Tronador II ¿se lo traga la grieta o finalmente despega?
El presidente Alberto Fernández, el día lunes, encabezó la firma de un convenio entre la Comisión Nacional de Asuntos Espaciales (CONAE) y la empresa VENG, para continuar en el desarrollo del Tronador II, un cohete de pequeña envergadura cuyo objetivo es lograr transportar satélites al espacio.
El acto de la firma fue en la provincia de Córdoba, y asistieron, además de los directores de la CONAE, Raúl Kulichevsky, y de VENG, Marcos Actis, el ministro de Ciencia, Daniel Filmus, y el gobernador de la provincia, Juan Schiaretti.
Por el momento, ningún país de Latinoamerica, salvo Brasil, ha sido capaz de enviar cargas al espacio. Para ubicar sus satélites en órbita, la mayoría de los países latinoamericanos se vale de servicios de empresas como Space X o de alguna agencia espacial estatal, como la Agencia Espacial Europea, o la NASA.
En los años 60, Argentina hizo varios intentos de enviar carga al espacio, entre ellos el mono Juan, un mamífero enviado en el marco del Proyecto BIO, que buscaba conocer las variables vitales del animal durante un viaje al espacio.
El experto en temas espaciales, Bernardo Estrella, mira con escepticismo el proyecto Tronador. Considera que “esta clase de proyectos o de desarrollos de habilidades tecnológicas, llamadas estratégicas, por lo general están sometidos a toda clase de presiones”.
“En primer lugar”, dice Estrella, “presiones de políticas interna, en las que cada sector político busca, o bien debilitar el proyecto, por ser impulsado por un sector político rival, o bien capitalizar el proyecto, es decir, sacar provecho de su desarrollo para abonar a la imagen de su partido o coalición política”.
Pero además, dice Estrella, “esta clase de proyectos están también sometidos a presiones geopolíticas, en las que países más fuertes boicotean los desarrollos tecnológicos de países más pequeños, a fin de seguir manteniendo la hegemonía tecnológica y poder seguir sacando provecho de los servicios que les prestan a éstos”