Las primeras horas del extenso debate sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en el Senado estuvieron cargadas de símbolos y pequeños gestos de apoyo y repudio a la iniciativa, así como testimonios en primera persona sobre el costo que puede tener para cada legislador el sentido de su voto.
Desde el mismo inicio de la sesión quedó en evidencia cómo la discusión sobre legalizar el aborto involucra a toda la sociedad, a cada legislador y legisladora, con una convicción a favor y en contra que nadie pretendió ni pudo disimular.
La primera señal de todo lo que estará en juego en las catorce horas que durará la sesión llegó con el simple ritual de izar la bandera nacional en el recinto.
La senadora por Chubut Nancy González completó la acción con un barbijo de color verde en la boca, mientras empezaba a sonar el himno nacional y la vicepresidenta y titular del cuerpo, Cristina Fernández de Kirchner, se tocaba el corazón.
El color verde también estuvo presente en la corbata del senador Martín Lousteau (UCR, CABA). El distintivo del movimiento de mujeres en su reclamo por aborto libre, seguro y gratuito apareció en todos los planos televisivos cuando el dirigente del radicalismo porteño, vicepresidente del cuerpo, reemplazó a Cristina Fernández en la conducción de la sesión.
En un recinto semivacío por el protocolo de funcionamiento remoto para prevenir los contagios de la Covid-19 se hicieron visibles otras formas de transmitir sin palabras la propia posición: hubo varios pañuelos de color verde atados a la muñeca, como el que portaba la senadora Norma Durango (Frente de Todos, Chubut), miembro informante de la sesión.
Durango fue la primera legisladora presente en el Palacio Legislativo que se acercó al Salón de las Provincias para dialogar con la prensa.
Pero también hubo gestos en otra dirección, signos que expresaban la posición opuesta del debate. El senador Antonio Rodas (Frente de Todos, Chaco) hizo su intervención desde Resistencia rodeado de dos banderas argentinas y con dos pañuelos celestes enrollados en ambas muñecas, uno por debajo del reloj pulsera.
Pero los posicionamientos verdes y celestes no se limitaban a los pañuelos, tapabocas o prendedores que exhibían los protagonistas del debate.
De 33 años, Catalfamo estuvo ausente al discutirse la legalización del aborto en el año 2018 porque por entonces cursaba el embarazo.
La senadora por San Luis contó que por entonces su convicción personal era apoyar la aprobación del IVE aunque no pudo ejercer su voto por encontrarse de licencia. Incluso sin poder votar, aquel pronunciamiento derivó en una sucesión de amenazas muy violentas de todo tipo. La legisladora exhibió una carpeta con todas las intimidaciones que le llegaron a través de Twitter. «Llegaron a pedirme que abortara a mi propia hija», contó.