¿Y si ahorramos en ladrillos?
Por Julio Cobos
Argentina necesita recuperar la “cultura del ahorro”, esa que hizo grande a nuestra Nación, forjada por inmigrantes que poblaron estas tierras y que aferrados al esfuerzo, trabajo y previsión, soñaron un porvenir mejor para sus hijos. La característica principal de esa país del progreso fue la movilidad social ascendente, que permitió a miles de inmigrantes acuñar la frase y decir con orgullo “m’ hijo, el doctor”.
El ahorro no es especulación como alguno creen, sino previsión, es postergar satisfacciones presentes para prevenir necesidades futuras, no es otra cosa que la diferencia entre los ingresos disponibles y el consumo que hacemos.
En los últimos años y por la pérdida del valor de nuestra moneda quienes querían ahorrar en la Argentina se volcaron o bien a la compra de divisas extrajeras, fundamentalmente el dólar, o bien a la compra de inmuebles como forma de capitalizarse ante la devaluación sostenida del peso. Sin embargo, a partir de allí, el Gobierno impuso innumerables trabas, transformando en una verdadera odisea la posibilidad de ahorrar en nuestro país.
El Gobierno impulsa como receta económica, el consumo indiscriminado para no enfriar la economía, evitando cualquier forma de ahorro, pero lo que no entiende es que ese consumo no es la resultante de un exitoso modelo económico, sino indicativo de los graves problemas inflacionarios que atravesamos y que nos obliga a desprendernos rápidamente de los pesos en el bolsillo. Los argentinos en la actualidad estamos imposibilitados para ahorrar en pesos y limitados para hacerlo en dólares. En el primer caso por los altos índices de inflación, en el segundo por las restricciones a la compra de divisa extranjera.
Por ello propongo la posibilidad de “ahorrar en ladrillos”, ahorrar en una unidad de medida que no se deprecia, sino que por el contrario se actualiza constantemente, como lo es el valor del metro cuadrado de la construcción.
En Argentina podemos “ahorrar en ladrillos” -como lo hace exitosamente Chile desde hace más de cuatro décadas con su unidad de fomento- a través de una letra emitida en pesos, a 10 años, que genere una renta en función del valor promedio del metro cuadrado y que sea puesta a disposición de los ahorristas a través del sistema financiero; dónde cada letra represente el valor de un metro cuadrado construido de vivienda.
Así se obtienen dos resultados que impactan en el corto y largo plazo para remediar el grave déficit habitacional existente, ya que más de 3 millones de hogares tienen necesidades de vivienda en Argentina. Por un lado, el Gobierno se hace rápidamente de recursos disponibles para afectar exclusivamente a la construcción de viviendas de aquellos que tienen urgencia habitacional. Por el otro, en el largo plazo, se da la posibilidad a miles de argentinos que hoy no tienen acceso al crédito ni los recursos para construir, de diseñar el futuro de sus hijos, atesorando metros cuadrados que los lleve a cumplir el anhelo de la casa propia.