8 de noviembre de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

Tiempo de dilemas. Por Claudia Neira

El mundo ya no es el mismo. Los países se cerraron, muchas ciudades se aislaron y las personas fueron un poco menos libres. Vimos avanzar al virus. Millones de personas contagiadas, miles de muertes y el colapso del sistema de salud de muchos países.

Un día el virus llegó a nuestro país y conocimos el miedo, el aislamiento y la sensación de vivir una pesadilla. Salimos a la calle y vimos algo que nunca imaginamos: la soledad más absoluta y policías con altoparlantes pidiendo que no salgamos de casa. Hoy ya parece lejano. Pero sucedió y ahí entendimos lo que enfrentábamos.

El Gobierno decidió rápido: ante todo había que preservar la salud. Era una decisión difícil, en un país donde muchos comercios y pymes estaban esperando la reactivación económica luego de años de penurias. Había que pensar en los que ya estaban sumidos en la pobreza y en los que tenían empleos informales, en cada uno de los argentinos y argentinas que ya la estaban pasando mal y podían pasarlo peor.

Al mismo tiempo había que evitar que esas personas, con tantas necesidades, se enfermen y terminen en un sistema de salud que no pudiera atenderlas. Había que evitar que un médico tenga que elegir qué vida salvar por no tener más que un respirador.

Había que evitar que la gente saliera de sus casas y garantizar que pudiera quedarse con asistencia económica y alimentaria. Todo ello, en un país con graves problemas económicos.

En un tiempo que ya nos planteaba dilemas hubo que tomar decisiones difíciles para no tener dilemas peores. Y así se hizo. Con mesura y con diálogo, en un país acostumbrado a las grietas. Hubo firmeza pero primó siempre el Estado de Derecho y la racionalidad.

Ahora, en nuestra Ciudad, atravesamos una etapa de crecimiento de los contagios en un contexto donde muchos porteños y porteñas ya habían comenzado a transitar las calles. Siempre supimos que iba a llegar este momento, pero no deja de doler el número nuevo de cada día. Tenemos un sistema de salud mejor preparado que hace dos meses, pero con enormes carencias organizativas y de insumos y el personal de salud se siente poco acompañado. La capacidad del sistema es un problema y ha llevado al Gobierno a adoptar nuevas restricciones.

Hoy estamos nuevamente frente a un dilema ¿cuándo podremos volver a un camino de apertura de las actividades?

Lo cierto es que la Ciudad, más tarde o más temprano, llegará a una “nueva normalidad”. Por eso, desde la Comisión de Espacio Público que presido, entendemos que nuestra tarea es pensar la Ciudad para este tiempo y el que viene. En una Ciudad que hasta ahora no ha podido definir un modelo territorial, hay que pensarlo todo de nuevo. Y estas son cuestiones que requieren la construcción de consensos.

La Ciudad demanda un plan que guíe el desarrollo urbano de su territorio. Es necesario poner todo el conocimiento en función de revisar y repensar nuestra ciudad actual, dotando a la gestión de insumos para reorganizarla. Por eso proponemos la Creación de un Comité de Expertos que acompañe esta etapa y ayude a pensar una Ciudad donde seguramente quedará la huella de la pandemia.

Un último dilema, pero no menos importante, es el que nos plantean los barrios populares ¿Es posible el aislamiento cuando no hay condiciones habitacionales para hacerlo? ¿Es posible la prevención cuando falta el agua o cuando no hay dinero para el jabón o la lavandina? En fin, ¿es posible quedarse en casa si hay que ir a buscar comida a un comedor comunitario?

Claramente los barrios populares necesitan otro tipo de intervención del Estado y por eso se habló mucho de la “cuarentena comunitaria”. Sin embargo, esto no es posible si la gente sale a trabajar en tareas esenciales y vuelve al barrio, porque de ese modo el virus algún día ingresa. Tampoco es posible sin la asistencia alimentaria suficiente, sin agua, o sin intervenciones en el espacio público que, aún con mayor flexibilidad, garanticen el distanciamiento y la prevención.

Nosotros proponemos la elaboración de un Plan de Ordenamiento del Espacio Público en Barrios Populares, con un diagnóstico técnico que incluya un mapeo territorial de cada barrio y una planificación sobre las intervenciones del Estado para reordenar el uso de sus espacios públicos. Estas intervenciones deben ser participativas, como lo hicimos en el Comedor La Misión, en el Barrio Padre Mugica de Lugano, para ordenar el espacio, ingresos y egresos y prevenir contagios, con elementos adecuados y protocolos.

Estamos en momentos difíciles. Sin embargo, hay esperanza. Porque tenemos científicos trabajando, porque tenemos la solidaridad enorme de quienes pueden ayudar y piensan en los otros y de los que no tienen nada y lo dan todo. Son gestos que nos siguen emocionando y nos hacen trabajar más cada día, porque tenemos médicos, enfermeras y miles de argentinos y argentinas que diariamente ponen lo mejor de sí para salir entre todos adelante.

Claudia Neira, legisladora porteña por el Frente de Todos

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