. Mientras, va a seguir pensando en su provincia como se vio en las últimas horas.
Políticamente, Massa no la tiene fácil. Y va a tener que encontrar solo cuál es su modelo de Ministerio de Economía.
Los tres modelos de súperministro de Economía
La duda que queda por estas horas es qué tipo de ministro de Economía va a ser Sergio Massa, que ya tiene a su cargo un superministerio. Algunas experiencias de la historia reciente:
Domingo Cavallo: llegó en 2001 al gobierno de la Alianza como “superministro”. De la Rúa era un presidente débil; Cavallo, el gran salvador de los problemas económicos de la Argentina.
No iba a hacer un ajuste brutal como propuso López Murphy, llegaba como un “heterodoxo” que iba a aplicar ideas disruptivas. El tipo había creado la Convertibilidad, era el padre de la criatura, ¿cómo no iba a poder resolver los problemas?
Pidió superpoderes (un precursor), mandó leyes al Congreso para reducir el déficit, contrajo más deuda, dijo que los depósitos eran intangibles… terminó con el corralito y renunciando. Al día siguiente también renunció De la Rúa.
Jorge Remes Lenicov: fue el siguiente ministro de Economía. Duró de enero a abril de 2002. Terminó con la convertibilidad, devaluó un 300%, pesificó los depósitos, pesificó las deudas en dólares, les entregó un papelito a los ahorristas y se fue desbordado por la crisis económica y social. Hoy la sociedad -o al menos el círculo rojo- lo considera un héroe, un mártir, que tomó las decisiones difíciles que después permitirían la recuperación económica de 2003.
Roberto Lavagna: cuando llegó en 2002 era un desconocido para las grandes mayorías. Aunque Remes había tomado las decisiones más difíciles, el país todavía estallaba. Con paciencia de relojero fue tomando decisiones chicas que fueron ordenando las expectativas. Logró contener al dólar, mantuvo a raya la inflación y sentó las bases del crecimiento económico del país. Néstor Kirchner anunció en la campaña 2003 que sería su ministro de Economía si ganaba. Siguió en el cargo hasta 2005.
Fueron los últimos tres ministros de Economía “fuertes” que tuvo la Argentina. Después de eso, Kirchner decidió que él sería su propio ministro. Tanto él como Cristina designaron en ese rol a dirigentes sin peso político propio y dividieron al ministerio lo suficiente como para que ningún “superministro” les hiciera sombra. Macri y Alberto hicieron lo mismo.
Massa va a ser el primer ministro de Economía fuerte desde 2005 y asume en medio de una crisis casi terminal. El país no crece hace 10 años, hay más de 10 tipos de cambio, inflación de 3 dígitos, 40% de pobreza y 10% de indigencia.
¿Cómo cuál de los ministros terminará Sergio Massa?