Un Modelo de país. Por Facundo Manes y Julio Cobos
En reiteradas oportunidades escuchamos que a Argentina le falta un rumbo económico, que no hay un plan, que la macroeconomía está enferma y que así no podemos crecer; entre otras consideraciones.
Necesitamos definir un modelo de país, saber a dónde queremos llegar, por qué ir hacia allí y cómo hacerlo, y a partir de eso establecer una hoja de ruta, una agenda en función de ese itinerario. Nuestro accionar debe regirse por una visión integral surgida de un diagnóstico que nos proyecte hacia el futuro, no podemos vivir improvisando de acuerdo a la coyuntura, emparchando problemas sin implementar soluciones de fondo. Por eso entendemos que para establecer la agenda parlamentaria primero debemos definir un modelo de país para que todas las propuestas legislativas vayan en función del mismo, algo que de lo que hoy carecemos, o tenemos muy parcialmente.
Argentina, por su Constitución, su historia y sus recursos, tiene el potencial de definirse hacia adelante como un país verdaderamente federal, con un sólido equilibrio institucional entre sus tres poderes, con una economía sólida y diversificada que le permita insertarse en el mundo y que tome a la educación, el conocimiento y el desarrollo científico como base para el desarrollo humano. Si aceptamos estas premisas que permitan redefinir el rumbo y modelo de nuestro país será más sencillo entonces construir una agenda parlamentaria de amplio consenso.
Un País verdaderamente Federal. Leyes que permitan una redefinición de responsabilidades y funciones de las tres jurisdicciones: municipal, provincial y nacional; con una descentralización institucional real de recursos, con un nuevo esquema impositivo, donde las provincias coparticipen a la Nación y una Ley de Presupuesto que contemple la heterogeneidad y las características regionales de nuestra Nación.
División de Poderes. Esto hace a la calidad institucional y a la fortaleza del sistema democrático, limitando las facultades delegadas del Congreso de la Nación al Poder Ejecutivo, recuperando a los DNU como excepción y no como regla y con una justicia eficiente y eficaz que no sea influenciada por el poder de turno.
Una economía sólida y diversificada. Argentina necesita ordenar sus variables económicas y todo proyecto debe conducir a disminuir el déficit fiscal y lograr el superávit fiscal, unificar el tipo de cambio, tener inflación de un dígito, créditos a tasas razonables, desarrollo sustentable y generación de fuentes de trabajo genuinas. En tal sentido, debemos llevar adelante una política exterior inteligente y pragmática en la relación con los otros Estados, para fortalecer el posicionamiento e inserción de Argentina en el mundo. Asimismo, incentivar y diversificar las exportaciones para ganar nuevos mercados y sostenerlos en el largo plazo.
Estas son las mejores condiciones para llevar adelante programas de inversión en materia agro-industrial, en el sector automotriz, en el energético y en el científico tecnológico; si no logramos estas bases mínimas todas las iniciativas se convertirán en nuevas frustraciones.
Por último (pero no menos importante, sino todo lo contrario) debemos devolverle a la educación el rol preponderante que supo tener en nuestra historia. Argentina supo liderar la educación en toda América Latina, era un modelo a imitar, tanto su escuela primaria como secundaria, sus escuelas técnicas y por supuesto sus universidades, generadoras de premios Nobel y de científicos reconocidos alrededor del mundo. Debe ser una prioridad absoluta recuperar ese camino que ya fue trazado, pero ahora con miras al mundo del siglo XXI y siempre teniendo en cuenta que el conocimiento es la mayor riqueza de un país, no es un lujo de los países ricos, es lo que nos va a sacar de este espiral decadente y nos va a impulsar al desarrollo. Y para eso hay que invertir en nuestra gente, en todos y cada uno de los argentinos.
Ya sabemos que no hay viento favorable si uno no sabe dónde va. Por eso, si logramos acordar estos puntos básicos y esenciales, será más fácil la tarea de lograr consensos entre todas las fuerzas y sectores y construir así una agenda parlamentaria sólida y con mirada de largo plazo, porque cada proyecto estará entonces en función de ese modelo de país que soñamos construir. Podemos hacerlo, debemos hacerlo.