Ucrania: un conflicto sin final a la vista
Por Mariano Yakimavicius, Licenciado y Profesor en Ciencias Políticas
A medida que el invierno se acerca en Europa, la probabilidad de arribar a la paz entre Rusia y Ucrania se aleja.
Vladimir Putin usa el gas para que Occidente presione al gobierno ucraniano y lo fuerce a negociar un acuerdo en torno a la fragmentación del país. Esa es la clave para definir la victoria o la derrota rusa. Sin embargo, Volodimir Zelenski no solamente no piensa en ceder sino que, además, expresó su deseo de avanzar y recuperar la península de Crimea, anexada por Rusia en 2014.
Sin paz
La invasión rusa a gran escala sobre Ucrania cumplió seis meses. En realidad, comenzó hace ocho años, cuando Rusia se anexionó por la fuerza Crimea, una gran península sobre mar Negro de capital importancia estratégica por razones geopolíticas, comerciales y energéticas.
“Esto empezó en Crimea y acabará en Crimea”, proclamó Zelenski hace pocos días. No se trata de una mera expresión de deseo. En un encuentro denominado “Plataforma por Crimea”, el presidente ucraniano recabó el apoyo de los mandatarios de aproximadamente 60 países y de organizaciones internacionales como la Unión Europea (UE), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Todos coincidieron en el rechazo a la invasión rusa y a la anexión unilateral de Crimea en marzo de 2014. Así lo manifestó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen: “nunca reconoceremos la anexión ilegal de Crimea y Sebastopol por Rusia”.
El secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, fue inclusive más allá y alentó a Zelenski: “Crimea es Ucrania, al igual que Donetsk y Lugansk son Ucrania, al igual que cualquier otra parte del país es Ucrania. Esa era nuestra posición en 2014 y es nuestra posición en 2022. Debemos seguir aumentando la presión internacional sobre el presidente Putin y sus aliados hasta que se respeten los derechos del pueblo ucraniano”.
Esas palabras no fueron vacías, sino que estuvieron acompañadas por el anuncio estadounidense del envío de 3 mil millones de dólares en material bélico y adiestramiento para las fuerzas armadas ucranianas. También la UE y sus Estados miembro respaldan al gobierno ucraniano con recursos, aunque los europeos ni deseen la continuidad del conflicto ni descarten una salida negociada al conflicto.
Palabras y acciones cuadran además con los movimientos que se observaron en las últimas semanas sobre el terreno de operaciones. Desde que se produjo la invasión, Ucrania se mantuvo a la defensiva, más allá de algunos éxitos, como la defensa de Kiev y la retirada de las tropas rusas que se consiguió en Járkov. También se frenó en parte el avance ruso en Donbás. Sin embargo, desde comienzos de agosto, las fuerzas ucranianas dieron muestras de haber pasado a la ofensiva. El ejército trata de retomar el control en la zona de Jersón, muy cercana a Crimea.
Pero fue en la propia península donde se produjeron los movimientos más significativos en términos simbólicos. En Crimea hubo varios ataques ucranianos que dañaron instalaciones militares rusas, como en una base aérea en la que fueron destruidos varios cazas. Además, desde el Ministerio de Defensa ucraniano se envió un claro mensaje al gobierno de Putin relacionado con el puente de Kerch, construido por los rusos sobre el mar Negro y el de Azov: “Puente de Kerch… te estamos vigilando”.
La proclama de Zelenski, las acciones de aval por parte de Occidente y los cambios en el teatro de operaciones dejan en claro entonces que el final de la guerra no está cerca. Es más, un día antes de que se celebrara el día de la Independencia, el presidente ucraniano expresó que no tiene intenciones de frenar las hostilidades hasta que Rusia se retire a las fronteras que había entre los dos países hace ocho años.
Del otro lado, Vladimir Putin y los demás responsables del régimen ruso mantienen una postura exactamente opuesta. De hecho, aprovecharon también un acto simbólico para justificar la agresión a Ucrania, el entierro de Darya Dugina, asesinada en su automóvil en Moscú,
Un atentado, varias interpretaciones
El atentado con un coche bomba en el que murió la politóloga y periodista Darya Dugina, hija del filósofo e ideólogo Aleksandr Dugin -de cuyo pensamiento parece haberse nutrido Vladimir Putin y su gobierno- abrió otro foco de conflicto.
Dugin es un intelectual y escritor, autor del “neoeurasianismo”, una teoría según la cual debe conformarse una alianza entre Europa y Asia liderada por Rusia para balancear la “alianza atlántica” liderada por los Estados Unidos en el marco de la OTAN. Desde que se produjo la anexión rusa de Crimea en 2014, Dugin estuvo sujeto a sanciones por parte de la UE. A pesar de que no hay pruebas de que el vínculo entre Dugin y Putin sea tan estrecho como suele ser presentado en los medios de comunicación occidentales, es cierto que el Kremlin parece haberse nutrido de su mirada. El atentado apuntaba a todas luces contra él y no contra su hija, pero al salir de un evento cultural en el que ambos habían participado, decidieron cambiar de vehículo.
Desde las agencias de seguridad rusas se acusó a los servicios especiales ucranianos de haber cometido el atentado, y señalaron a una ciudadana ucraniana como la autora material. La intención es asociar o equiparar al gobierno ucraniano con una organización terrorista. Como era de esperarse, la presidencia de Ucrania por su parte, negó cualquier relación con el ataque.
Pero también surgieron otras interpretaciones. Un exdiputado ruso opositor a Putin y exiliado en Ucrania, Ilya Ponomarev, aseguró que partisanos de su país estuvieron detrás del ataque. Se trataría del “Ejército Nacional Republicano”, un grupo clandestino que tendría por objetivo derrocar al régimen.
Otra interpretación señala que podría haberse tratado de una operación de falsa bandera, a las que el gobierno ruso ya ha demostrado su afición, con el objetivo de victimizarse y reforzar el mensaje frente a la propia opinión pública de que el gobierno ucraniano debe ser combatido.
Una visión alternativa señala que podría tratarse de una suerte de mensaje entre dos facciones rivales dentro del gobierno ruso.
Más allá de las interpretaciones divergentes, el atentado y la muerte de Dugina claramente desalienta los acercamientos y las negociaciones que podrían conducir eventualmente a la paz. Mientras tanto y tal como lo señalara el Secretario General del OTAN, Jens Stoltenberg, parafraseando el eslogan de la serie Game of Thrones, “the winter is coming”.